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Si usted es, como nosotros, de esos que pasa agosto en la ciudad, habrá notado que hay menos taxis de la cuenta. Muchos menos. Encontrar ... uno en las paradas es casi imposible, y no digamos ya de noche o los fines de semana. El tema es tan evidente que hasta el propio sector lo reconoce. «Libramos más de los que deberíamos», explican. Para entender lo que ha pasado, conviene refrescar algunos conceptos del servicio de taxis.
Aunque tiene la consideración de transporte público y es la Conselleria de Transportes la que organiza los turnos de libranza y dictamina cuántos taxis han de haber en la calle en cada momento del día, lo cierto es que cada licencia es un conductor autónomo o que trabaja como chófer, por lo que se trata de un modelo híbrido. Se da la circunstancia de que hace meses se decidió que de las 3.000 licencias, aproximadamente, que pueden operar en el cap i casal, la primera quincena de agosto trabajarían 1.500. Y ya tenemos el lío armado.
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Porque para el sector, son pocas. Lo ideal, dicen, es que trabajaran 2.000 coches por turno, según ellos suficiente para atender a la gente que hay en Valencia. «La primera quincena suele haber un poco más de trabajo. Al PSPV le hemos propuesto durante años un turno que permita que libren 1.000 licencias, lo que permitiría que hubiera más coches en la calle», comenta Ismael Arráez, presidente de la Asociación Gremial del Taxi. También se lo propuso la Confederación de Taxistas Autónomos que dirige Fernando del Molino.
En el departamento que dirigía Rebeca Torró dijeron que sí, que lo miraban, pero luego vinieron las elecciones y las libranzas de los taxistas cayeron entre los huecos de la campaña, los sondeos y la lucha por entrar en las listas. Unos por otros, la casa sin barrer, como diría aquel: llega el calor y los chicos se pueden enamorar, como dice la canción, pero no coger un taxi. Al menos en Valencia, porque no hay. Un recorrido por distintas paradas del centro de la ciudad, como la situada en la esquina de la gran vía Fernando el Católico con Doctor Zamenhof, evidencia que hay pocos taxis. Muy pocos. Y eso que hay servicios, sobre todo, evidentemente, en y hacia la zona de la playa.
La ciudad vive estos días un agosto particularmente masivo. Han llegado cientos de miles de turistas que recorren el centro mapa en ristre (o móvil con Google Maps, ya me entienden) y que cuando tienen que trasladarse a enclaves como la Ciutat de les Arts o la misma Malvarrosa se las ven y se las desean. La parada de taxis de Xàtiva, que es una de las que más vehículos concentra por su céntrica ubicación, es el punto de encuentro de cientos de visitantes que esperan, de forma más o menos paciente, la llegada de un taxi bajo un sol que pesa sobre el asfalto.
Pero, ¿cómo hemos llegado a esta escena postapocalípica estivalmente hablando? «La segunda quincena se trabaja bien porque se va mucha gente, pero la primera... consideramos que librar 1.500 es demasiado. Deberíamos trabajar 2.000 y librar 1.000», lamenta Arráez, que insiste en que esperan que el año que viene los nuevos dirigentes «escuchen al sector y hagan una regulación coherente». Además, se da un problema añadido. La mayoría de los 1.200 conductores que trabajan ahora mismo en Valencia (son las licencias pares que libran un día a la semana) «son autónomos que tienden más a trabajar en horas diurnas». «La ley del taxi de 2017 tenía un objetivo que era deshacer el tejido empresarial y en 3 o 4 años hemos tenido que despedir de 300 a 500 conductores que normalmente trabajaban para el turno de noche», indica.
Desde la confederación abundan en el problema. Del Molino explica que reciben «bastantes quejas». «Este año ya no tiene arreglo pero tenemos que buscar soluciones para que no pase otro año. De todas formas, si no se hicieran turnos de vacaciones podría pasar que todos nos fuéramos la misma quincena», explica del Molino, que apunta que estos retrasos «se dan en todos los sectores porque la gente se va de vacaciones». «Además, la mayoría de rutas de autobuses y metro se reducen en agosto», comenta, lo que en su opinión concentra la demanda en los pocos taxis que circulan.
Además, del Molino indica que la explosión turística de una Valencia que se ha convertido en destino preferente para cientos de miles de personas también trae aparejados algunos problemas para determinados sectores que, quizá, no han terminado de entender el nuevo papel que el cap i casal juega en las vacaciones de quienes nos visitan. «Antes de la pandemia los descansos del taxi en Valencia mantenían una oferta adecuada, pero llevamos dos años con una gran afluencia de turismo», explica del Molino, que admite que conforme avanza el mes de agosto «baja la demanda de vehículos».
«Antiguamente trabajábamos todos en agosto y llegaba la segunda quincena y se iban todos los taxis al pueblo. El taxista que estaba muy mal económicamente no se iba de vacaciones. Por eso pusimos estos turnos y solo pueden trabajar los pares o los impares mitad y mitad la primera quincena y la segunda quincena», relata del Molino, que reconoce que el año pasado «ya se habló de establecer tres turnos para garantizar 2.000 taxis». Pero lo dicho, llegaron las elecciones y todo se paralizó.
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