El botellón se descontrola en El Palmar y deriva en vandalismo

En la pedanía de El Palmar están en fiestas. A mediados de julio arrancaron sus festejos patronales en honor a la Purísima Concepción y al Santísimo Cristo de la Salud. Son las primeras tras la pandemia, con lo que a la euforia de poder volver a celebrarlas se suma la extensa programación de verbenas y discomóviles organizadas este año. La fiesta trae de la mano el botellón que este año se ha descontrolado hasta derivar en vandalismo.

Esta pedanía que se sitúa entre dos aguas ha conseguido preservar su esencia, abrirse al visitante por pura supervivencia, pero se ha visto desbordada por la masificación y la popularidad que ha alcanzado. Su singularidad y proximidad al lago le dan el atractivo natural que este verano ha venido adornado por el regreso de las fiestas y las verbenas en la zona.

Desde la Asociación Vecinal lo achacan a que a las fiestas patronales de la pedanía se están acercando grupos de jóvenes de otras localidades próximas que llegan en el nuevo servicio nocturno de autobús de la EMT. «Como este año tenemos bus nocturno, llegan a las 0:30 y solamente se pueden marchar a las dos o a las siete de la mañana, Así que desde que se acaba la fiesta hasta las siete tenemos gente borrachisima haciendo maldades», comenta la presidenta de la asociación vecinal, Cintia Sancanuto.

Lo que relatan los vecinos son episodios de vandalismo nocturno, molestias y ruidos. «Por aquí ha tenido que venir la Policía varias noches, no es lo habitual, pero este año se han pasado, son chiquillos, pero las hacen gordas», dice Miguel, que se refugia del calor junto con Juan y Ramón y comentan lo sucedido durante las fiestas. «Es que dejan vómitos y meados en las calles, la porquería la lanzan a la acequia, también tiraron un contenedor, y están toda la noche por ahí haciendo el gamberro», añade Ramón.

Los residentes creen que se trata de grupos de menores que llegan en autobús, como advierte Sancanuto, y sostienen que no son del pueblo, aunque entienden que la fiesta lo ha fomentado. «Va todo de la mano, está claro, pero que haya verbena no implica que tenga que haber botellones, porque van todos con bolsas por ahí, y luego lo que hacen después por estar bebidos», asevera Luisa, que deja claro que no estos incidentes es la primera vez que ocurren en la pedanía. «Es verdad que llevamos dos años de pandemia, pero no recuerdo que hubiesen tantas molestias antes, en otras fiestas», asegura.

Algunos coches han amanecido con retrovisores rotos, también han roto enseres de pesca y han volcado barcas de paseo, y hasta aparecieron bicicletas hundidas en las acequias. Los vecinos también han denunciado desperfectos en el mobiliario urbano y relatan como de madrugada los jóvenes saltaron la valla de la piscina municipal. «El mismo viernes vinieron tres ambulancias a las cinco de la madrugada por comas etílicos». La presidenta de la asociación vecinal ha mostrado su preocupación y desde la entidad la trasladó a la Policía Local, además de denunciar la situación a través de las redes sociales.

«Nos preocupa porque somos un pueblo pequeño. Nos ha costado mucho tener un servicio de transporte público medianamente decente, lo mismo que la piscina. Si ahora nos vemos con todos estos problemas perderemos lo poco que tenemos», declara Sancanuto. La celebración se alargará hasta agosto. «Se ha convertido en una gran verbena todo el mes de julio», con lo que los vecinos reclaman no sólo el civismo sino también control policial. Por ahora, tienen un descanso en la programación hasta la verbena del próximo 4 de agosto.

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