La vida de Amparo Lerma Fambuena y la de su familia forma parte indisoluble de la historia de La Cañada. Sus padres, que tenían un horno en Paterna, montaron un pequeño despacho de pan en el apeadero, cuando los primeros vecinos llegaban en tren. En aquellos tiempos, durante la contienda civil y la posguerra, la zona era un pequeño lugar de esparcimiento próximo a Valencia, con muy pocos residentes y veraneantes. Nada que ver con lo que se convertiría La Cañada décadas después. Aquel sencillo despacho de pan se convirtió en el primer horno que se instalaba allí, conocido como La Esmeralda. Aquí fue donde nació Amparo Lerma Fambuena, el 10 de agosto de 1936.
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Su llegada al mundo ya marcó un hito, pues se convirtió también en la primera niña nacida en La Cañada, tal y como destaca su familia. Desde entonces su vida caminó paralela a este lugar en casi todos los aspectos. «Siempre estuvo presente en la vida social y vecinal de La Cañada, siempre se involucró en todo lo que pudo. Fue honorable de la Cofradía de San Vicente, fuimos custodios de la imagen de San Vicente un año y varios de la Virgen, y 30 años clavarios del Cristo de la Fe de La Cañada», relata su familia. También formaron parte de la Falla Puerta del Sol que, precisamente este año, celebra su 50 aniversario. Amparo Lerma y su marido, Francisco Asensi Mestre, fueron socios fundadores de la comisión y sus hijos también formaron parte de la misma. Tres niñas fueron falleras mayores y su hijo presidente infantil. «Cuando empezó la falla, en La Cañada había un censo de 900 personas y 300 formaban parte de la comisión», recuerda la familia. Amparo «siempre sintió La Cañada como suya, entonces éramos todos como una gran familia. Siempre vivió por y en La Cañada». «Recuerdo de pequeño en invierno pasar por la plaza y no cruzarme con nadie. De esto hace 40 años, lo que da una idea de cómo era entonces la vida allí y cómo ha ido evolucionando», relata Javi, uno de sus hijos. Amparo «fue una persona muy querida por todos, conocía a todo el mundo. Toda su familia ha estado siempre muy orgullosa de ella y la recordaremos siempre», destacan sus familiares. Su carácter afable, extrovertido y su amabilidad fueron siempre marca de la casa. Nadie olvidará su historia. Tampoco sus preciosos ojos verdes.
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