![La saga de los Rives, tres generaciones de guardias civiles](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/05/12/EnriqueGC-RBXHhxMj2mJBtXhobxXMzYJ-1200x840@Las%20Provincias.jpeg)
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La saga de los Rives atesora tres generaciones de guardias civiles con un patriarca que pronto cumplirá 90 años. Enrique Rives Fernández (Requena, 1934) ha puesto a prueba su vocación de servicio en los últimos 60 años, como guardia civil y como vecino, en la ... localidad donde echó raíces. Con un trato educado y afable, Enrique se ha granjeado la confianza y amistad de sus convecinos de Chiva, y también el respeto de algunos malhechores.
Su padre, su hijo, dos hermanos y cinco sobrinos llevaron el tricornio y el uniforme verde en numerosos servicios en pueblos y cuarteles de la Comunitat Valenciana. Nacido en 1934 en una vivienda de Requena, Enrique ingresó el 3 de enero de 1957 en la Academia Regional de Instrucción de la Guardia Civil en Sabadell, y ese mismo año se incorporó al cuartel del Grao de Burriana. En 1959 lo destinaron al antiguo cuartel de Arrancapinos en Valencia, un año más tarde comenzó a patrullar los caminos de Cheste, y en febrero de 1964 ya formaba parte de la plantilla de guardias civiles de Chiva, localidad donde sigue viviendo.
Uno de sus servicios meritorios fue el rescate de una mujer alcohólica que se encerró con su bebé en una casa de campo. El padre del niño acudió al cuartel para pedir ayuda, y una pareja de guardias civiles se desplazaron con urgencia a la vivienda. Los agentes golpearon la puerta hasta derribarla para prestar auxilio al pequeño y a su madre, que no sufrieron ningún daño.
Los hechos sucedieron una fría noche del invierno de 1964. Enrique aún tiene grabado en su memoria aquel servicio humanitario. «La noche era infernal. Tuvimos que andar cinco kilómetros por caminos hasta la casa donde estaba la mujer, pero todo salió bien», afirma el patriarca de los Rives. «Cuando veo por el pueblo al chaval (el bebé rescatado) me acuerdo del frío que pasamos», añade el anciano.
En uno de los actos conmemorativos del 180 aniversario de la creación de la Guardia Civil, Enrique fue homenajeado en Chiva. La celebración coincidió con otra efeméride: el 179 aniversario de la presencia del instituto armado en este municipio. Como atestiguan documentos de la época, el actual edificio del Ayuntamiento de Chiva fue casa cuartel de la Guardia Civil y centro de reclutamiento en el año 1845.
Los actos contaron con la presencia de autoridades civiles y militares de la Comunitat Valenciana. La Unidad de Música de la Guardia Civil se desplazó desde Madrid para celebrar un concierto y compartió con la Sociedad Musical La Artística el escenario del teatro Astoria.
El patriarca de los Rives se emocionó cuando sus convecinos se congregaron en el pueblo para ver la parada militar y asistir al homenaje a los guardias civiles fallecidos en acto de servicio. Y no fue el único. Enrique Rives (hijo), que estuvo destinado 30 años en el laboratorio del Servicio de Criminalística de la Guardia Civil de Valencia, compartió también recuerdos con su padre y otros agentes jubilados.
Las anécdotas sobre vivencias y sucesos centraron la atención de los presentes. «En un pajar de Turís detuvimos a los atracadores de un banco. Tuve que disparar al aire porque uno me apuntó con una escopeta de cañones recortados», recuerda Enrique (hijo), que estaba destinado en el cuartel de Godelleta cuando ocurrieron aquellos hechos en 1980. «El tiro pegó en un aparato de aire acondicionado y me tocó dar explicaciones, pero al final todo salió bien. Capturamos a los atracadores y nadie resultó herido», añade el guardia civil jubilado.
En las décadas de los 80 y 90, una pistola o un cuchillo, unos minutos de tensión y un buen plan de huida bastaban para robar una bolsa llena de billetes en un banco. Eran tiempos difíciles y peligrosos con un centenar de atracos al mes solo en Valencia y localidades próximas. Pasaron los años y las cifras de robos en entidades bancarias cayeron en picado. Los sistemas de seguridad en las sucursales y el menor uso de dinero en efectivo en las oficinas cada vez quita más el ánimo de los delincuentes, que prefieren atracar otros establecimientos más vulnerables.
Con tanta seguridad y vigilancia, los ladrones de bancos se vieron obligados a cambiar sus métodos y ahora planifican más sus robos y actúan de forma muy organizada para apoderarse de importantes sumas de dinero en pocos minutos. Ahora llevan el sello de la delincuencia organizada: explosivos, butrones o lanzas térmicas.
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