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Vistas desde el ambulatorio del barrio de Nazaret con las grúas del puerto de fondo. Txema Rodríguez

Nazaret, el barrio al que perder lo bueno le salvó de lo malo

Los de siempre. Sin playa ni huerta, encajonados y desconectados de la ciudad se mantienen gracias al empeño por preservar su esencia

Mar guadalajara

Lunes, 6 de diciembre 2021, 01:34

Es día de mercado en Nazaret y en las calles se respira la vida de un barrio de los de antes. En cualquier acera se puede formar, en cuestión de segundos, un corrillo de vecinos. Pasear por las calles de Nazaret es lo ... más parecido a hacerlo por esos barrios en los que las tiendas aún pasan de padres a hijos y en los que el cliente conoce a quien está al otro lado del mostrador. Aquí, los comercios, como los vecinos, son los de toda la vida, los de siempre. Y sobreviven pese a todo.

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Pese al barullo del mercado, las conversaciones y los saludos se hacen oír. Maria José y Pepe se encuentran con otro vecino, de nuevo se hace inevitable el corrillo. «Nos hemos acercado a ver el mural», dice ella refiriéndose al que se ha pintado para la memoria del barrio, por Paco Roca y Martín Forás. «Es que ahí se ve, este barrio lo ha perdido todo, la playa, la huerta, nos han quitado todo y sin darnos nada a cambio, aún tienen mucho que hacer aquí», añade en tono de queja.

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Es cierto. Perdió la playa, se quedó sin huerta y se quedó aislado, como un pueblo al margen de la ciudad. Y es que Nazaret también es ese barrio para el que no llegan los fondos europeos, que está tan cerca del mar y a la vez tan lejos. Tiene el mismo encanto de los poblados marítimos de un barrio de pescadores, el mismo paisaje de viviendas de poca altura y la misma historia o muy parecida a la de sus vecinos del Cabanyal. Fue el aislamiento obligatorio lo que llevó a los vecinos a hacerse más fuertes y a construir desde lo perdido. Sus reclamaciones son ya históricas: un tranvía que ahora está en construcción, un parque en condiciones en el antiguo cauce del río Turia, o la rehabilitación de viviendas a las que el Ayuntamiento ha retirado la protección y sobre las que se proyectan nuevas.

En sus calles se aprecia la diferencia entre lo viejo y lo nuevo en un barrio que aún parece estar a medio hacer

«Vivimos tranquilos eso sí, ahora mucho más que antes, porque aquí había delincuencia y droga, y eso se acabó, sobre todo lo más gordo», comenta Jesús que pasea a su perro y lo hace precisamente sobre lo que antes era la desembocadura del río Turia. «Esto es un estercolero, lo puedes ver», dice señalando. Allí, sobre esa antigua desembocadura, está proyectado el parque del mismo nombre en el plan Nazaret, que después de mucho tiempo, empieza a estar sobre el papel. Hace unos días la Autoridad Portuaria aprobó la licitación de la redacción, todavía, del proyecto.

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En las calles se ve claro. Esa diferencia entre lo nuevo y lo viejo, en un barrio que parece estar aún a medias. Con infraestructuras nuevas entre casas bajas, y las grúas de las parcelas en las que se construye vivienda de obra nueva. «Mis hijos se han quedado, quien es de aquí se queda, ahora están haciendo ficas nuevas, casas y está llegando gente de fuera, alemanes y franceses y todo», comenta Julián con las manos ocupadas por ir cargando con la compra. En ese momento dos chicas jóvenes pasan junto a él y se saludan. «Otra cosa buena, es que incluso los gitanos están integrados, son parte del barrio, nos guste o no, son tan vecinos como cualquier otro», añade.

Vecinos y calles de Nazaret. Txema Rodríguez

En el bar cercano a la zona del puente de Astilleros el almuerzo se alarga. Para Antonio es la mejor parte del día, porque allí puede «arreglar el mundo». Su mundo, que es su barrio, por el que dice que va a seguir peleando a pesar de todo lo que aún queda por hacer. «No hemos dejado de ver obras y planes urbanísticos, pero mira, aquí seguimos». Y es que puede que todo eso que perdieron, el quedar encajonados por el puerto o desconectados del resto de la ciudad les haya mantenido allí a los de siempre, porque son los vecinos los testigos de sus orígenes y su esencia.

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Entre las promesas de un plan urbanístico que no llega

Esa lista de cosas pendientes la tienen grabada. Cualquiera en el barrio sabe lo que es el Plan de Nazaret y lo que supone para la zona, tan degradada y explotada, entre construcciones nuevas y casas en ruinas, o contrucciones históricas que han perdido su protección, abandonadas por la propia administración.

La idea del plan Nazaret es la de contruir «un nuevo pulmón verde y una superficie multifuncional que reforzará el entramado social y urbano de este barrio, y actuará como dinamizador de la economía», según dijo esta misma semana la Autoridad Portuaria de Valencia (APV) cuando publicó el pliego para la contratación del servicio de redacción del proyecto de urbanización de las áreas 2 y 5 de este plan. El conjunto del sector terciario y dotacional se integran en la trama urbanay recae en el parque de Desembocadura.

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