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Un avería en el suministro eléctrico ha causado este miércoles un apagón en el barrio de Campanar de Valencia. La incidencia ha provocado que no funcionen los semáforos y ha afectado también al centro comercial de Nuevo Centro, situado en esa zona.
Según explica Iberdrola, la avería se ha producido en la zona sobre las 11.30 horas y ha afectado a unos 4.500 clientes. Buena parte de ellos han recuperado el suministro media hora después, pero aún quedaban 500 clientes sin luz concentrados en la manzana y alrededores de Nuevo Centro. Sobre las 20.00 horas, desde la compañía han explicado que han conectado siete grupos de electrógenos y están añadiendo otros tres y que sólo quedan unos 70 clientes por recuperar la luz.
Cuando esta mañana, las luces se apagaron, reinó la confusión. En el centro comercial, el apagón dejó sin luz ni aire acondicionado a decenas de comercios, que tuvieron que parar su actividad hasta que se restableciera el suministro.
La avería ha afectado también al edificio del Instituto Valenciano de Oncología (IVO), que se encuentra a pocos metros del centro comercial. En el centro médico han entrado en funcionamiento los generadores autónomos, aunque no funcionaban algunas luces ni el aire acondicionado.
«Cuando se ha ido la luz, la gente seguía en los probadores como si nada», ha contado la responsable de una de las tiendas del centro comercial. Los clientes insistían, empeñados en llevarse una prenda a casa. Aferrados a la linterna del móvil para moverse por dentro de la tienda y sofocando el calor con abanicos. «Les hemos tenido que decir que se fueran. Ni siquiera podíamos cobrarles porque no funciona el datáfono ni la caja registradora», cuenta la comerciante.
Los clientes exhibían la cartera con dinero en efectivo o pedían recoger los pedidos 'online'. Después, salían conforme entraban al ver que no era posible comprar. Una mujer abandonaba el recinto a paso rápido, dejando que sus tacones resonaran con fuerza en el suelo para mostrar su indignación. «Hay que ver», ha dicho elevando la voz. Como si la avería pudiera resolverse con su queja.
Los dependientes al cargo de los establecimientos han optado por poner perchas vacías a modo de barrera. Ahora, hacen guardia junto a la entrada para que nadie se cuele por la puerta. Pero aún así, hay quien no se toma las grandes barras de hierro como señal de que no pueden pasar y se acercan a preguntar. «No funcionan las alarmas y tampoco podemos bajar las persianas porque son eléctricas», dice Orianna, la dependienta de una tienda de productos para coleccionistas.
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