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«Si los dejamos sueltos, se despedazan en ese mismo instante. Ni armas les hacían falta. Ya sólo sus miradas, mordían». La frase la ... pronuncia hoy un agente de la Policía Nacional que custodiaba a los tres acusados del clan de los 'Marcos' hace tres años en un banquillo de la Audiencia de Valencia. «No le aguantaba la mirada», confiesa. Uno de ellos confirmaba poco después ante el juez que las sensaciones del policía no eran exageradas: «A mí no me hace falta un pistola para armarla».
Y se armó un frío martes de febrero de 2016. Aquel fue el día en el que estallaron muchas de las rencillas entre los 'Marcos' y los 'Bocanegra'. Los dos clanes que incluso hoy niegan su rivalidad, que rechazan pertenecer a ningún clan y que piden que no se utilice ese término en las informaciones. Pero así los considera la propia Policía.
Aquel martes de 2016 todo estalló por un vulgar pedo. Aunque reducir todo a una simple flatulencia es ignorar el armario de odios que desde hace años acumulan los dos grupos. En el juicio se habló luego de trifulcas por trapicheo de drogas. También salió a colación una discusión por unos perros. E incluso los destrozos en un coche, un Ford Mondeo al parecer propiedad de Ramón G. M., alias ' Bocanegra', el hombre de 57 años que recibió tres impactos de bala junto a su hijo. Fuentes policiales sostienen que el telón de fondo de la histórica disputa entre los dos grupos es el control del tráfico de drogas en el barrio.
El caso es que ese 24 de febrero de 2016, niños de las dos familias jugaban en el cruce de la calle Xenillet y Albades. En el corazón de uno de los barrios más degradados de Torrent, con sus muros repletos de pintadas, sus calles sucias porque ni los servicios municipales se atreven a entrar, con tramos aún sin asfaltar. Un lugar en el que un váter abandonado permanece durante días en un cruce, sin que nadie le haga caso. Un barrio abandonado.
Tras ese pedo surgieron a relucir garrotas, pistolas, barras de hierro, navajas... Tres miembros del clan de los 'Marcos', también conocido como los 'Canuto', los que luego se sentaron en el banquillo, abrieron supuestamente fuego contra un padre y su hijo de los 'Bocanegra'. La semilla de la venganza que estalló en el cementerio en Todos los Santos. Los dos familiares resultaron heridos. Más de un centenar de policías tuvieron que tomar la barriada para evitar una auténtica batalla campal.
En el juicio, la Ciudad de la Justicia se blindó. Aún así, durante la vista hubo hasta amenazas de muertes en los pasillos del edificio judicial. La Audiencia consideró que «no se aporta dato incriminador determinante» para condenar a los tres 'Marcos'. La absolución de los tres procesados dejó abierto el camino al 'ojo por ojo' que estalló el lunes en el camposanto. La venganza presuntamente ejecutada por los 'Bocanegra', las víctimas de aquel primer tiroteo en el Xenillet. Y los temores de la Policía es que la violencia puede no haber cesado. «Dame la garrota, trae para acá», exclamaba un joven el lunes junto al cementerio, poco después de atronar los disparos, mientras intentaba que un familiar le devolviera el palo de más de un metro de largo con el que se abalanzaba hacia el cementerio.
A espaldas de los 'Bocanegra' (también conocidos como los 'Mone') y los 'Marcos' se acumulan ya los dos fallecidos del pasado día de difuntos, los dos heridos en el cementerio (los investigadores sospechan que uno de los agresores recibió un balazo o navajazo, como revela el reguero de sangre que dejó en el escenario, antes de huir en una furgoneta que ahora busca la Policía) y los dos heridos de la batalla de 2016.
Hace sólo seis meses, la violencia volvió a dispararse. En mayo de 2018 otra llamada alertó de un tiroteo en el Xenillet entre los grupos rivales. De nuevo gran despliegue policial. Al llegar, ni rastro de casquillos de bala, aunque una supuesta víctima aseguró que habían abierto fuego contra él. La espiral de odio siguió en Alaquàs, donde otro miembro de un clan señaló al de otro por amenazarle de nuevo con una pistola. El día de furia terminó por la noche, en la calle Albocàsser de Torrent, donde una vivienda fue devorada presa de las llamas, supuestamente como represalia al presunto tiroteo. Ninguno de los asuntos quedó aclarado
Hoy apenas quedan integrantes de los dos grupos en el Xenillet. Marcharon a Aldaia, Alaquàs y otros municipios de Valencia, según fuentes municipales. De hecho, los pocos 'Bocanegra' que quedaban han salido pies en polvorosa rumbo a otros municipio. Las Fuerzas de Seguridad han extremado la vigilancia en otros pueblos de Valencia, como Paterna, e incluso de Albacete, en los que tienen nexos familiares, para evitar nuevos enfrentamientos.
Los dos clanes ya escenificaron hace justo tres años, en el día de Todos los Santos de 2018, su historia de odio y mala sangre. Aquella fecha, integrantes de los dos grupos coincidieron poniendo flores a sus muertos. Hubo miradas. Palabras acaloradas. Amenazas. Avisos de «me voy a liar a tiros». Y decenas de policías acudieron raudos al lugar temiendo una nueva tragedia. La cosa no fue a mayores. Hasta tres años después. Y el temor policial es que no cese. La velada conversación entre dos agentes el lunes, mientras el retén fúnebre retiraba uno de los dos cadáveres en Torrent, no dejaba duda alguna: «Esto aún no se ha terminado y va a acabar muy mal».
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