Conforman el segundo anillo de la ciudad, uno de los más concurridos y, también, uno de los más congestionados. Tras la reducción de carriles en la calle Colón, el tráfico tuvo que buscar una salida, porque como esa famosa ley, ni se crea ni se ... destruye, sólo se transforma. O se traslada, vaya. Así que los coches expulsados de Colón, donde se dejó un único carril para la circulación de tráfico privado en abril de 2020, han tenido que buscar una salida y la han encontrado en las grandes vías. Marqués del Turia, por ejemplo, asume 8.000 vehículos más al día.
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Los datos no engañan. Son miles los vecinos y trabajadores de la ciudad que necesitan coger el coche día a día, aunque cierto es que en algunas vías, como en Colón, el tráfico, sino residual, sí se ha visto muy mermado. Si se comparan los datos de febrero de 2020 con los de este mismo año, por esa calle circulaban entonces 33.000 coches, mientras ahora ruedan apenas 16.000, la mitad. Claro que, como decíamos ese tráfico ha tenido que buscar la manera de acceder al centro, y la ha encontrado a través de las grandes vías. Comparando, de nuevo, los mismos periodos, por Marqués del Turia circulan un 6,4% más de coches, unos 8.000 más al día. Por el túnel de Germanías ruedan 1.000 vehículos más cada día, poco más de un 2,7% más. En Ramón y Cajal, por su parte, el aumento es de casi un 4%, unos 2.000 coches más cada día. Estos problemas redundan también en importantes atascos en calles como Ruzafa, principal vía de entrada a Xàtiva, donde también se ha visto reducido el espacio para conductores particulares, que ahora tienen un único carril para rodar. En este enclave, por cierto, los principales problemas se dan en Fallas, con embotellamientos que se dejan notar hasta en Reino de Valencia.
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La situación en las grandes vías es tan insostenible, como puede comprobar cualquier conductor que circule por el entorno, que los vecinos del Ensanche y del Pla del Remei han pedido un plan especial de Policía para evitar atascos y embotellamientos de cara a Navidad, cuando son miles los conductores que se llegan en coche al centro para hacer sus compras. La propuesta iba más allá: la asociación de vecinos de la zona, que no deja de darle vueltas a ver qué se puede hacer para aliviar el problema creado en Colón, llegó a plantear a Movilidad que se habilitara un segundo carril para el tráfico privado, lo que reduciría a uno el carril bus. La propuesta se encontró con el desdén del concejal de Movilidad, Giuseppe Grezzi, que insistió en que la mejor forma de acceder al centro es en transporte público o, en una de sus mayores concesiones al tráfico privado que se recuerdan, ir en coche y dejarlo en algún aparcamiento privado.
Así las cosas, todo parece indicar que Colón no se va a revertir, al menos antes de las elecciones. Y eso que la concejalía ha tenido que encargar un estudio especial sobre la calle después de que un auditor privado desvelara que la vía contaba con una gran cantidad de puntos conflictivos donde había riesgo para los peatones, los conductores y los ciclistas, sobre todo relacionados con la intersección del anillo ciclista con los viandantes o los conductores. El estudio ya se ha realizado y, si no ha llegado ya a la concejalía, debe estar a punto: incluyó reuniones con los vecinos y paseos por la zona con comerciantes y residentes, para ver en primera persona qué problemas tienen quienes viven ahí.
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Salido de los presupuestos participativos, el contrato menor adjudicado a la experta María Elisa Ojeda habla del «análisis de posibles soluciones para la mejora del tránsito de viandantes por la calle Colón, manteniendo el acceso a la EMT, taxis, residentes y autorizados». El objeto, por tanto, prevé dejar fuera al tráfico privado, que ahora puede acceder desde Pascual y Genís o desde Isabel la Católica para rodar por un único carril. La ordenanza señala en Valencia hasta seis tipos de calles posibles, con lo que todo es posible en cuanto al resultado final que, de cualquier forma, no parece que vaya a plantear ampliar los carriles para coches como piden vecinos y comercios.
Sea como fuere, lo cierto es que en el entorno hay un problema. Y gordo, a tenor de lo que cuentan los comerciantes de la zona, que aseguran que hay proveedores que ya no quieren entrar a las calles del Ensanche para evitar luego tener que pasar por Colón, donde un coche parado apenas unos minutos puede causar un atasco que se deje notar incluso en las grandes vías. Muchos de los comercios de la zona, además, se encuentran con que los clientes han dejado de ir para evitarse los atascos y los problemas de circulación que traen aparejados las decisiones de Movilidad.
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Es algo parecido a lo que ocurre en Ciutat Vella: los cerrojazos que plantea la concejalía que dirige Giuseppe Grezzi tienden a obligar a clientes y residentes a hacer importantes cambios en sus rutinas, lo que no sería un problema si esos cambios no afectaran de forma clave a las economías de los comercios de la zona. En Ciutat Vella son varias las tiendas y similares que tienen que sacar los pedidos a las calles de alrededor del área de prioridad residencial para que los clientes los recojan y así se eviten acceder a la zona controlada por las cámaras.
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