Imagen de acumulación de residuos arrastrados por las aguas hasta la orilla del mar.Jesús Signes
La escasez de limpieza convierte en un polvorín los cauces de afluentes a otros ríos
La CHJ reconoce que la casuística de competencias «en materia de conservación y mantenimiento de cauces es variada y algo compleja, por lo que generalmente da lugar a confusión» ·
Una DANA y una segunda DANA. Más de doscientas víctimas mortales en la primera. Daños materiales cuantiosísimos. Las alertas disparadas en torno a los barrancos. ¿Y qué sucede en los ríos afluentes de las grandes corrientes fluviales? Pocos pueblos valencianos próximos a un barranco, una rambla y alguno de esos ríos carecen en su historia de episodios de crecida en los caudales y hasta de inundaciones. Los cauces de los ríos encerrados en cañas son fuente de descontento constante en los pueblos, los mismos pueblos que con frecuencia lanzan quejas apuntando a la conveniencia de actuaciones preventivas ante lluvias cuantiosas. Las peticiones pasan muchas veces por la solicitud de limpieza con el objetivo de evitar arrastres que puedan obstruir los cauces.
Las «disponibilidades presupuestarias» son las que marcan la periodicidad y celeridad con la que la CHJ, según sus propias declaraciones, ejecuta trabajos de limpieza, cuidado y mantenimiento de cauces. El organismo apuesta por mantener la vegetación para «el adecuado funcionamiento de los ríos». Hay un matiz cuando se refiere a las cañas para señalar que su retirada responde a que «la presencia de cañas y la falta de especies autóctonas suponen un empeoramiento hidromorflógico de los ríos».
En ete contexto, un recorrido por localidades atravesadas por alguno de esos ríos, como el Clariano -afluente del Albaida-, el Sellent o el Albaida -afluentes del Júcar- ofrece un retrato parcial, en tanto que puede suceder también en otros municipios. La alcaldesa de Castelló, pueblo de la Ribera Alta junto al río Albaida, relata que en la DANA del pasado 29 de octubre «el caudal creció mucho», pero no hubo desbordamientos. La clave es que el cauce «desde muy arriba estaba limpio».
En este curso se han realizado «desde muy arriba» labores de cubrimiento con mallas negras que evitan el crecimiento de las cañas sin perjudicar a la flora autóctona. La alcaldesa recuerda que se ha hecho una gran inversión, «treinta millones de euros» con fondos europeos «ahora la CHJ continuará y dentro de año y medio lo retomarán los Ayuntamientos». Insiste en que en esta ocasión «hemos estado a salvo por tener el río limpio». Castelló no es inundable, pero sí lo es su término, y de un tiempo a esta parte están estudiando las razones por las que desde que se construyó la circunvalación del pueblo, hay una zona del que sí se inunda como pudo comprobarse con el episodio del 29 de octubre.
Las declaraciones de Horte Gómez ofrecen la pista: la limpieza del cauce. Las experiencias conducen también a Ontinyent donde hay memoria reciente del desastre que en 2019 dejó la crecida del río Clariano en la localidad. En aquella ocasión llovió «una barbaridad», señalan desde el Ayuntamiento. El desbordamiento arrastró consigo el histórico barrio de la Canterería. Allí la Confederación Hidrográfica del Júcar ejecutó un proyecto de restauración del río Clariano entre Pont Vell y Pont Nou en la margen del río afectada, además del proyecto de parque que lleva a cabo el Consistorio.
Esas actuaciones se ven con muy buenos ojos, pero no dejan de apuntar que además «en los últimos años se han hecho peticiones antes y después de aquello a la CHJ para la retirada de cañas» y no han obtenido respuesta satisfactoria, advierten desde el Consistorio. Insisten en que no se puede saber «en qué medida» una u otra causa actúan como determinantes ante un episodio de lluvias como el de aquella inundación. No obstante, señalan que «lo importante es que el agua pueda fluir bien», algo que pasa por liberar de cualquier obstáculo los lechos de los ríos.
Tanto la alcaldesa de Castelló como el Ayuntamiento de Ontinyent tienen muy claro que la limpieza de los tramos urbanos de los cursos fluviales corresponde a los ayuntamientos. También desde Càrcer, localidad atravesada por el río Sellent, señalan esta circunstancia sin dejar de apuntar que ante cualquier actuación «en general y en particular el mantenimiento y conservación de los tramos urbanos» se tiene que realizar con autorización previa de la CHJ. La inquietud que manifiesta el alcalde, Tomás Lloret, le lleva a preguntarse sobre la situación «fuera de la zona urbana» en la que considera que se requiere «mayor atención a los cauces».
La competencia de los ayuntamientos está clara en cuanto a las labores de mantenimiento y conservación de los cauces que corresponden a la CHJ, desde la propia Confederación señalan que su obligación es «conservar y mejorar la calidad de las aguas y de los entornos fluviales». Mantiene que llevan a cabo actuaciones de «restauración, conservación y mantenimiento de cauces».
Cuando a la CHJ se le pregunta si la limpieza se incluye entre las labores de cuidado y mantenimiento, reconocen que «la casuística competencial en materia de conservación y mantenimiento de cauces es variada y algo compleja, por lo que generalmente da lugar a confusión», algo que en sí mismo resulta muy poco esclarecedor.
También la alcaldesa de Castelló ofrece una clave para seguir adelante en la lucha por un mantenimiento de los cauces que sirve de ayuda a los pueblos cercanos: «La presión de los alcaldes».
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