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Plaza de San Agustín. Tráfico lento en la plaza de San Agustín, con decenas de coches. Damián Torres
Atascos y tráfico en Valencia | Una ciudad ahogada por decenas de atascos al día

Valencia, una ciudad ahogada por decenas de atascos al día

Congestión. El recorte de carriles o de la velocidad máxima ya causan que los recorridos se alarguen un 19%, con embotellamientos en las grandes avenidas

Álex Serrano

Valencia

Lunes, 5 de diciembre 2022, 00:08

En esa manida metáfora que habla de la ciudad como un organismo vivo, sus venas y arterias serían las calles y avenidas y la sangre que la alimenta, el tráfico, tanto peatonal como rodado. Es este último el que genera más problemas: el flujo es constante a lo largo de todo el día y no se reduce por arte de magia. Reducir carriles o peatonalizar calles no hace que la gente deje de coger el coche, al menos miles de personas, que necesitan sí o sí los turismos para desplazarse de un lugar a otro. Y no digamos ya en Valencia, donde el transporte público, sobre todo la EMT, es más que mejorable. Por eso, la ciudad vive constantes atascos a lo largo de todo el día, sobre todo en hora punta. La circulación es más complicada y, si seguimos con la metáfora, las arterias se costriñen cada vez más y en varios enclaves amenaza embolia.

Valencia es muy distinta a la que había más allá del Hemiciclo del Ayuntamiento cuando Joan Ribó recibió la vara de mando y la volvió a guardar en un cajón. Esa diferencia radica, sobre todo, en la movilidad. Las acciones decididas del equipo de Gobierno de Compromís y PSPV, junto a Podem en el primer mandato, le han cambiado la cara a la ciudad, qué duda cabe. Desde entonces, se han peatonalizado enclaves como la plaza del Ayuntamiento, la de San Agustín, la de la Reina, la de Brujas o la del Mercado. Además, se ha creado doble sentido en otras vías como la avenida del Oeste o en la misma plaza del Ayuntamiento y se han reducido carriles en calles como Colón, donde además se ha cambiado de dirección un tramo, como se ha hecho en Cirilo Amorós, que desemboca en una Ruzafa que también ha perdido carriles merced al carril bici y a la plataforma reservada para autobuses, lo que se ha hecho en otras vías como la misma Colón, Pintor Benedito o Matías Perelló, entre otras.

Cabría esperar, por tanto, que el servicio de autobús hubiera mejorado, pero la realidad es que la EMT está lejos de mover los mismos pasajeros que en 2019: casi 16 millones menos en septiembre de 2022 con respecto al mismo periodo de hace tres años. Por medio, una pandemia, sí, pero no parece razonable achacar al miedo al virus esa alarmante caída del pasaje. Esos carriles reservados han tenido un efecto colateral, que no por esperado deja de afectar al tráfico, porque nada se ha hecho para paliarlo: un aumento de las congestiones y, por tanto, de la contaminación.

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Según el índice de control de tráfico de la red de navegadores TomTom, reconocido como uno de los mejores indicadores a nivel mundial. Valencia es la séptima ciudad más congestionada de España. en 2021 registró un 2% más de atascos que en 2020, pero un 1% menos que en 2019. Los viajes en la ciudad se elevaron un minuto de media. El nivel de congestión alcanzó el 19%, lo que quiere decir que durante los atascos los viajes duran un 19% más. Eso quiere decir que un viaje de 30 minutos durará 36 con el nivel habitual de atascos en la ciudad. Por comparar, Barcelona y Palma de Mallorca, las ciudades más congestionadas para este indicador, tienen un índice del 26%, tampoco mucho más que en Valencia, según los datos que ofrece la empresa.

Grandes avenidas

Vamos al detalle, a pie de calle, a ver los enclaves donde esos atascos son más comunes. El conductor de la ciudad habrá notado una circulación más lenta desde que entró en vigor la nueva ordenanza de movilidad, que prevé que la velocidad no puede superar los 30 km/h en toda Ciutat Vella y en cualquier calle con único carril por sentido. Así, prácticamente las grandes avenidas (las grandes vías, la ronda tránsitos y las rondas norte y sur) son las únicas donde se puede circular a 50 kilómetros por hora. Los atascos llegan cuando alguna de esas vías 'rápidas' confluyen con otras donde la circulación ha de ser más lenta. El caso más paradigmático es la gran vía Marqués del Turia, que ha asumido el tráfico de Colón y que, en su entronque con Ruzafa, sufre importantes atascos prácticamente a cualquier hora del día: en Ruzafa únicamente queda un carril para el tráfico rodado. La situación ha llegado al punto de que la Policía Local ha tenido que encauzar el tráfico por el carril bus en alguna que otra ocasión. Además, Reino de Valencia también tiene un único carril, por lo que en esa avenida también se dan atascos.

No podemos olvidar, claro, Colón, por donde ruedan unos 15.000 coches al día menos que antes de la creación del doble carril bus. Sin embargo, eso deja todavía unos 16.500 vehículos diarios, según los datos del pasado mes de septiembre, que ahora tienen que circular por un único carril, por lo que los atascos son constantes. Basta con que un coche se detenga unos instantes, de forma incorrecta, para crear un embotellamiento monumental que también se deja notar en vías aledañas como Isabel la Católica o Pascual y Genís, entre otras que desembocan en la calle Colón.

Un enclave que no era problemático y que desde después del verano se ha convertido en uno de los más congestionados de la ciudad es la calle Pintor Benedito. La creación de un carril bici ha eliminado dos carriles para el tráfico rodado, por lo que el espacio, dado que también hay un vial para el autobús, se ha reducido a la mitad. No es una calle cualquiera. Se trata de la prolongación de la avenida del Cid, por donde discurren decenas de miles de coches cada día. Cuando Pintor Benedito se cruza con Pérez Galdós, miles de coches continúan hacia plaza de España para acceder a Ciutat Vella por San Vicente o para seguir por el túnel de Germanías o por Ramón y Cajal, y esos vehículos se encuentran con un embudo importantísimo que crea atascos brutales, como denuncian los vecinos. Mara trabaja en un bar situado en la misma calle y explica que, aunque es verdad que ahora los coches están más lejos de la terraza, los malos olores y el ruido de los bocinazos «hace que venga menos gente, o eso parece».

Los atascos también se dan en otros enclaves de la ciudad como el cruce de la avenida del Puerto con Serrería, la calle Nou d'Octubre o la plaza Manuel Sanchis Guarner, donde desembocan los cientos de miles de coches que discurren por Ausiàs March para entrar o salir de la ciudad. El tramo de Nou d'Octubre entre la avenida del Cid y el puente homónimo también vive importantes atascos, sobre todo en las horas punta, por la proximidad de la Ciutat Administrativa Nou d'Octubre. Tanto es así que los vecinos de la zona han conseguido, gracias a los presupuestos participativos de este año, que el Ayuntamiento haga un estudio de reurbanización de la avenida que incluya ampliación de aceras y, por tanto, reducción de carriles.

Cabe recordar que en los planes municipales hay actuaciones en determinadas grandes avenidas o calles de importancia que podrían reducir aún más el espacio para el coche en enclaves tan delicados para el tráfico como Guillem de Castro, donde Urbanismo quiere hacer un bulevar comercial que hasta los propios comerciantes rechazan; en la propia Ausiàs March, donde Compromís tuvo que decirle a sus socios socialistas que no era el momento; o en la avenida Pérez Galdós, a petición de los vecinos, que reclaman que se tape el túnel y se amplíen las aceras y el espacio peatonal.

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