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Con la mirada fría. Ausente. Así ha afrontado José Antonio A., el asesino confeso de Jordi, su hijo de 11 años en Sueca, la segunda vista del juicio en la sala del Tribunal del Jurado de la Ciudad de la Justicia de Valencia. Los familiares y amigos de María Dolores han relatado que el acusado sometió a la mujer a un infierno desde que comenzaron su relación.
Irene, una íntima amiga y compañera de trabajo de María Dolores fue testigo de los malos tratos que le inflingía José Antonio. «Ella llevaba el pañuelo en el cuello y me contó que la agarró, cerró la puerta, la tiró al cuarto, intentó violarla mientras ella le decía que por favor parara y José Antonio le puso un cuchillo en el cuello pero ella consiguió quitárselo y lanzarlo», ha asegurado la testigo.
Humillaciones, vejaciones... Todo el entorno de María Dolores sabía que la maltrataba. Pero nadie pensó que pudiera hacerle daño a Jordi sólo para vengarse de su exmujer. De hecho, todos los testigos narran que el pequeño quería mucho a su padre. «Él no trabajaba así que cuidaba de Jordi. La que trabajaba, limpiaba y se encargaba de todo era María Dolores», ha relatado Mari Carmen, otra de las amigas de la víctima.
Mari Carmen le ha dirigido una mirada de manera desafiante a José Antonio A. Por primera vez en todo el juicio ha cambiado su expresión inerte para mirarla con desprecio. Pero ni ha pestañeado cuando Clara, la prima de la víctima ha llevado a la sala de vistas una imagen impresa de Jordi. La mujer le ha dicho: «Para que veas a tu hijo». Pero ni una lágrima. Ni un atisbo de arrepentimiento.
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En la boda de Clara, Antonio A. tuvo un episodio violento. «Vio que se estaba divirtiendo y no lo puso soportar. La zarandeó y la quería sacar fuera», ha contado la mujer presa del dolor. «A día de hoy mi hijo no sabe que a Jordi lo mató su padre», ha reconocido entre sollozos.
Todo el círculo cercano de María Dolores ha coincidido: nunca han visto al acusado borracho. La única que dijo que tenía problemas con el alcohol pero que no se había tratado fue su madre. El resto de las personas que lo conocían han asegurado que no era alcohólico, lo que echa por tierra una de las bazas de la defensa para aplicarle el atenuante de alteración psicológica.
Cuando los Guardias Civiles entraron a la escena del crimen fueron testigos del horror. Vieron a Jordi ya fallecido en el suelo. Acuchillado por dos cuchillos diferentes. «José Antonio estaba ausente», ha declarado uno de los agentes. Luego le ha echado un vistazo y ha dicho: «Bueno, como ahora». El acusado se resistió a su detención y tuvieron que reducirlo para poder colocarle las esposas.
En la anterior vista del juicio, el procesado reconoció que había matado a su hijo. No se rompió en su declaración. Ni al recordar cómo la vida de su hijo se desvanecía mientras lo apuñalaba. «Me dijo que yo no era su padre. Lo agarré del cuello y le clavé el cuchillo varias veces», admitió frente al Jurado, que lo escuchaban horrorizado.
El parricida volvió a trasladar la responsabilidad a la víctima, como ya hizo cuando declaró ante la Guardia Civil: «Si no hubiera seguido adelante con el divorcio no hubiera matado a mi hijo. Él pagó 'el pato'». Otra vez, eximiéndose de la culpa y trasladándola a María Dolores. Mató al pequeño que ambos compartían porque ella ya no quería seguir a su lado. Clara, la prima dela víctima, ha opinado: «No era un mal padre a la vista pero Jordi era el hijo de mi prima y todo lo que tenía que ver con ella no lo soportaba».
El Ministerio Fiscal solicita para José Antonio A. una pena de prisión permanente revisable por el asesinato de Jordi, dos años por el delito de amenazas, otro año por el quebrantamiento de condena, otro por el delito de violencia de género y otros tres años por los delitos de violencia física y psíquica. Mientras tanto la defensa pide la libre absolución de su cliente alegando tres atenuantes: alteración psicológica por el abuso del alcohol, reparación del daño tras ofrecerle como pago de responsabilidad civil a María Dolores un inmueble que ella no aceptó y por confesión tardía.
El letrado de la defensa, Félix Beltrán, pide su absolución y que se le apliquen los atenuantes de alteración psicológica, reparación del daño y confesión tardía.
Chelo Álvarez, la presidenta de la asociación Alanna dedicada, considera que no se ha mejorado la interconexión en los juzgados tras el parricidio de Jordi en el que hubo un fallo judicial por el que se ratificó el divorcio de custodia compartida de José Antonio y María Dolores. Este es el motivo por el que el padre podía seguir viendo al niño a pesar de que ya estaba condenado por violencia de género y tenía una orden de alejamiento.
«Llevamos años pidiendo que haya más conexión entre las instituciones. No sólo en los juzgados. Si no también en hospitales o servicios sociales para ayudar a las mujeres que son víctimas de violencia de género», asegura Álvarez. La presidenta de Alanna ha concretado: «A nivel institucional no se han puesto medidas adecuados. Todos los procedimientos deberían estar juntos en el mismo expediente judicial y no es así. Faltan un montón de juzgados especializados, falta sensibilización y así no vamos a avanzar». Además, ha recalcado que desde 2015 los hijos de las víctimas de violencia de género también lo son. Por ello, pide que las instituciones actúen con perspectiva de género y también para proteger a la infancia.
Su petición para la interconexión de las instituciones ya tiene el visto bueno de la ONU pero falta que el nuevo Gobierno lo apruebe.
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