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Interior de un autobús de la C-1 en una imagen reciente. irene marsilla

EMT, una deuda triplicada, una empresa ahogada

Siete años de ruina. Desde 2015, la evidente mejoría de la flota de autobuses de la EMT ha traído aparejado un mayor gasto pese a mover casi 30 millones de pasajeros menos

Álex Serrano

Valencia

Sábado, 12 de noviembre 2022, 00:08

El tiempo no pasa en balde para nadie. Tampoco para la EMT, claro, que llega al final del segundo mandato de Compromís en una situación financiera tan delicada que, como ese recién independizado que tiene que pedir dinero a sus padres todas las semanas, acude ... con asiduidad al Ayuntamiento para reclamar más dinero. Los números cantan. Todos, por supuesto: tanto los que hablan de una reducción de la edad media de la flota de casi cinco años al comprar más de 200 autobuses como los que indican que la deuda ha pasado de 31,3 millones en 2015 a 91,2 al final de 2023 y que la empresa ha pasado de mover 87,5 millones de pasajeros a 58,3 millones a finales de 2021. Para finales del ejercicio próximo, el presupuesto prevé que esta cifra suba hasta los 95,3 millones en lo que parece un evidente acto de fe, porque con los datos hasta agosto de este año, la EMT había movido 34,5 millones de pasajeros.

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Y es que los documentos económicos de la empresa de transporte no dejan de ser sorprendentes. La cuenta hasta agosto, último mes del que hay datos, evidencia que en los últimos cuatro meses de 2022 tendrían que subir a los autobuses de la EMT casi 50 millones de personas, más que en todo el año anterior, para llegar a los 84 millones que prevé la memoria de los presupuestos. En todo 2021, de hecho, los autobuses rojos llevaron a menos de 60 millones. La empresa tendría que pasar de unos 4 millones al mes a más de 10 para alcanzar las cifras de que hablan en Correo Viejo.

Evidentemente, la previsión es que aumenten los ingresos. Faltaría más: siete años de inflación hay entre 2015 y 2022. Además, hay una clave que podría explicar la complicada situación financiera económica de la EMT y otra que, de hecho, la hace aún más difícil de entender. La primera es que la que habla de, evidentemente, la pandemia. Durante meses, la EMT de Valencia fue la empresa que más lentamente se recuperó de la caída de pasajeros de la pandemia si se la compara con otras ciudades con metro. Pero esa tendencia se ha detenido: según el Instituto Nacional de Estadística, entre septiembre de 2019 y el mismo mes de 2022, el pasaje de la EMT ha aumentado en un 14,51%, sólo por detrás de Madrid y Barcelona.

La segunda es aún más llamativa. Desde 2015, la EMT se ha convertido en medio propio, lo que le permite dedicarse a cuestiones que poco tienen que ver con el transporte de pasajeros como la gestión de aparcamientos (Reina y Ciudad de Brujas, que reportan pingües beneficios). Además, se ha gastado casi 14 millones de euros en renovar las marquesinas con la promesa de que iba a ingresar casi 7 millones de euros por publicidad: en 2023 prevé ingresar poco más de 2,5 millones. Todos estos números dibujan una empresa ahogada con una deuda triplicada en siete años.

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