Un instante del rescate de la mujer por los bomberos, el sábado, en el edificio de la calle Jerónimo Monsoriu donde se produjo la agresión. LP

«O el agresor la siguió o la esperaba en el rellano»

Los vecinos de Marisa, la mujer de 77 años atacada en Valencia, atemorizados ante el intento de asesinato en su edificio

Domingo, 1 de septiembre 2024

Miedo e indignación. Son las dos sensaciones que en la mañana de este domingo reinaban en el vecindario del número 41 de Jerónimo Monsoriu de Valencia, donde una vecina fue atacada el sábado en lo que parece ser un intento de asesinato para robarle.

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La ... víctima, de 77 años, es Marisa P., definida por sus vecinos como una mujer «viuda, muy tranquila, de complexión delgada pero con su carácter...». Tanto que, en alguna ocasión, había asegurado que si la atacaba algún desconocido «se defendería», como expresó a una de las residentes del edificio.

La víctima, madre de dos hijos, había enviudado hace ya más de una década y actualmente vivía sola con la única compañía de un perro de pequeño tamaño, al parecer un chihuahua. Era habitual que bajara a la calle para hacer alguna pequeña compra, a pasear a su mascota o a acompañar a otras personas mayores con las que se reunía en un parque próximo. Y según los vecinos, «contaba con un buen apoyo familiar y la tranquilidad de tener a una hija viviendo muy cerca, a sólo una manzana de distancia» de la casa donde sufrió su agresión.

Aunque en un principio se informó de que habían encontrado un martillo junto al charco de sangre, fuentes de la Policía Nacional han desmentido este dato. Los primeros agentes que llegaron al lugar no encontraron ningún arma ni herramienta junto a la víctima, aunque fue golpeada en la cabeza con un objeto contundente.

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Ese edificio es una finca de siete alturas en la que habitan 42 familias. En cada rellano hay seis puertas, con lo que, a priori, parece complicado que nadie escuchara la agresión. Sin embargo, eso es lo que sucedió. «Ni gritos, ni golpes. Nada. Ya me lo encontré todo cuando llegó la Policía y a Marisa la sacaban los bomberos por la ventana», describe Vicenta, que vive justo debajo de la casa de la víctima.

La sospecha de los vecinos es que el agresor que trató de robar a la mujer «o la siguió desde la calle o estaba esperando escondida en el rellano», pues la puerta de Marisa no estaba forzada. En este acceso a su casa, en una esquina, una pegatina de Prosegur Movistar Alarmas anuncia vigilancia 24 horas, «videovigilancia» y «triple seguridad». Sin embargo, estas advertencia no evitaron la terrible agresión.

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«Vamos a peor. No te puedes fiar de nadie

Enrique, de 73 años, vive en el mismo piso que la víctima junto a su esposa y un perro. «Vamos a peor. No te puedes fiar de nadie. Antes sabías quiénes eran tus vecinos y ahora se alquilan pisos, vive mucha gente desconocida poco tiempo... A saber», lamentaba. «Ya no puedes abrir a nadie y tienes que ir mirando quién te sigue los pasos», apostilla.

Asegura que tampoco escuchó «ni un grito, o golpes, o ladridos» del animal. Silencio absoluto y tranquilidad aparente previa al despliegue policial que reveló lo ocurrido. Todo ello lleva al vecindario a estimar que se trató de una agresión «por sorpresa», es decir, que quien le propinó los golpes lo hizo en un ataque repentino que, presumiblemente, buscaba dejarla inconsciente y completamente indefensa.

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Ahora Enrique y su mujer sienten «mucha tristeza», por Marisa, «una mujer estupenda, lúcida, autónoma, alegre y que se mantenía en muy buen estado físico» a pesar de su avanzada edad. De hecho, aseguran que regresaba a su casa cuando fue atacada, sin embargo, no saben a ciencia cierta cuál fue el motivo de esa ausencia momentánea.

Algunos vecinos mantienen que se había reunido con su hija y otros que simplemente «había salido para pasear a su perro y hacer alguna compra relacionada con el animal».

Y ahora queda el miedo. La indefensión. «Aquí viven muchas personas mayores, gente muy vulnerable», describe Lorenzo Martínez, morador del quinto piso. «Es importante que haya más presencia policial para que estas cosas no sucedan. Hay que proteger a nuestros mayores. Yo toco madera con mi madre».

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