Mariano e Inés son el vivo ejemplo de la tragedia y la desesperación. Y sobre todo, de la impotencia. Residen en Massanassa y apenas tienen todavía cobertura de móvil, por lo que el interlocutor es su amigo José Antonio, que traslada la angustia que están padeciendo: «Me ha llamado muy afectado y me decía: '¿Cómo puede ser posible?'. Avisé de que había encontrado los cuerpos de mis padres el miércoles por la mañana y aún no han venido a recogerlos».
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El mensaje de Mariano a José Antonio se ha producido sobre las 11 de la mañana de este jueves. Había pasado un día desde el hallazgo. "Acaban de llevarse a los padres de Mariano a la morgue", es el mensaje de whatsapp, escrito alrededor de las 14:30 por Inés, con el que finaliza una situación dantesca que se ha prolongado durante más de 24 horas.
La historia arranca como la de muchos vecinos de l'Horta Sud. En la maldita tarde en la que el DANA arrasó con todo. Mariano e Inés residen en un primer piso en una calle de Massanassa donde ahora parece que se ha acabado el mundo. A menos de cien metros, en una planta baja, los padres de él. A ellos sí se les acabó el mundo porque su propia casa se acabó convirtiendo en una trampa mortal.
Cuando el nivel del agua empezó a subir, Mariano intuyó lo que iba a pasar. Llamó al 112, que ya estaba colapsado. Desesperado, se lanzó a la calle. «Mariano, vuelve que no puedes hacer nada. ¿No ves que te va a llevar a ti también?», le rogó Inés, señalando un coche que iba flotando a pocos metros de su pareja. Él miró hacia la casa de sus padres. Una última mirada desesperada, posiblemente una plegaria, antes de regresar a casa.
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A un resguardo desesperado que se extendió durante toda la madrugada del martes al miércoles. Y en la mañana del miércoles, Mariano se encaminó hacia la casa de sus padres. Cuando bajó a la calle aquello era el caos. Coches amontonados y toneladas de barro. El mismo lodo que convertía en imposible cualquier intento por abrir la casa que da acceso al domicilio de sus progenitores. Al final quebró un cristal y se encontró con la imagen que le rompió el corazón. Definitivamente, porque el silencio ya preludiaba lo que se iba a encontrar.
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Sus progenitores, un hombre y una mujer de avanzada edad, fallecidos víctimas del torrente descontrolado de agua que bajó desde la parte más alta de la provincia de Valencia. Son dos de las vidas segadas por esta tragedia. Mariano llamó de nuevo a los servicios de Emergencias, esta vez pidiendo la asistencia de un retén fúnebre. Hasta ahora, pasado el mediodía del 31 de octubre.
«¿No puede venir nadie a hacerse cargo de los cuerpos?», ha clamado durante muchas horas a su amigo José Antonio. Y él únicamente podía escucharle y trasladar la historia, en busca de un altavoz. De que alguien se llevase los cuerpos para comenzar cuanto antes el duelo. Inés también tenía previsto acercarse este jueves al almacén donde tiene pájaros y otros animales cerca del centro comercial que hay por la zona. Está a unos metros de Ikea. También en el epicentro de la desolación..
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