Si usted no es conductor de un autobús o un taxi, lo va a tener complicado para moverse por la calle Colón. Si va en bici, se encontrará con un anillo ciclista que está a punto de morir de éxito. Si va en coche, ... ármese de paciencia: recorrer menos de un kilómetro le va a costar entre diez y veinte minutos. Y si es un peatón, tampoco se crea que lo va a tener mucho más fácil, sobre todo si va por la acera sur, la que queda a la izquierda del sentido de la circulación, porque se va a encontrar con más obstáculos que en un videojuego de SuperMario.
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No es una exageración. Hasta el informe encargado por la concejalía de Movilidad por mandato de los presupuestos participativos ahonda en esta circunstancia, que puede ver cualquiera que recorra las aceras de la calle Colón. En el documento, para cuya elaboración se entrevistó a 19 personas, muchas de ellas representantes de entidades cívicas, y se hicieron varias reuniones en el seno de la Mesa de la Movilidad, se pone en negro sobre blanco esa «falta de permeabilidad»: «Hay demasiados obstáculos, exceso de elementos, señales, contenedores, quioscos de prensa, quioscos de la ONCE y carteles publicitarios en el espacio público que obstruyen la visibilidad y los recorridos».
También señala el informe la «falta de control de la disposición de este tipo de elementos en el espacio público y un exceso de terrazas que ocupan superficie de acera ya que generan obstáculos para las personas que quieren transitar y utilizar el espacio público sin consumir». Finalmente, las sesiones de trabajo evidenciaron que las bicicletas atadas a elementos como farolas, así como las estaciones de Valenbisi, «generan obstáculos en los recorridos peatonales y obstruyen el control visual», lo que ocurre también con las motos que siguen aparcadas en las aceras, lo que ocurre sobre todo en la confluencia con la calle Ruzafa.
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LAS PROVINCIAS ha ido a comprobarlo, a pie de calle. Es sábado por la mañana. Colón está atestada. Quizá el adjetivo no haga justicia a la situación de la vía. Es el primer día de las rebajas y miles, aunque parecen más, de valencianos han decidido acudir a la calle Colón. Es el Día Internacional de Cambiar los Regalos que No te Gustan, una denominación que podría hacerse oficial sin problemas. Y esa riada de gente camina, bolsas en mano, por una acera donde apenas hay un metro libre.
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No es solo porque haya mucha gente. Es que hay muchas cosas. En la esquina de Colón con Ruzafa, cientos de personas esperan para cruzar en una u otra dirección. Es una de las esquinas más concurridas de la ciudad, y también una de las más expeditas. Pese eso, los viandantes tienen que tener cuidado con el carril bici y esquivar viejas cabinas de teléfono y cajas de suministros eléctricos cuando se adentran en Ruzafa.
En Colón hay árboles. Muchos, la verdad, para ser una vía tan céntrica. Pero suponen un problema cuando la acera, que es bastante grande, se ve atestada. Además, en Colón se instalaron unos bancos que llevan ese nombre porque en ellos a veces se sienta alguien, pero que han quedado anticuados: son bajos, apenas para una persona y sin respaldo. Están hechos de piedra que quizá en algún momento pareció mármol, pero ahora están oscurecidos por la suciedad y la contaminación de los tubos de escape. La consultora encargada del informe ya apunta que convendría cambiarlos por otros con respaldo, más cómodos y grandes, en torno a los cuales además podrían crearse áreas de descanso como se ha hecho en algunas calles del Ensanche.
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En la esquina de Pérez Bayer con Colón, por donde se accede a un conocido centro comercial y a la plaza de los Pinazo, son decenas las motos aparcadas en la acera. Lo que sorprende porque Colón recibió, en la última reordenación vial, decenas de plazas de aparcamientos para motocicletas en calzada, que a todas luces son insuficientes y los conductores tienen que buscar en las calles del entorno. Y luego está el problema de las terrazas, en la acera sur de la calle: son apenas dos pero se encuentran cerca de esquinas de calles como Pizarro, donde cientos de personas tienen que pasar por apenas metro y medio de acera para salvar las mesas y sillas. Y luego está el tema de los contenedores, que podrían soterrarse como se ha hecho en la plaza del Mercado, pero que ahora ocupan mucho espacio en la acera cerca de uno de los centros comerciales de la calle.
Ahora sí, vamos a la plaza de los Pinazo. El informe encargado por Movilidad (que, curiosamente, no dice nada de aumentar la frecuencia de las líneas de autobuses de la EMT, pese a que los entrevistados sí lo reclamaron) plantea la posibilidad que cubrir parte de la plaza, como se hizo en la Almoina, para proteger los restos arquitectónicos de la entrada a la antigua judería en la muralla cristiana.
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Ello permitiría trabajar en esa «permeabilidad» de la que hablan las expertas porque se podría eliminar la valla que rodea la plaza, al menos en la zona donde se cubra, para facilitar la circulación por una plaza donde paran nueve líneas de autobús, hay una estación de metro y la entrada tanto a un centro comercial como a Don Juan de Austria, quizá la calle peatonal más comercial de la ciudad, donde hay también una parada de taxis. Miles de personas caminan como pueden por ella cada día.
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