La imagen es clarificadora. Una chapa en la que se lee «Tourist go home» pincha la rueda de una bicicleta de alquiler en la plaza del Mercado en Valencia. Mientras, se hace viral el vídeo de una joven que explica cómo saber si tu barrio ... está 'invadido' por turistas: las claves son buscar tiendas de alquiler de ciclos, consignas para guardar las maletas y cafeterías bonitas, de esas que quedan bien en las redes sociales. Que Valencia se ha convertido en un polo de atracción turística es innegable. Como muestra, un botón. En febrero vinieron a Valencia 186.722 personas, un 15,7% más que el año anterior y un 23,86% más que en febrero de 2022. El 'pelotazo' turístico de Valencia es una realidad. La ciudad tiene ahora, como tantas otras veces, que mirarse al espejo y decidir qué quiere ser de mayor. La amenaza de convertirse en un destino masificado y de segunda, donde los vecinos estén abiertamente en contra de los turistas, está ahí.
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Las administraciones tendrán trabajo que hacer al respecto, por supuesto. Sin ir más lejos, esta misma semana PP, Compromís y PSPV en el Ayuntamiento han esbozado sus planes para evitar la proliferación de apartamentos turísticos. Hay un 40% más que un año antes, según datos del Sistema de Información Turística de Visit València. La alcaldesa de Valencia, María José Catalá, incluso ha abierto la puerta a prohibir las nuevas licencias de apartamentos turísticos, aunque para eso sería necesaria una actualización del Plan General de Ordenación Urbana de 1988. La izquierda, tras ocho años en los que no se ha puesto coto a estos alojamientos ilegales (lo muestra el aumento constante en los últimos años), plantea ahora límites para en barrios obreros o incluso un máximo de un 5% de apartamentos turísticos por manzana. Mientras, el Consistorio aumenta las inspecciones para cerrar los ilegales.
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Álex Serrano López
Álex Serrano López
Pero ni los apartamentos son todo el problema ni su limitación, la solución a todo (aunque quizá sí al problema del alquiler). Es por eso que Visit València trabaja en convertir la ciudad en un destino sostenible. Tono Franco es el gerente de la entidad y asegura que ha costado «mucho trabajo» llegar hasta aquí. «No podemos demonizar una actividad de la que nos sentimos orgullosos y en la que un montón de valencianos tienen su futuro», comenta. Aviso para navegantes: la 'turismofobia' no va a llevar a Valencia a ningún lado: «Cargar las tintas sobre las externalidades negativas de la actividad se podría hacer sobre cualquier tema, como la inteligencia artificial. En el siglo XXI, para que un desarrollo sea exitoso tiene que ser sostenible».
Preguntado por los apartamentos, insiste en que no son malos en sí mismos. «Otra cosa son comportamientos puntuales o dependiendo de la zona. En algunos sitios se ha convertido en un problema grave y en otros está a punto de convertirse si no se gestiona», asegura Franco. Eso sí, insiste en que necesitamos «datos fidedignos y reales sobre la situación». «Los apartamentos tienen que ser legales y tienen que tener requisitos similares a los hoteles», comenta Franco, que añade que quiere saber «si los apartamentos generan rutas turísticas en barrios donde hasta entonces no había turismo».
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Pero claro, esas rutas traen aparejado un problema: la gentrificación, que es el desplazamiento de los vecinos por turistas o residentes de mayor poder adquisitivo, lo que termina por subir el precio en toda la zona. «Hay riesgo, sí, pero el turismo ha sacado de dinámicas de detrioro muchos espacios del mundo. La llegada de turistas no tiene por qué adulterar el estilo de vida por el que la gente nos visita», asegura. «Si no lo gestionas, se puede cambiar ese 'way of life' y el espacio deja de tener capacidad de atracción», insiste el gerente de la fundación del Ayuntamiento encargada de gestionar el turismo. Para él, hay que poner al ciudadano en el centro: Cuando tenemos al ciudadano en el medio hablamos de empleo, recuperación de patrimonio, orgullo de lo propio…«.
Franco asegura que la ampliación del aeropuerto no tiene por qué colapsar la ciudad. «Necesitamos un aeropuerto que sea capaz de recoger a los clientes que queremos que vengan, los que se comporten como queramos, que tengan la disponibilidad económica que queremos… que no quiere decir que sólo vengan los ricos», añade rápidamente: en Valencia hay espacio para todos.
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«Afortunadamente estamos creciendo pero quiero hacerlo de manera sostenible. Que el aeropuerto preste mejor servicio y tenga más capacidad no es intrínsecamente malo», comenta. Franco asegura que le preocupa la «mar de fondo» de que en España se recibe mal a los turistas. «Es mentira. Las 'fake news' de los tabloides afectan. Y eso no es justo», finaliza Franco.
ALOJAMIENTO
Todo el mundo, ahsta las asociaciones de apartamentos turísticos, sabe que hay que ponerles coto. A los ilegales, se entiende. La oposición en el Ayuntamiento de Valencia insiste en una moratoria y el PP, aunque hasta ahora se negaba, parece haber abierto la puerta esta misma semana. En el último año han crecido un 40%, según datos oficiales de Visit València, que usa datos de agregadores de viviendas. En algunos barrios, como en Soternes, han aumentado hasta un 211%.
