LP.ES Y EFE
Martes, 2 de junio 2020, 11:09
La empresa informática Upicus, con sede en el Distrito Digital de Alicante, ha creado una superplataforma que, aplicada en su máxima capacidad, según explican sus desarrolladores, podría contribuir a contener la pandemia y minimizar el perjuicio económico derivado.
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El software Epicus, inspirado en programas de gestión empresarial desarrollados anteriormente por módulos, integra la capacidad de supervisar los contactos con posibles contagiados, establecer perímetros seguros y certificar la salud de usuarios particulares y establecimientos comerciales.
El funcionamiento de esta plataforma se basaría en las conexiones que son capaces de establecer los teléfonos móviles -«hasta el más rudimentario 'smartphone' valdría»- o bien se podrían utilizar unas pulseras electrónicas personales «que valen unos cuatro o cinco euros».
El software en cuestión permitiría a cada usuario conocer si ha estado en contacto con personas infectadas o si ha visitado lugares que pueden haber sido declarados inseguros, siempre de forma anónima.
Según explica a EFE el director ejecutivo de esta firma, Juan Saussol, un equipo formado por 25 personas han trabajado intensamente desde que se empezó a adivinar la verdadera dimensión de la pandemia y el pasado 18 de marzo ya tuvo lista «una propuesta capaz de ser aplicada en la Comunidad Valenciana en siete días«.
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«Es una herramienta con la que se pudo gestionar la precrisis, se puede gestionar la crisis y la postcrisis. En esta aplicación cada rol, cada actor, recibe la información e indicaciones necesarias, se pueden activar autorizaciones para un determinado tipo de transporte, activar el confinamiento de quienes hayan estado expuestos a riesgos o permitir el acceso a unas determinadas instalaciones en función de nuestra situación personal«, detalla.
Al mismo tiempo, «podemos compartir datos directamente con autoridades sanitarias sin saturar el servicio, informando cada uno sobre sus síntomas, de forma que el confinamiento podría haber sido mucho más eficiente».
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«También los investigadores podrían lanzar o contrastar determinadas hipótesis -explica-. Comprobar qué tratamiento funciona mejor para un paciente diabético o hipertenso, por ejemplo. Los hospitales pueden adaptar sus protocolos en cada momento y comunicarlo a sus profesionales y usuarios y cualquier persona podría saber qué puede y qué no puede hacer, incluso podría preguntarlo a un robot en un chat automático».
Otros ejemplos de las posibles aplicaciones de esta plataforma sería la gestión de las ayudas públicas para autónomos o afectados por ERTE o el establecimiento de un sistema común y único para la gestión de las playas y el uso de estos espacios públicos.
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En esta plataforma, cada persona dispondría de un «pasaporte de movilidad o salud» con códigos de colores (verde, amarillo y rojo) en función de los posibles riesgos a los que haya estado expuesto y conocería del mismo modo el estado de los lugares que visita.
«Creemos que un paciente en riesgo está dispuesto a ceder sus datos para que se le trate de la forma más efectiva posible. Creo que hemos entendido lo que es una situación de este tipo, tener miedo de ir a comprar, de haber estado cerca de alguien contagiado, y este sistema puede ser muy útil en este aspecto», explica Saussol.
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