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Victoria cuenta las desgracias que sufrió mientras estaba dentro del grupo fanático de Castellón. LP
Mi vida en una secta

Mi vida en una secta

Una mujer relata cómo escapó de un grupo fanático asentado en Castellón. «Un día de retiro espiritual supone un ingreso de 4.000 euros»

Domingo, 10 de marzo 2024, 00:55

Victoria estuvo un año absorbida por una secta en Castellón. La anularon. Le pegaron. Se aprovecharon de sus debilidades para conseguir someterla. Hacer de ella un folio en blanco. Moldearla a su antojo. Su nombre es ficticio para proteger su identidad, pero su historia es real. Un relato que narra la crudeza de los grupos fanáticos y cómo captan a sus víctimas.

Victoria tiene 41 años. Estuvo un año y medio atrapada en el grupo fanático que se asentaba en Burriana. Hasta que logró ver la luz y decidió escapar del bucle de violencia y dominación en el que se encontraba. La mujer ha logrado rehacer su vida fuera de España. Pero todavía se le crea un nudo en la garganta cuando recuerda el infierno que atravesó. «Consiguen captarte sin que te des cuenta», relata Victoria.

Antes de caer de lleno en las garras del grupo fanático, la mujer ya frecuentaba espacios «con derivas sectarias». Le interesaban mucho los cursos de sanación. «Mi marido y yo ya teníamos la mente amoldada antes de entrar en la secta», acepta Victoria. Comenzaron a adentrarse en la espiritualidad. Un mundo que parecía inofensivo pero que acabó consumiéndoles. Incluso rompió su matrimonio. Hasta que Victoria logró escapar y se reconcilió con su esposo. Han pasado cinco años desde entonces, pero el tema sigue siendo delicado para la pareja.

De los cursos comenzaron a acudir a ceremonias de la toma de ayahuasca (una droga alucinógena muy potente). Era todo una trampa. El líder de la secta, que se autodenominaba un 'chamán', utilizaba este estupefaciente para conseguir que sus seguidores le confiaran sus más profundos secretos. Luego empleaba las debilidades de sus seguidores para conseguir manipularles. En palabras de Victoria, los rituales que implicaban la toma de esta sustancia eran claves para que el dirigente de la secta moldeara la mente de los miembros a su antojo.

Si el líder te consideraba «digno» te ofrecía unirte a retiros espirituales. Y ahí comenzaba la estafa económica. «Un día de retiro con ayahuasca supone un ingreso íntegro de 4.000 euros que van a parar directamente al bolsillo del líder», denuncia Victoria. Cuando la mujer se metió de lleno en ese mundo abandonó todo. Sus ahorros se esfumaron. También se alejó de su familia y rompió su matrimonio.

En el recinto donde estaba establecida la secta había lo que llamaban la 'ermita'. Allí practicaban ceremonias de índole hinduista. Cantos y rezos en un espacio muy pequeño y lleno de humo. «El líder decía que le poseía un espíritu llamado 'Thatha' que era capaz de cumplir todos tus deseos», revela Victoria. Este era el gancho para conseguir que sus seguidores dependieran de él y lo idolatraran.

La mujer se volcó en participar en los retiros espirituales. Algunos incluso de 20 días. En estas jornadas, el líder se encargaba de mermar las fuerzas de los fieles.

«Nos hacía caminar descalzos o nos pasábamos el día adorando y lavando una piedra como un acto ceremonial», recuerda la antigua seguidora. Dormían en el suelo en pleno invierno «para renunciar al confort». También se duchaban con agua helada. Estrategias para lograr debilitarlos.

«El líder iba eligiendo a sus personas de confianza. A mi marido intentó expulsarle varias veces de la secta porque él se estaba dando cuenta de que la situación no era normal», relata. Al final, su esposo decidió abandonar el grupo fanático. Pero a Victoria le costó más salir.

Dentro de la secta, los roles de cada miembro estaban perfectamente establecidos. El «chamán» se rodeaba de mujeres. «Había una que le daba un masaje mientras otra le traía la comida y otra mujer lo entretenía hablando», revela. Pero a ella la eligió para que fuera su pareja. Más bien, la utilizaba como sirvienta.

Lo acompañó a un retiro espiritual que celebraban en Estados Unidos, donde tenía muchos seguidores. El líder se rodeaba de una mujer que decía ser psicóloga pero que era «una herramienta más para conseguir manipularte». Aquel viaje fue clave para conseguir captarla por completo. «El líder y la psicóloga me convencieron para que dejara a mi marido. Me hicieron creer que era lo mejor para él. Me dijeron que estaba enfermo y necesitaba 'sanar'». Todavía está incrédula de haber llegado a ese punto. Pero lo hizo. Se separó y comenzó una relación sentimental con su 'chamán'.

«Me pegaba y me humillaba. Luego lo justificaba diciendo que un espíritu llamado 'Thatha' se había metido dentro de su cuerpo y que por eso actuaba así», rememora. Aquel hombre ejercía todos los tipos de violencia que existieran sobre ella: física, psicológica y sexual. «Se excitaba sexualmente cuando te hacía llorar», revela.

Pasó el tiempo y cada vez las agresiones se volvieron más frecuentes. Hasta que llegó la gota que colmó el vaso. El 'chamán' le propinó un bofetón muy fuerte y ella decidió abandonar la secta. «Gracias a mi familia y al psicólogo especializado en estos casos, Miguel Perlado, pude irme», cuenta Victoria. El profesional ha participado en el IX encuentro nacional sobre sectas celebrado este 1 y 2 de marzo en Alicante. Según los datos aportados por los expertos, en la Comunitat Valenciana hay cerca de 60 sectas.

Consiguió reparar la relación con su marido y empezar una nueva vida junto a él fuera del país. Aun así, todavía le quedan heridas emocionales muy profundas por sanar.

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