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ESPACIO
Las asociaciones de vecinos y de comerciantes del centro claman con frecuencia contra el exceso de gente, que hace imposible caminar por la calle en determinadas zonas. En enclaves como la Ciudad de las Artes y las Ciencias, además, el exceso de viandantes hace que los carteristas hagan su agosto. La Policía Local de Valencia ha detenido ya en varias ocasiones a un grupo de mujeres que se dedican a pequeños hurtos en el entorno y en la Primera Unidad de Distrito están acostumbrados a las colas de gente los sábados y domingos por la mañana denunciando que les han robado el móvil o la cartera, tal como reconocen los propios agentes.
TEJIDO EMPRESARIAL
En determinadas zonas de Valencia, como Patraix o incluso Nou Benicalap, junto a Ciudad Fallera, el exceso de apartamentos turísticos ha dejado sin bajos calles enteras. En el centro, por su parte, ocurre algo parecido. «El problema que estamos teniendo es que mejoramos los ejes peatonales y en cuanto eso pasa, aparecen las franquicias», asegura Julia Martínez, gerente de la Asociación de Comerciantes del Centro Histórico. «Los artesanos no pueden acceder a precios desorbitados. Si el comercio local sigue en esa dinámica, el centro tiene riesgo de quedarse sin personalidad», lamenta Martínez, que insiste en la protección de las fachadas y los interiores para que el centro no quede repleto de franquicias.
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HOSTELERÍA
Es un problema, sobre todo, para los vecinos del Carmen, que han protestado en varias ocasiones. Jesús Ortega, presidente de la Asociación de Hosteleros de Ciutat Vella, Abarca, lo niega. «No hay un problema con las terrazas, sólo hay una obsesión por parte de algunos vecinos para acabar con la vida del barrio», asegura. «Queremos hacer terrazas más sostenibles y estamos en negociaciones con el Ayuntamiento para mejorar porque entendemos que podemos hacerlo. Pero tenemos que tener en cuenta que damos economía y vida: donde no hay terrazas es donde las plazas y las calles se llenan de orines», asegura.
CONVIVENCIA
Circunscritas antes al barrio de Ruzafa, las despedidas de soltero se han desperdigado por casi toda la ciudad, sobre todo el centro y el Marítimo. Los comerciantes de Ruzafa pusieron en marcha una campaña de información y ahora muchas de ellas se celebran en otras zonas. La ordenanza de contaminación acústica persigue el ruido en la calle que provocan las charangas, que no suelen tener permiso. Quienes organizan despedidas suelen ser turistas, sobre todo de regiones del interior de España como Madrid, Cuenca o Teruel.
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TRÁFICO
La imagen de cientos de bicicletas aparcadas en la Lonja hace un par de semanas sorprendió. La concejalía de Movilidad explicó que faltan aparcamientos para bicicletas en el centro, así que los turistas que llegan desde cruceros no tienen muchas opciones si quieren venir en bici, aunque el mar está bien conectado con el centro. Cuestión distinta es la conexión con las playas del sur. Las líneas 24 y 25 de la EMT suelen ir llenas los fines de semana. Se han visto largas colas de gente esperando para subir en paradas como Porta de la Mar. Cabe margen de mejora pese a la reciente inauguración de la línea 10 de Metrovalencia.
GRUPOS
El Ayuntamiento de Valencia ha creado un decálogo de buenas prácticas de guías turísticos. En él aparecen cuestiones como que los grupos no sean de más de 25 personas, que no coincidan en los mismos espacios o elegir lugares para las paradas «que permitan poner en valor el patrimonio local a la vez que se minimizarn las molestias». En algunos enclaves tienen la entrada prohibida, como en el Mercado Central. «Es una realidad en todos los mercados de las grandes ciudades. Nuestro código de buenas prácticas va por delante de los demás», indica Cristina Oliete, gerente del mercado, donde los grupos no pueden entrar.
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PATRIMONIO
El Mercado Central prohibió hace unos años el uso de la escalinata de acceso por la plaza del Mercado como particular grada o zona para picnic. Se llegó incluso a contratar seguridad privada, por lo que el problema se ha trasladado al otro lado de la. Ahora, se usan los escalones de la Lonja.
NO SÓLO EN VERANO
«Somos una gran capital que alberga un destino turístico, no al revés como pasa en Ibiza, y queremos serlo todo el año». Son palabras de Tono Franco, gerente de Visit València. Según datos oficiales de la propia entidad, en agosto de 2023 llegaron a Valencia 207.000 personas, mientras que en enero fueron 160.000. No se va a librar Valencia de la dicotomía entre temporada alta y temporada baja, pero los operadores turísticos preferirían que la afluencia se repartiera por todo el año y no se centrara en los meses de verano. Para eso, Valencia se tienen que convertir en un destino urbano que se aleje del sol y la playa, con las Fallas como polo de atracción.
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SERVICIOS
Si usted ha paseado por el centro sobre todo en fin de semana, lo habrá visto: hay colas por todas partes. En las cafeterías, en los museos, en las tiendas... Eso quiere decir que el comercio va bien, pero también que el servicio se resiente. «No entiendo qué pasa», decía esta semana una mujer que hacía cola en una tienda de alimentación en el centro. No pasaba nada: dos turistas no se aclaraban con los euros en la caja. El problema del servicio se nota sobre todo en Fallas, cuando la afluencia es tal que esas colas se convierten en algo inevitable pero ya no sólo en el centro sino en casi todas las calles que tengan una falla cerca.
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