Correos: un edificio en busca de uso (y cinco ideas de arquitectos valencianos)

Además de un tesoro material de toda la Comunitat, ejerce de testigo del tiempo en que la entidad postal vertebraba España. Una espina dorsal construida por estafetas que hacían ondear la bandera del servicio público por todo el país, cuya suerte en Valencia admite varias lecturas. Por ejemplo, estas cinco ideas.

El arquitecto Sergio Adelantado prefiere apostar por un futuro para Correos que respete la condición primigenia del edificio, vinculada a la misma tecnología punta de cuando se construyó. «En aquella época», recuerda, «el edificio encarnaba la modernidad, que entonces pasaba por eso, por el servicio de correos y telégrafos». «El futuro uso que se reserve al edificio debería tener ese espíritu presente». De ahí que su propuesta se dirija a fusionar un alma juvenil con la vertiente tecnológica: «Debería ser un espacio para la gente joven, un centro social y cultural, que pusiera el foco en las nuevas tecnologías».

La arquitecta Sol Candela, socia fundadora del estudio emece2 arquitectos, dirige la Fundación Arquia. «Puestos a inventar», señala, plantea dos opciones: la primera, readaptar Correos como residencia de artistas, «un vivero de temas culturales para gente muy preparada». ¿Otra posibilidad? «En España no hay ningún Museo de la Arquitectura», dice. «El Ministerio de Vivienda», prosigue , «trabaja en crear una Casa de la Arquitectura, una sede virtual que ayude a crear conciencia colectiva». Pero no es una sede física como sí lo sería esa reinvención de Correos como «Museo del Habitar para enseñar la arquitectura desde la infancia».

Javier Domínguez, arquitecto y colaborador habitual de estas páginas, opina que Correos sería una sede idónea para un Museo de la Historia de la Ciudad, que albergara «lo mejor de las excavaciones arqueológicas». Sería un museo «con un sentido amplio de la historia de la ciudad», que prestara atención a las artes menores, la arquitectura, el urbanismo… Domínguez cree que el futuro de Correos debería tener en cuenta el aprovechamiento del subsuelo de la plaza del Ayuntamiento «para una labor museística» aunque advierte: «Se debería haber comprado el edificio sabiendo ya cuál iba a ser su destino».

Ángela López Sabater es una arquitecta valenciana especializada en la restauración patrimonial. Desde esa perspectiva, su punto de vista respecto al futuro de Correos cobra una dimensión especial. «Me lo imagino como algo vivo, cambiante», señala. «Teniendo en cuenta que Valencia es una ciudad que está en el ojo de todo el mundo, que somos capital mundial del diseño y de las museos el año que viene, que somos un centro referencia a escala global, Correos debería ser la sede de todas esas actividades que nos toca acoger». «Y que luego, después que pasen todas esa actividades, quedara un poso», añade.

José Martí, socio del equipo de arquitectos Errearquitectura, subraya que «por su posición, en plena plaza del Ayuntamiento, y por su valor simbólico y social, Correos cumple todos los requisitos para convertirse en un nuevo espacio cultural». Así que su propuesta toma como modelo «la transformación que experimentó el edificio Correos de Madrid (Palacio de Cibeles) para adaptarlo como nuevo centro cultural». «Puede ser un buen espejo donde mirarse», avisa. «Este edificio se ha convertido en un verdadero espacio de encuentro, un nuevo escenario de actividades que fomentan la participación, el ocio y el aprendizaje».

El edificio de Correos, obra de estilo ecléctico con algún guiño modernista, se debe al arquitecto aragonés Miguel Ángel Navarro (1883-1956). Proyectado en 1915, se empezó a ejecutar en 1922, así que acompaña desde hace un siglo la vida de los valencianos, con su elegante fisonomía y su asombrosa cúpula. Llamado (muy en el lenguaje de la época) Palacio de Comunicaciones, mereció el Premio Nacional de Proyectos. Sus apabullantes dimensiones no son una casualidad: el Gobierno de Maura, que financió su construcción, pretendía vincular su monumentalidad con el servicio clave que desempeñó.