![Desorden de maceteros, bancos y farolas en el cenro de Valencia.](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/05/28/montaje.jpg)
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Lola Soriano Pons
Valencia
Martes, 28 de mayo 2024, 00:57
La primera impresión es la que cuenta. En un mundo donde todo se registra a golpe de 'click' en el teléfono móvil, es importante que Valencia se sepa 'vender' y más aún si el escenario inmortalizado en la foto de los turistas es precisamente la ... ruta por donde sí o sí pasan todos los días cientos de visitantes ingleses, franceses, alemanes o asiáticos.
En un recorrido por el trazado comprendido entre la plaza de San Agustín, plaza de la Reina, plaza del Ayuntamiento y plaza del Patriarca es fácil comprobar que falta crear un sello, una imagen, un discurso que debería de estar plasmado en el mobiliario urbano, tanto en los bancos, como en los maceteros, papeleras, farolas y zonas de sombra.
Y es que, hoy en día, como ya describió la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, en su reciente intervención en el evento 'Somos Más' organizado por LAS PROVINCIAS, en «los cerca de 800 metros que separan estas cuatro céntricas plazas hay 16 tipos diferentes de maceteros y ocho estilos distintos de farolas». E incluso opinó que a «ese urbanismo táctico -referido a las reformas temporales y de bajo coste realizadas por ejemplo en San Agustín o en la plaza del Ayuntamiento- habría que llamarle 'chapuza'».
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La alcaldesa tiene claro que para dar un giro a esta situación es importante crear un manual de estilo o 'libro blanco' que incluya cómo debe ser el diseño del mobiliario, alumbrado, asfalto, terrazas e incluso toldos en el centro histórico para que haya coherencia, para que cada elemento tenga sentido en el conjunto.
Mientras se define este manual de estilo, la realidad que aparece de fondo en las fotos que se hacen los turistas en la plaza de San Agustín, que está pendiente de una reforma integral, es una explanada con hasta cinco maceteros distintos. En concreto, hay cinco maceteros rectangulares bajos de hormigón. Otros seis con la misma forma, pero de un tamaño superior.
A la diversidad hay que añadir cuatro maceteros hexagonales de doble altura, que están acompañados de otros seis con la misma forma geométrica, pero de menor altura.
Por si fuera poco, hay otros trece maceteros cuadrados de hormigón, en tono gris y con detalles de rayas y otros ocho, en este caso más próximos a la entrada lateral a la iglesia de San Agustín, que tienen un diseño cuadrado e incluyen el escudo de Valencia.
Cabe recordar que cuando se hicieron los trabajos para recuperar la plaza de San Agustín para los peatones, desde La Marina cedieron bancos y maceteros y, precisamente, este material allí sigue, porque fue una actuación donde se puso lo que tenían a mano, incluídas las dos paradas de autobuses de la EMT, que se dejaron como un asiento más con sombra.
La plaza del Ayuntamiento, la más importante de la ciudad, tampoco escapa a este desorden. Al igual que en San Agustín, este espacio está a la espera de la remodelación definitiva, que como anunció Catalá, será esta legislatura, entre 2025 y 2026, donde la alcaldesa apuntó que más que renaturalizar «quiere ordenar, limpiar y asear».
También hay cinco modelos distintos de maceteros en este punto. En concreto, hay 42 ejemplares de unos maceteros altos de hormigón, los tan criticados elementos de hormigón en tres tonos verdes que introdujo el entonces concejal de Movilidad Giuseppe Grezzi para delimitar el paso de los autobuses de la EMT por la plaza del Ayuntamiento.
A ellos se suman 51 ejemplares de maceteros de sólo un anillo, mucho más bajitos y que no quedan a la misma altura de la percepción ocular. Y otros 15 que también son de un sólo anillo, pero en este caso, más anchos y de color blanco.
En el cruce de la plaza del Ayuntamiento con Periodista Azzati, los turistas pueden encontrar cinco maceteros circulares de acero y de color negro y ya, en el centro de la plaza, donde se dispara la mascletà en marzo, el mobiliario que alberga la vegetación es cuadrado, de metal oxidado y con el escudo de la ciudad.
En la misma plaza predominan las farolas de estilo fernandino con tres luces y en algunos puntos de uno y en Periodista Azzati también son de uno único.
En la plaza de la Reina, la última que se ha remodelado para dar protagonismo al peatón, con el traslado de la rampa del garaje a un lateral, la disparidad también es visible. Se emplean báculos con cuatro focos en la parte central de la plaza, unos instalados creando un cuadrado y otros en posición descendente y que suman un total de ocho. Y, en los laterales de la plaza la farola es distinta, con un remate en forma de 'V' y un único foco y hay 15.
