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Un hombre camina junto a la puerta del local donde se produjo la muerte de Wilbert Salazar, en la avenida de La Plata. Iván Arlandis

Las últimas palabras del hombre muerto tras un puñetazo en un local de Valencia: «Cuídate, hijo»

Wilbert Salazar, de origen boliviano, llevaba dos décadas en Valencia, trabajaba como fontanero y era padre de tres hijos

J. A. Marrahí

Martes, 15 de agosto 2023, 00:46

«Estamos destrozados. Indignados. Es un crimen, una injusticia, una negligencia... Jamás esperaba que mi tío acabara así». Es el sentimiento de José Luis, sobrino ... de Wilbert Salazar Medina, el hombre de 44 años y origen boliviano que el domingo murió tras recibir golpes en un local de ocio de la avenida de La Plata de Valencia, en el barrio de Monteolivete.

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La Policía Nacional ha detenido a dos personas y la familia de Wilbert ya anuncia acciones legales, no sólo contra los dos sospechosos de golpear a la víctima, sino también contra los responsables del establecimiento al entender que «complicaron» un rápido auxilio a la víctima.

Wilbert Salazar Medina era hijo de propietarios de campos en su país. Nació y creció en Santa Cruz, en una familia de seis hermanos. Estaba casado y era padre de tres hijos de 28, 19 y 18 años. Llevaba ya casi dos décadas en Valencia, donde echó raíces.

El hombre trabajaba como fontanero y había puesto en marcha una empresa de reparaciones y pequeños trabajos de reforma. Llegó a España en 2005 junto a su mujer. Primero vivieron en la calle Azcárraga y ahora, en San Ignacio de Loyola.

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Y eran muchos los que le querían. «Una gran persona, siempre dispuesto a ayudar a los demás, enamorado de sus hijos, por los que se desvivía», ensalza su sobrino. «El mayor ya es electricista y los dos pequeños cursan FP», describe. Wilbert amaba el fútbol, que solía practicar con sus amigos en pachangas en el cauce del río. Y era seguidor del Real Madrid.

Según el portavoz de la familia, Wilbert había decidido salir con tres amigos compatriotas para conmemorar la fiesta de su país. «Fue el 6 de agosto, pero no habían podido celebrarlo y quisieron hacerlo este fin de semana», aclara. Y acabaron en Chango a las 7.30 horas «para seguir divirtiéndose» tras una larga noche con mucho alcohol. Allí coincidió con su sobrino Miguel, hermano de José Luis.

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«Al mediodía mi tío estaba muy ebrio y Miguel llamó a su hijo Luis, el mayor, para que le recogiera en coche». El joven llegó con una furgoneta, se apeó, entró en el local y fue a buscar a su padre. «Sin embargo, los dos agresores, que hacen funciones de seguridad en el local, no les dejaron salir», mantiene la familia Salazar.

Miguel, el sobrino, «preguntó que quiénes eran para impedirles marchar». ¿Cuál era la explicación? «Un vecino nos contó que se había producido una pelea previa en la que ni mi tío ni sus amigos tuvieron nada que ver. Entonces temieron que acudiera la Policía y detectara ilegalidades y optaron por cerrar la persiana hasta la mitad», entiende José Luis.

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La versión de la familia

Luis llegó a entrar, «exigió poder llevarse a su padre ebrio y el más corpulento de los dos le pegó una bofetada en la cara». Fue entonces cuando «Wilbert se quejó del trato a su hijo, le pegaron también a él dos fuertes puñetazos en la sien y cayó ya al suelo. Mi primo Luis lo levantó y su padre le dijo 'Hijo, cuidate'». Fueron sus últimas palabras.

El asunto no acabó ahí. «Mi hermano Miguel salió del baño y de nuevo el hombre más fornido impidió que se acercara para ayudar a Wilbert». Siempre según su versión, «le amenazaban con que si llamaba a la Policía o a una ambulancia les iba a pasar lo mismo».

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Al final, «echaron del local a mi hermano Miguel y en la calle encontró a una enfermera a la que pidió ayuda». Como mantiene la familia de la víctima, «esta mujer le hizo reanimación, vio que mi tío no respondía y gritaba que llamaran a una ambulancia. Pero allí sugerían que le diera el aire y ya se levantaría». Y así transcurrió «aproximadamente media hora».

Según José Luis, la autopsia no aclaró ayer cuál fue la causa de la muerte de Wilbert, pero su familia ya anuncia «acciones legales contra los agresores y los responsables del local». Están convencidos: «Debieron pedir ayuda para mi tío y no lo hicieron». Tras un velatorio el miércoles en el tanatorio de Picanya la víctima descansará junto a sus padres en Bolivia.

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