La actuación del Ayuntamiento en la plaza Polo de Bernabé, en el barrio de Exposición, ha puesto encima de la mesa un problema que, como tantos otros, se había perdido en las grietas de la actualidad diaria: los bancos de Valencia. Puede parecer un ... problema no demasiado grave: en el mundo de la guerra y la inflación, los respaldos de los bancos no parecen una cuestión de primer orden. Pero para decenas de miles de personas en toda la ciudad, la falta de 'alma' del nuevo mobiliario urbano es un caballo de batalla diario.
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Los 'iaios' de Exposición fueron los primeros en poner el grito en el cielo cuando vieron que el Ayuntamiento se había metido a reformar una plaza (nada que decir al respecto, hasta la Defensora del Mayor, Susi Pérez, admite que la zona necesitaba una revisión) pero que en el proceso amenazaba con retirar los bancos de madera con respaldo para colocar otros de hormigón sin espacio para apoyarse. La concejalía de Ecología Urbana, encargada de la obra, salió el lunes por la tarde rápidamente a explicar que mantendrá los bancos con respaldo.
Pero en otras plazas de la ciudad donde ha intervenido el Ayuntamiento no se ha hecho. La más paradigmática, la que tienen muchos mayores en la boca cuando se les pregunta por la cuestión, es la novísima plaza de la Reina. Los bancos recién instalados son de hormigón y no tienen respaldo, lo que multiplica la cantidad de gente que puede usarlos porque pueden sentarse espalda con espalda, pero dificulta su uso para los más mayores. «Me parece fatal si sólo hay de esos porque la gente mayor también tiene derecho a usar una plaza donde además van muy a menudo porque son los más beatos, van mucho a la Catedral», apunta Pérez.
En la plaza de Brujas, la incomodidad de los nuevos bancos viene determinada porque son... redondos. Están ubicados en torno a grandes maceteros, lo que complica su uso para personas con movilidad reducida, como en muchas ocasiones son los mayores. Además, la plaza tiene el problema añadido de que la cruzan autobuses de la EMT que dan la vuelta para enfilar de nuevo por la avenida del Oeste, por lo que es peligrosa para las personas de más edad.
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Este particular recorrido por los bancos sin alma continúa por la plaza de San Agustín, ese batiburrillo sin orden ni concierto donde se dejaron caer bancos sin respaldo en un espacio que cuenta incluso con una marquesina de la EMT donde no para ningún autobús y donde algunos se preguntan, con guasa, si el que para es el Autobús Noctámbulo de Harry Potter. De nuevo, piezas de hormigón, que se calientan al sol, en una plaza dura, sin más sombra que la que da la curiosa marquesina. Los vecinos reconocen que la plaza apenas tiene uso porque es una plaza «muy dura» donde es «muy incómodo» sentarse a descansar: «Le da el sol casi todo el día».
Por todo el centro de la ciudad se pusieron de moda, hace unos años, los bancos antimendigos. Sin llegar a los extremos del mobiliario urbano de otras ciudades donde se colocan protuberancias en los bancos para evitar que la gente se acueste, en algunas calles como Arzobispo Mayoral hay bancos individuales, con respaldo bajo, donde no se pueden echar las personas en situación de sinhogarismo pero, además, donde no se pueden sentar o dos más personas. «Hay que tener en cuenta que la gente mayor somos los que más tiempo libre tenemos y los que más hacemos uso del mobiliario urbano», ha dicho la Defensora del Mayor, que ha añadido que los respaldos provocan «muchos accidentes» con los más pequeños cuando juegan y e intentan saltarlos, tal como ella comprobó en su etapa de pediatra.
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El secretario en Valencia de la Unión de Consumidores de España (UCE), Vicente Inglada, ha apuntado que los bancos, así como el resto del mobiliario de la ciudad, «se tienen que adaptar a las necesidades de la ciudadanía». «En ese sentido tienen que ir incorporando medidas que contemplen los problemas de movilidad de una gran parte de la población y la necesidad de poder descansar de la manera más cómoda posible», ha explicado Inglada, que ha añadido que además de pensar en las necesidades físicas «también es necesario pensar en la sostenibilidad y en el entorno».
Sobre la falta de respaldo en muchos de estos nuevos bancos que coloca el Consistorio, ha apuntado que con un apoyo son «más cómodos, pero dependerá el uso y el tiempo que se vaya a estar». «En ese sentido estaría bien preguntar o pedir un estudio al Instituto Tecnológico de Biomecánica que tiene estudios sobre las necesidades de la gente mayor», ha señalado Inglada.
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Desde Urbanismo han apuntado que las obras que hace el Ayuntamiento siempre tienen un número de bancos con respaldo que hay que colocar de forma obligatoria porque así lo exige la normativa de accesibilidad. Eso ha ocurrido en las obras de la plaza Polo de Bernabé, como se apresuró a decir Campillo, para acallar lo que era toda una rebelión de los más mayores, en muchas ocasiones obviados por las políticas que no piensan en quienes más uso hacen del espacio público.
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