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Con disfraces de payaso. Vestidos de curas. O con pelucas. Cerca de 120 personas se han manifestado a los pies de una finca en la ... calle Cajeros de Ciutat Vella para frenar el desahucio de una familia vulnerable. Haciendo un llamamiento colectivo, han logrado que la calle se llenara de gente para cuando han llegado las autoridades. Saben que se trata de una solución temporal: el 14 de mayo han vuelto a señalar otra fecha de desahucio. Pero no piensan desistir.
Como comenta Esteban Arellanos, la mayoría de familias estaban alquiladas en la finca con regímenes de renta antigua. No se podrían permitir pagar los precios actuales de la vivienda. El edificio ahora es propiedad de un fondo buitre que tiene previsto rehabilitarlo y «echar a la gente del barrio para convertir las casas en pisos turísticos», explica Arellanos.
Él también ocupa de manera ilegal una de las viviendas de la finca de la calle Cajeros. Según destaca el hombre «se trata de una ocupación política contra la gentrificación de los barrios». Lleva asentado en el edificio desde el año 2020. Es joven. Trabaja. «Y aun así no puedo permitirme pagar un alquiler en condiciones», lamenta.
En la fachada, un gran títere corona el edificio. Muchas pancartas claman: «En este barrio no hay quien viva». Esteban Arellanos confirma que su opinión es resistir el mayor tiempo que puedan en la zona. Con pena, señala la finca de enfrente. «Ellos tuvieron el mismo problema pero el fondo buitre les ganó y ahora son todo pisos turísticos», argumenta.
Su familia tenía un taller en la zona del barrio del Carmen. El negocio quebró a medida que los comercios de toda la vida fueron suplantados por grandes franquicias. En este caso, la manifestación estaba dirigida a proteger a los residentes de la puerta cinco. «Son una familia vulnerable. Él está de baja laboral», cuenta Esteban Arellanos.
Su intención no es únicamente conseguir luchar contra la gentrificación de Ciutat Vella. También quieren «hacer que el barrio sea barrio». En el bajo imparten talleres para que los residentes de la zona puedan participar y reavivar el sentimiento de unidad entre ellos. Uno de los talleres que imparten se trata de crear títeres, al igual que el que ahora decora la fachada de manera simbólica.
Según reclama Arellanos, la finca «es patrimonio histórico». Intentan salvar las viviendas siguiendo esa vía. Pero para ellos, cada día es una lucha constante por tratar de seguir anclados al barrio de Ciutat Vella.
«Para nosotros el hecho de ir disfrazados es una forma de tratar que las personas que se ven afectadas por los desahucios pasen mejor el trauma que supone todo el proceso. Por el momento se ha paralizado pero no sabemos cuánto tiempo más durará esto», asumen Arellanos. Su idea es conseguir crear talleres para formar una comunidad más unida y más sensible con las necesidades de los más vulnerables, como se trata del caso de la familia a la que han estado a punto de desahuciar. En este caso, han podido resistir porque no hay sentencia firme para el desahucio, pero temen el día en que llegue y tengan que dejar todos sus proyectos atrás.
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