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Si ayer era el Día del Soltero, hoy toca hablar de los enamorados. Y si en Valencia cabemos de uno de uno, más aún de dos en dos. La ciudad está repleta de muestras de amor, más o menos creativas, sutiles, sentimentales... Y en San Valentín, toca enseñar algunas de tantas.
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Entre los diferentes murales del Mercado de Rojas Clemente se luce un canto al amor de primavera, ese que llena mariposas en los estómagos y letras de canciones.
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Clara, Carpe, Sheyla y otro centenar de personas deciden exponerse a toda la Valencia pintando sus historias de amor en la V-30. Hay para todos los tipos, hasta declaraciones de amor hacia el Valencia C.F.
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En plena Gran Vía nos topamos con otra de las constantes de las calles de Valencia: hilos y lanas formando palabras en locales desocupados. Este es una explicación para que ni guiris ni locales se pierdan en traducciones imposibles.
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En la misma calle encontramos una de las pintadas que protagoniza este personaje, presente en decenas de paredes de toda la ciudad. A veces lleva una exclamación, pero otras este corazón.
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En una callecita a pocos metros de las Torres de Quart, hay una especie de eferméride amateur improvisada en permanente, escrita en italiano: "Incluso esta ciudad vio el amor más grande del mundo".
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Y si giramos dos pasos, un pequeño mural con dos amantes besándose, y el skyline de una ciudad impreso sobre sus cuerpos. Ciutat Vella despierta pasiones.
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Entre todas los animales nocturnos que se encuetran en el Carmen, Catwoman y Batman han sido inmortalizados en la Calle Baja. Solo coqueteando, aunque un "Miau" posterior les anima a más.
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Las buenas noticias se comparten, o eso pensó JH cuando hizo esta pintada en una pared de la plaza de Santa Creu.
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El barrio del Carmen está repleto de corazones rojos, que no forman parte de nada, que simplemente están ahí para recordarte de vez en cuando algo. Mario y Mariló decidieron adueñarse de uno.
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La calle Moret se ha convertido en un proyecto artístico en el que se transforman las fotografías en murales. Uno de ellos es una pareja. Al lado, un mensaje: prohibido no besarse.
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En la calle Pérez Escrich, al lado de una de las salas de conciertos más activas de la ciudad se esconde una declaración algo ambigua aunque sin duda trabajada.
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Mucho mejor que escribirlo es decirlo de viva voz, porque seguramente esa sea la manera más cívica de expresar el amor. Y además así no habrá duda de que el destinatario se entera del mensaje.
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