Dos ejemplos de resistencia numantina en pleno centro. No hay otra definición del día a día de los pocos comercios valencianos de toda la vida que todavía mantienen la persiana levantada en distritos como Ciutat Vella o Ruzafa ante la marabunta de turistas ... que diariamente pasean por las calles de la ciudad provocando el éxodo de los vecinos. El vendedor de miel Amadeo, propietario de un local en la plaza del Mercado Central desde hace más de cuatro décadas, o el matrimonio panadero de Jesús y Rosa, que regentan un horno centenario en Ruzafa, son algunos de los rostros de una lucha épica por no desaparecer.
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«Si vendiéramos el local, aquí abrirían diez pisos turísticos», expresa con toda seguridad Jesús, dueño de el Horno San Valero que mantiene abiertas sus puertas en el entorno del mercado de Ruzafa desde 1914 y hoy es uno de los pocos negocios de este tipo que resisten en empuje para reconvertir los bajos comerciales del barrios en apartamentos de uso vacacional.
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Si le preguntan a Amadeo hasta qué punto es un establecimiento de toda la vida, este les contará que su abuelo ya era el dueño de un negocio en el entorno del Mercado Central, él mismo vivió junto a la Lonja y les contará la anécdota de que sus antepasados están enterrados en los Santos Juanes.
«En cinco años quedaremos cuatro... dentro de poco cerraremos todos y no quedará nadie», lamenta el vendedor de miel quien también asegura que las masas de cruceristas hacen visitas «como si fuesen ganado mientras los viajeros de avión compran lo mínimo» porque tienen que pasar los controles de seguridad del aeropuerto. Amadeo también impondría una tasa turística ante «una masa bestial que no nos deja vivir» y reivindica la vuelta del pequeño autobús que circulaba por el centro histórico dado que posibilitaría la llegada de más clientes.
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Tras el mostrador de la panadería, Rosa declara que la mitad de bajos de Ruzafa son vivienda de uso vacacional ilegales, en las que encima sus inquilinos generan escándalo. «Se han cargado mercado y los comercios locales», dice apesadumbrada mientras recuerda una anécdota en la que unos extranjeros le pidieron entrar al obrador para ver cómo se elaboraba el pan, como si de una ruta turística se tratase: «En Ruzafa, el extranjero eres tú».
Y es que, tal y como publicó LAS PROVINCIAS, en Ruzafa parece más fácil alquilar una bicicleta que ir a comprar el pan a un horno valenciano de toda la vida o ir a la farmacia. Véase sino el caso de la calle Cuba, donde en apenas 300 metros de la vía se concentran hasta siete negocios de 'renting' de vehículos de dos ruedas orientados casi exclusivamente a captar clientela procedente de grupos de visitantes y turistas. La conversación en el interior del horno saca a relucir que en la calle Cura Femenía se han habilitado nuevos alojamientos desde antes del pasado verano y que, para Rosa, muchos de estos pisos son «cloacas», en referencia a sus condiciones de habitabilidad.
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