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Fueron las protagonistas de uno de los mejores filmes de terror del cine patrio, aquel en el que José Luis López Vázquez quedaba atrapado en ... una, y también fueron el último refugio de Tippi Hedren ante el ataque de las gaviotas (y, por lo que se cuenta, también de Alfred Hitchcok). Son, de cualquier forma, el símbolo de una era. Las cabinas telefónicas, condenadas al olvido por la aparición primero de los teléfonos móviles y luego de Internet, desaparecerán estas semanas de Valencia. Operarios municipales y de la empresa que las gestionaba las retiran estos días de las calles. Aunque se quedarán una o dos, no se sabe si en la vía pública o en un museo, el Ayuntamiento ya busca nuevos usos para los puntos de conexión.
Según el concejal de Agenda Digital, Pere Fuset, desde Smart City València están estudiando distintos usos para los puntos de conexión que quedarán cuando se retiren las cabinas. «Está la posibilidad de reforzar la cobertura wifi pública dentro de la estrategia contra la brecha digital, ofrecer puntos de carga para dispositivos electrónicos y smartphones, botones de emergencias y pantallas táctiles con información ciudadana así como sensorética relativa a la contaminación acústica y atmosférica u otras funcionalidades que permiten al Ayuntamiento obtener datos para ser más eficientes en la gestión».
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Las primeras cabinas en retirarse han sido las del entorno de la avenida Tres Cruces, aunque lo cierto y verdad es que en los últimos años ya se habían quitado de la vía pública muchas situadas en enclaves donde el Consistorio quería potenciar los itinerarios peatonales. Sin embargo, las quejas de los vecinos eran constantes porque de un tiempo a esta parte lo que antaño era la única manera de avisar de que ibas a llegar tarde a casa o de pedir a tu padre que viniera a por ti se habían convertido en altares al vandalismo: ya no quedaban teléfonos, claro, pero las nuevas «cabinas», que ni siquiera eran cerradas, estaban repletas de pintadas.
Queda por ver qué pasará con un número muy reducido de cabinas que serán respetadas, aunque el concejal Fuset ha dicho este jueves que no descarta que sean trasladadas a un museo para poner en valor su importancia en una época que ya ha terminado.
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