Un fallero salvó la vida de una niña de dos años al evitar que cayera desde un tercer piso en Albal tras varios minutos de gran tensión y nerviosismo en los que la pequeña colgaba de la repisa de una ventana. El angustioso rescate tuvo lugar sobre las cinco y media de la tarde del 18 de marzo cuando Francisco Martínez, de 55 años, se dirigía con su mujer y sus dos hijas a la concentración previa de la Ofrenda.
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«Esto ha sido un milagro de San José o de la Virgen de los Desamparados. Yo no soy creyente, pero no hay otra forma de explicar lo que pasó. La niña aguantó colgada dos o tres minutos con sus manitas agarradas a la cornisa», explica una fallera de la comisión L'Hort de Albal.
Tras ver desde lejos la dramática escena, Francisco y un policía local acudieron de inmediato al edificio para auxiliar a la menor. La puerta del patio estaba cerrada, pero dos patadas del agente sobraron para abrirse paso.
Primero subió el policía. El fallero con su traje regional le seguía de cerca. Los dos hombres tardaron muy pocos segundos en llegar a la tercera planta del edificio sin ascensor. «Nunca había subido unas escaleras tan rápido», afirma Francisco.
El agente trató de derribar a patadas la puerta de la vivienda, como acababa de hacer en la entrada de la finca, pero esta segunda vez no lo consiguió, y entonces decidió subir a la terraza para intentar descolgarse por la fachada.
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En la calle, la angustia era cada vez mayor. Varias falleras extendieron las faldas de dos trajes de valenciana como si fueran sábanas, justo debajo de la ventana, para amortiguar el golpe en el caso de que la niña cayera. Y desde el balcón de la vivienda contigua, un vecino alargaba sus brazos en un intento desesperado de coger a la pequeña.
Mientras tanto, el fallero cogió una bombona de butano que había en el rellano y la utilizó como ariete para golpear y abrir la puerta. Una vez dentro de la casa, Francisco se orientó con la luz que entraba por una ventana para buscar a la niña.
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«Estaba todo oscuro, no veía nada, pero más o menos sabía que la habitación tenía que estar junto a la fachada. Corrí hacia la ventana, cogí a la niña de los brazos y la puse a salvo», señala el fallero.
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Desde la calle, un grupo de personas comenzó a aplaudir al rescatador. «¡Francisco ha salvado a la niña!», gritó una mujer. Un inmenso júbilo se apoderó de los falleros y vecinos que se agolpaban en la plaza del Jardín.
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Segundos después, otro fallero de la comisión L'Hort de Albal y el policía local entraron en la habitación. La niña lloraba en los brazos de su rescatador. Estaba a salvo. Francisco se sentía en ese momento el hombre más feliz del mundo. Había evitado que la menor cayera desde un tercer piso.
La madre de la niña estaba adormecida en su cama en la misma habitación tras ingerir pastillas. Al lado de la ventana había un taburete. El policía despertó a la mujer con un suave zarandeo. Ni los golpes ni lo gritos habían interrumpido el sueño de la joven, que cogió en brazos a su hija cuando se espabiló.
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Francisco bajó a la calle y recibió felicitaciones de sus hijas, su mujer y de sus amigos y vecinos. En poco menos de tres minutos se había convertido en un héroe fallero. Su hazaña lo convirtió en el protagonista de la Ofrenda.
La Policía Local de Albal informó del grave incidente a los Servicios Sociales y realizó el correspondiente atestado para que la Fiscalía de Menores valore la situación de riesgo que vivió la niña.
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