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La firma de indumentaria Álvaro Moliner, con su decoración original, en el pasaje de Ripalda.

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La firma de indumentaria Álvaro Moliner, con su decoración original, en el pasaje de Ripalda. Irene Marsilla

El comercio de siempre pide ayuda

Los negocios históricos reivindican un mayor apoyo para evitar su desaparición | Los dueños de tiendas de más de cincuenta años exigen más promoción y aseguran que los turistas les animan a seguir abriendo las puertas

LOLA SORIANO

Valencia

Domingo, 5 de noviembre 2017

El centro de Valencia se ha convertido en un polo de atracción para cadenas de comercios que quieren abrir sus puertas en las calles de paso obligado de turistas. Son pocas las tiendas de toda la vida que están resistiendo embestidas como la desaparición de la renta antigua de alquiler; la proliferación de franquicias olas restricciones al tráfico que está aplicando el Ayuntamiento. Los pocos comercios históricos que aguantan lamentan que no se aprecie en 'casa', en el cap i casal, el sabor de estos negocios «y en cambio cuando vienen extranjeros nos dan las gracias por seguir y nos animan a continuar», indican desde Guantes Camps o en Olegario.

En tiendas como la ferretería Hija de Blas Luna, en Doctor Collado, José Luis Castro, explica que «tengo un cliente de 93 años que ya venía con tres años cogido de la mano de su padre y se emociona. El Ayuntamiento debería de colaborar más con cosas fáciles como la limpieza del barrio o la eliminación de grafitis». En Las Ollas detallan que «hay clientas que hacía años que no venían y cuando vuelven, explican que es como hacer un viaje al pasado. Lo conservamos todo igual».

Todos dicen que el plan de protección que quiere hacer el Ayuntamiento debería de estar funcionando desde hace años y piden medidas como obligar a mantener la decoración; promocionar la historia de estas tiendas; conceder ayudas y rebajar impuestos. Algunos confiesan que han tenido que recurrir a abogados y arquitectos para evitar que constructores compren la finca entera.

Rosario Vidal. Guantes Camps

«Somos muy pocos los supervivientes»

Rosario es la cuarta generación de Guantes Camps, negocio que continuará su sobrina. «Mis abuelos llegaron a tener fábrica y en la antigua sede había una planta para peletería y sombrerería». En la sede actual de Ripalda conservan las cajoneras de madera. «Tienen casi 200 años y los expositores son antiguos». A la pregunta de cómo ve el plan de protección que prepara el Consistorio, opina que «ya han hecho tarde. Se ha perdido mucho comercio». Y añade que «somos supervivientes y los clientes, sobre todo extranjeros, aprecian el sabor histórico».

Álvaro Moliner. Indumentarista

«La restricción del tráfico mata al comercio»

El padre de Álvaro Moliner comenzó con el negocio en 1939. «Estamos en esta sede desde 1946» y ahora ya trabaja con él su hijo Alejandro. «Yo nací en este edificio. Llegamos a vender ropa de cama, lencería de hogar y tejidos y con el tiempo nos hemos especializado en indumentaria». Ellos han conservado las molduras del techo, los mostradores, barandilla y palco «y deberían de obligar a mantener las decoraciones antiguas». Asegura que las restricciones del tráfico están matando al centro «porque la gente no viene en bicicleta a comprar».

José Luis Castro Ferret. Hija de Blas Luna

«Hace falta limpieza y que quiten grafitis»

José Luis Castro fue primero empleado de la ferretería Hija de Blas Luna, en Doctor Collado. «La tienda tiene más de 150 años. Trabajé para los antiguos dueños 40 años y me quedé el negocio porque no podía permitir que se cerrara». Se ha adaptado «y ya no sólo vendo mallas metálicas, también útiles de cocina». Asegura que si el Consistorio quiere proteger estos comercios «que adecente los barrios y limpie las grafitis que nos hacen». Lamenta las nuevas restricciones de tráfico «porque la gente tiene tan difícil llegar que deja de venir».

Olegario Fayos. Camisería Olegario

«Vendría bien promocionar lo nuestro»

El abuelo de Olegario Fayos fundó en 1940 la camisería y ropa de caballero. «Nació en Otos, pero a los 10 años ya trabajó en una camisería. Luego se unieron mi padre y mi tío y ahora estoy yo y mi padre sigue». Explica que muchos extranjeros «nos animan a continuar. Regresan a los años y nos vienen a buscar». Añade que «somos la última pyme valenciana de ropa de hombre». Sobre la protección, explica que «no se trata de crear subvenciones, pero sí promocionar el comercio histórico. Añade que «si peatonalizan calles, deberían de crear más parkings».

Antonio Lorenzo. El asilo del libro

«Deberían bajarnos los impuestos»

El asilo del libro lleva abierto desde 1980 y está en la calle San Fernando desde 1998. «Antes hubo una joyería y una tienda de telas». Atesora libros del siglo XVI y grabados. Reconoce que «internet ha hecho mucho daño. En la calle La Nave desaparecieron cinco tiendas de libro antiguo. Hay que hacer mucha labor de divulgación». Sobre la protección municipal a los comercios antiguos, opina que «no es suficiente poner carteles de la antigüedad del comercio, vendría bien que nos bajaran los impuestos para poder seguir. Antes pagaba 700 euros y ahora 1.200».

Jorge Vilar. Empleado de Las Ollas

«Hay que defender al comercio local»

Las Ollas es la tienda más antigua de Valencia. La fundó en 1793 un francés que huyó de la Revolución. Luego pasó a Virgilio y Mariano Pérez, en los años 50 a Rosario Pérez y su sobrino Miguel Almenara y ahora a Jesús Almenara. «La decoración es original, desde el suelo a los estantes», indica Jorge Vilar. Antes fue un almacén de ollas, pero pronto pasó a vender complementos de indumentaria, belenes e imaginería. «Hace falta más defensa al pequeño comercio porque todo son franquicias y hostelería». «Hay que ofrecer más servicio de transporte y parkings».

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