También hay mucha variedad de maceteros. Hay asientos alargados que rodean unas jardineras en las zonas más próximas a los comercios; otro modelo es circular, con un espacio central destinado a la vegetación y está rodeado de bancos para sentarse.
Hay dos modelos más de maceteros de acero, en tono oxidado, pero cinco de ellos son más esbeltos y otros dos más anchos y más bajitos. Y un modelo más son dos maceteros de acero en tono negro que están situados al lado de un quiosco de la Once, cerca de Santa Catalina, junto al espacio destinado a carga y descarga.
Y al diseño se suman alrededor de 54 bancos sin respaldo de piedra y otros 10 individuales con respaldo de madera y brazos de metal.
Ya en la plaza del Patriarca, por donde los turistas circulan una vez han visitado el palacio del Marqués de Dos Aguas, tambiíen se puede ver un macetero de acero en tono negro, para evitar el paso de coches y motos, y seis bancos más clásicos y 15 farolas de un único foco.
Cabe destacar que esta diversidad de materiales, sin un diseño o mensaje que dé cohesión a estas plazas del centro, ya fue detectada por el Consell del Disseny, como explica Cavi Calvo, director de la Fundación del Diseño. De hecho, en el único informe que emitieron, que llevaba por nombre 'La ciudad deseada', donde se hablaba de las oportunidades que ofrece el diseño a la ciudad de Valencia, se dedicó un apartado al equipamiento.
Se describió que cada «uno de ellos es diferente e incluso dentro de una misma tipología, nos encontramos con modelos distintos». Se añadía que había «veriedad de modelos de papeleras, bancos, farolas, de formas y materiales diferentes» y se determinó que era «necesario reunirlos todos en una misma área de trabajo».
En este informe vieron esta situación o este problema como «una oportunidad» para ver «qué había que eliminar, integrar, lo susceptible de sistematizar o la oportunidad de crear identidad y sobre todo de repensar».
Como detalla Calvo, «se pudo comprobar que faltaba cohesión en el mobilliario urbano, ya que por ejemplo las farolas dependían de una concejalía o las papeleras o postes de vigilancia, donde se ponen las cámaras, de otra». Tras el análisis, añade, que «se vio como una oportunidad de mejora», pero desde entonces no se dieron los siguientes pasos de redactar recomendaciones o proponer soluciones al tema.
Eso sí, Calvo sí que detalla que se ha vuelto a convocar al Consell del Disseny «y se definirá cómo trabajar». Y aclara que «no tiene por qué ser igual en toda la ciudad. Se puede trabajar el centro histórico y trabajar por barrios».
Y en las conclusiones del informe se dejó claro que el «espacio público es un bien que hay que cuidar. Los elementos del equipamiento urbano tienen el fin de ayudar a vivir la ciudad, pero a la vez pueden convertirse en obstáculos para sus habitantes, no deben de convertirse en un estorbo. Se trata de buscar el equilibrio».
Desde el Colegio Territorial de Arquitectos de Valencia, el vicepresidente, Málek Murad, opina que es una «decisión muy acertada unificar criterios en el diseño urbano, tanto para reurbanizar calles o plazas como el mobiliario urbano».
Asegura que tanto en «maceteros, bancos, farolas, señalética o papelaras está bien hacer una lectura unitaria para tener cualidades estéticas adecuadas. Y añade que los »proyectos deben de ir acompañado de calidad tanto en los pavimentos de las aceras, el asfalto de la calzada o el diseño de las calles«. Y opina que es »un disparate que en cuatro plazas próximas haya 16 maceteros diferentes. Se deben de sentar las bases a años vista sobre el diseño del entorno urbano y contando con los agentes habilitados, en este caso, para el diseño de plazas y calles, con los arquitectos e ingenieros de Caminos y para el mobiliario, con diseñadores y agentes cualificados«.
Murad también explica que el «manual de estilo que se haga debe de tener a la vez claridad de criterios con la flexibilidad para adaptarse a espacios singulares».
Por su parte, el arquitecto Javier Domínguez, explica que «ya que hay un comité de expertos, se debería de debatir estos temas y exigir sobre todo estándares mínimos de calidad» y añade que es contrario a apostar por la uniformidad «porque no favorece la creatividad».
Y, por su parte, Rosa Castillo, arquitecta, paisajista y candidata a décana sí ve con buenos ojos el manual de estilo del mobiliario urbano. «Se puede crear un manual, por ejemplo, con diez ejemplos de modelos de maceteros o sobre el uso de colores. Barcelona ya hizo uno antes de las Olimpiadas para definir una línea general. Se puso al frente a Oriol Bohigas y se pendó el modelo y la estética para la ciudad».
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