J. F.
Valencia
Sábado, 27 de enero 2024, 02:19
El hombre arrestado como presunto autor del crimen de Antonio López, el sacerdote de 80 años que murió asfixiado en su domicilio en el centro de Valencia, se acogió ayer a su derecho a no declarar ante la Policía. El individuo pasará este sábado a disposición del juzgado de guardia tras agotarse el plazo máximo de detención de 72 horas.
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Como ya informó LAS PROVINCIAS, la Policía Nacional arrestó al presunto homicida tras seguir el rastro de una tarjeta de crédito de la víctima. El hombre de nacionalidad peruana, que fue asistido por una abogada de oficio, no quiso declarar ante los agentes del Grupo de Homicidios por consejo de su letrada.
El individuo realizó un pago con la tarjeta en un bar de Valencia, y esta acción permitió su rápida localización y detención. Además, el sospechoso llevaba el teléfono móvil del clérigo en el momento de su arresto, según confirmó la delegada del Gobierno en la Comunitat Valenciana, Pilar Bernabé.
El detenido tiene más 40 años y es una de las personas que frecuentaba la vivienda del cura, tal y como han podido constatar los agentes del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional de Valencia. Según las investigaciones, el móvil del crimen parece ser económico. Tras la muerte por asfixia de la víctima, el individuo sacó dinero en varios cajeros automáticos y también pagó en un bar de Valencia con la tarjeta de crédito del sacerdote.
El presunto homicida no tiene antecedentes penales y es el principal sospechoso de la muerte violenta. Como adelantó LAS PROVINCIAS en su edición digital, el sacerdote Alfonso López Benito, de 80 años de edad, fue hallado muerto el martes por la mañana en su domicilio, una vivienda de la calle Avellanas junto al Arzobispado, con signos de asfixia y otros indicios criminales.
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La muerte violenta del canónigo emérito de la Catedral de Valencia ha causado una gran conmoción en el Arzobispado de Valencia. El sacerdote había ayudado en los últimos años a varios jóvenes con antecedentes policiales que trataban de reconducir su vida. Algunos de ellos habían estado en su casa, en el número 22 de la calle Avellanas, y conocían sus costumbres.
Un mensaje de WhatsApp enviado desde el móvil de la víctima, cuando acababan de descubrir el cadáver en su domicilio en el centro de Valencia, fue el primer indicio criminal que levantó las sospechas de la Policía.
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El portero del edificio, el hombre que halló el cuerpo sin vida del anciano, informó de inmediato a los policías que había recibido un mensaje del religioso, algo imposible porque la víctima estaba muerta en su cama.
La Policía cree que el detenido quería hacer creer a los amigos del sacerdote que estaba vivo, y por este motivo habría enviado varios mensajes en los que se hacía pasar por el presbítero y daba a entender que estaría ausente una semana «para resolver unos asuntos personales». Era falso. Según las investigaciones, el anciano ya había muerto por asfixia.
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