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ALEX SERRANO
Lunes, 21 de septiembre 2020, 00:09
Durante los días más complicados de la pandemia, la ciudad parecía otra. Olía distinto. La contaminación cayó en picado. Pero la desescalada trajo consigo un aumento de la actividad económica y esta, un aumento del tráfico. Ni el Covid ha terminado con los problemas de atascos en Valencia, y ni las llamadas de las autoridades a que se use el transporte público o la bicicleta han evitado que los embotellamientos vuelvan, como si nunca se hubieran ido, como en el famoso cuento de Augusto Monterroso.
La recomendación del Síndic de Greuges al Consistorio para que intervenga en la gran vía Germanías para acabar con los problemas de contaminación acústica que viven los vecinos del entorno, eliminando alguno de los 10 carriles que hay en la vía y creando más carriles bici o un bulevar central ajardinado han puesto de nuevo sobre la palestra los problemas de circulación que tiene Valencia.
Cada mañana, como era habitual antes del Covid-19, los atascos vuelven a las entradas de la ciudad. La rotonda de El Saler, la Pista de Silla, la salida por la V-21, Cortes Valencianas o la avenida del Cid siguen concentrando buena parte de los embotellamientos sobre todo a primera hora y a media tarde, en la salida del colegio y de los trabajos. Este tipo de atascos, aunque se han visto reducidos ligeramente tras la pandemia debido a la innegable caída económica, siguen existiendo. Y es que el coronavirus ha traído como desagradable efecto secundario cierto miedo al transporte público por la posibilidad de contagiarse en un espacio cerrado como un autobús o un vagón de metro. Todavía no hay datos, eso sí, para saber si la pandemia ha provocado un aumento del uso de la bicicleta dado que septiembre será el primer mes totalmente laborable ya sin ningún tipo de confinamiento. Con esos datos en la mano, se podrá saber si el uso de la bicicleta ha aumentado al ser un medio barato y en el que la probabilidad de contagio es muy reducida.
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Pero donde se están dando atascos que antes no se veían, o se veían menos, es cerca del centro. Tampoco es que la circulación en el entorno de Colón, Xàtiva o San Vicente haya sido nunca fluida pero lo cierto es que el aumento de los atascos es innegable, como reconocen desde el Centro de Gestión del Tráfico. Es el caso de la gran vía Germanías, donde hay más embotellamientos, y en determinadas calles del Ensanche, como Isabel la Católica, que sirven de entrada a la misma Colón. Antes tenían un tráfico residual y ahora concentran los coches que quieren acceder a la céntrica calle tanto desde la Glorieta y la margen derecha del río como desde las grandes vías.
Precisamente estas avenidas, que conforman el segundo anillo de la ciudad, también registran estos días importantes embotellamientos. El motivo: las obras de los carriles bici de Fernando el Católico y Ramón y Cajal. Los trabajos son «de quita y pon», como los definen los propios operarios. Se retiran de la vía cuando se acercan las horas punta y se vuelven a montar después. Ello no evita que la circulación sea mucho menos fluida por motivos obvios.
En determinados enclaves, como la esquina de Ramón y Cajal con Historiador Diago, se han ubicado contenedores para dependencias de los trabajadores en cambio de sentido, en torno a una pequeña rotonda, lo que impide el giro en ese punto y obliga a los conducotores a circular más tiempo por una gran vía ya saturada. Además, en esta zona el aparcamiento se ha visto drásticamente reducido, entre la ocupación temporal de chaflanes para maquinaria de obra y la ampliación de terrazas en la calzada. Y es que la pandemia ha cambiado casi todo, pero uno de los pocos aspectos en los que apenas ha tenido efecto es en el tráfico, que sigue congestionado en Valencia.
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Iker Cortés | Madrid
Sara I. Belled y Leticia Aróstegui
Patricia Cabezuelo | Valencia
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