Vecinos de Tárbena: «Estamos desesperados porque esto es un polvorín»

Desde el llamado 'balcón' de Tárbena se pueden disfrutar de una de las mejores vistas de toda la comarca de la Marina Baixa. Su privilegiada situación, a 560 metros sobre el nivel del mar, permite contemplar el mar Mediterráneo con la cúpula de la iglesia de Altea flotando sobre él, la mole de la Serra Gelada y los rascacielos de Benidorm.

Sin embargo, este lunes ninguno de sus 630 vecinos se dedican a disfrutar de esas vistas. De hecho, nadie mira al mar, al que dan la espalda con los ojos clavados en la sierra y en la columna de humo que se eleva sobre la misma. Sobre sus cabezas, como si de un aeropuerto en hora punta se tratara, los helicópteros maniobran para recoger agua desde la piscina municipal y descargarlos sobre el frente de llamas que, desde el domingo a mediodía, ha calcinado algo más de medio millar de hectáreas y ha obligado a desalojar a 180 personas.

Entre las personas que observan el ir y venir de los helicópteros entre el humo, todas jubiladas, Tomás es un veterano de una zona que conoce bien. Todavía no ha podido pisar la zona afectada por el incendio, pero explica que «lo que tenemos en la sierra es un polvorín y lo hemos pasado mal [durante la noche]».

En cualquier caso, este vecino confía en que las cosas evolucionen de forma favorable. «Cuando llegamos, vimos que no hacía viento y se podía trabajar. Ahora tampoco hace viento y los helicópteros están trabajando muy rápido, pero ha hecho mucho daño y estamos desesperados porque esto es un polvorín».

Nadie puede acceder al perímetro del fuego, pero Tomás hace una perfecta fotografía de lo que podríamos ver allí. «Hay un barranco que nace desde el Algar y el Coll de Rates. Aquí la pluviometría es muy alta y se reproduce mucho la zona forestal y ahora está al máximo. Es una zona muy mala de limpiar en su totalidad, pero es un polvorín y siempre se quema cuando más peligro hay».

Además, «hay muchas casitas diseminadas que tienen sus campos. Algunos lo tienen limpio alrededor y otros no tanto… pero con esa suciedad que hay en la sierra es muy difícil. Me han dicho que alguna se ha quemado».

Algo más retiradas, como si no quisieran ver la realidad de lo que está sucediendo a pocos kilómetros se sus casas, dos vecinas, Vicenta y Vicenta, charlan en el portal de una de ellas. «Tenemos mucho disgusto porque el fuego ha llegado a una casita que tenemos, que es de mi hijo. Y como a nosotros, le está sucediendo lo mismo a mucha gente que la tiene bien arreglada».

En cualquier caso, no le preocupa mucho el futuro de esa construcción «porque está en ruinas. La queríamos vender… ya veremos. Me da pena porque eran más de diez mil metros… lloré y todo ayer por la noche. Mi jardincito me lo ha quitado seguro».

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