Los feligreses que acudieron este jueves a la iglesia de Santa Catalina para asistir a misa no pudieron entrar en el templo. La puerta estaba cerrada y un cartel explicaba el motivo: «Cerrado por robo». Horas antes, un ladrón había forzado una vidriera para colarse en la parroquia y desvalijar hasta 19 lampadarios y cepillos.
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El individuo se llevó todas las limosnas en monedas que había en los cajetines y entró también en un despacho de la sacristía para registrar las estanterías, armarios y cajones en busca de dinero. «Es más el daño que han hecho que el valor de lo que han podido robar», se quejó Francisco Ruiz, párroco de Santa Catalina. «Siempre recojo el dinero antes de cerrar porque es la tercera vez que roban en la iglesia en dos meses», añade el sacerdote.
Los tres hechos delictivos podrían haber sido cometidos por el mismo ladrón, ya que siempre fuerzan la misma vidriera tras acceder a la fachada desde una casa contigua. Tras los daños que presentaban los cepillos y lampadarios, el párroco se vio obligado a suspender las dos misas del jueves y llamó a un herrero para que reparara los cajetines. Mientras tanto, un agente de la Policía Científica realizó una minuciosa inspección en el templo en busca de huellas del irreverente ladrón.
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