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La carrera política de Juanma Badenas ha sido fulgurante. Pero como los astros que cruzan el cielo, la estrella en ascenso de Vox en Valencia ... se ha convertido pronto en un meteorito ardiente que viaja por la vasta inmensidad de la irrelevancia. Pero antes de desvanecerse en la larga noche política, algo a lo que parece irremediablemente abocado, en su estela aparecen distintos aerolitos que amenazan con caerle encima a la alcaldesa Catalá. El último, este mismo miércoles: un pleno plácido, hasta amigable, ha terminado explotando cuando agentes de la UCO han entrado al Ayuntamiento pidiendo contratos de Valencia Activa, la fundación que presidía hasta hace un mes el mismo Badenas.
No nos vamos a llevar a engaño: Valencia Activa siempre ha sido una plaza compleja. Por ahí han pasado cinco concejales (tres del PSPV) y todos han tenido sus más y sus menos con Intervención por cómo se hacen las cosas en la sede de Guillem de Castro. Sin embargo, algún que otro error de contabilidad es una cosa, digamos, aceptable, pero que vengan agentes de la Guardia Civil a preguntar por unos contratos en concreto tras sendas denuncias de la oposición es otra muy distinta.
Y es, por tanto, una trampa más para Catalá. Seguro que Badenas no lo ha hecho adrede, pero lo cierto es que su proceder en Valencia Activa está en tela de juicio. Primero fueron unos audios desvelados por The Objective, luego el contrato con la empresa editora de Ok Diario, para terminar todo con la zarzuela mala de marzo, cuando Madrid le expulsó del partido. La alcaldesa lo echó del gobierno municipal (probablemente respiraría tranquila) pero luego tuvo que admitirlo cuando en el primer pleno, el de marzo, Badenas y Cecilia Herrero torpedearon una votación importante sobre el Nou Mestalla. La paz volvió al primer piso del Ayuntamiento, pero a costa de estar más cerca de lo que quizá Catalá querría de una bola de fuego ardiente que todo lo quema.
Badenas no se ha granjeado demasiados amigos en la Casa Gran. Siempre anda solo por los pasillos, junto a Cecilia Herrero. Cuando salió de Empleo, los funcionarios lo celebraron, porque en el trato es algo distante, muy poco político. Y eso es imperdonable para alguien que ha pasado de candidato y segundo teniente de alcalde a trampero, condenado al ostracismo del último banco del hemiciclo, allí donde nadie le ve, trabajando en silencio, objeto de las pullas de Borja Sanjuan pero sin poder responderle. Ya no tiene detrás el apoyo de su partido para levantarse y pedir, muy recto y muy serio, derecho a réplica por cualquier ataque del portavoz del PSPV, especialista en sacarle las cosquillas al siempre correcto concejal de Vox.
Llegados a este punto, sólo se puede esperar que el fuego se consuma sin quemar a nadie. Ya se sabe que en política es casi tan importante no cometer errores como no estar cerca de quien los comete y Badenas, en el Ayuntamiento, es una trampa casi mortal para quien se aproxime más de la cuenta a un candidato reconvertido a sombra.
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