Los 20 frentes abiertos de Ribó

Anunciado en el debate del Estado de la Ciudad de 2018 por el alcalde Ribó, la llamada renaturalización del nuevo cauce apenas ha avanzado más que con el compromiso de la Confederación del Júcar para determinar un cauce interior, necesario para conectar el mar con el parque del Turia y hacer la zona visitable.

La falta de acuerdo en la liquidación del Consorcio Valencia 2007 ha obligado a aprobar hasta un año de prórroga, plazo para determinar el nuevo modelo de gestión de la Marina y poder sacar adelante numerosos proyectos e inversiones atascadas en la dársena interior.

El pasado viernes se aprobó la modificación del Plan General, el primer paso para transformar uno de los accesos principales de la ciudad. La definición de la planta viaria con la reducción de carriles está por aclarar, aunque ya ha sido cuestionada por las entidades vecinales.

Otra de las patatas calientes por discrepancias entre Compromís y PSPV acerca de cómo acabar esa parte de la ciudad. La propuesta de Metrovacesa no gustó y acabó guardada en un cajón, aunque las diferencias acerca del tratamiento a la huerta acabó por embarrar todo.

La falta de mantenimiento es más que evidente, además de la decisión de Ribó de no conceder un euros más al gasto para la calle más comercial de la ciudad que la de cualquier barrio. Además, el reparto del espacio penaliza a los peatones.

Otro proyecto que queda a expensas de lo que ocurra en las elecciones municipales. El PP ha dejado claro que cerrar el túnel de Ángel Guimerá es un error en una reforma que pretende dejar en un carril el tramo desde San Agustín hasta el IVAM.

Patata caliente y con humo la que se deja para después de los comicios, con las zonas de la ciudad que deben quedar restringidas al tráfico. Las obras para controlar comenzarán antes de mayo con seguridad.

La reforma del principal auditorio municipal acabarán este verano, con lo que el reto del gestor que salga elegido en las urnas será cómo reflotar la vida y oferta cultural en un edificio cerrado desde hace años y donde se ha tenido que dispersar las actividades por toda Valencia. La demora es incomprensible a pesar de la complejidad del proyecto.

Hace unos días, el gobierno municipal anunció mejoras en el refugio de perros y gatos de Benimàmet, aunque el previsto junto a Tabernes Blanques no avanza y el metropolitano que se negocia con Torrent es una idea. Poco para un Ayuntamiento que se dice animalista.

Acaba el mandato y se sabe poco o nada sobre los plazos para la reapertura del antiguo convento de la Roqueta, uno de los símbolos para los fieles por lo que significa en la historia del cristianismo en Valencia. Su uso como oficinas está más que cuestionado.

El mandato acaba sin la normativa que debe facilitar el trabajo policial para resolver problemas como el vandalismo o el botellón. Falta la exposición al público de un documento aprobado hace mucho.

Los vecinos del centro histórico, la plaza de Honduras y la plaza del Cedro no están contentos con la gestión municipal de los locales de ocio, al considerar que no hacen lo suficiente para impedir la saturación, lo que siempre genera problemas de ruidos y vandalismo.

El Ayuntamiento ha ratificado esta semana la prohibición de aperturas de viviendas turísticas en Ciutat Vella, salvo que sean edificios completos. Esto último precisamente es lo que alertan los vecinos que se está produciendo y contribuye a la despoblación.

Se trata de la principal patata que deja este final de mandato, la incapacidad de Compromís y PSPV de sacar adelante promociones inmobiliarias, para alquiler asequible o viviendas sociales. De manera inexplicable, cada año se han producido los mismos anuncios.

El alcalde Ribó ha pasado de aceptar la ZAL en La Punta como algo inevitable, dada la dificultad de recuperar el suelo agrícola, a pactar con la Generalitat un maquillaje de la zona y ahora, volver a la oposición al polígono portuario al sur de Nazaret. Se vuelve al punto de partida.

La modernización de la normativa que rige las Fallas debía ser una de las tareas primordiales de un gobierno que se cuelga la medalla de progresista. A pesar de esa circunstancia de momento se está en la fase de grupos de trabajo sin más plazos conocidos.

Una de las principales zonas de descanso de Valencia adolece de deficiencias que se ven a simple vista. Tres décadas después de su inauguración, el paseo marítimo ha envejecido muy mal, pero Compromís y PSPV sólo han hecho anuncios de la intención de reformarlo.

El gobierno municipal ha sacado adelante la aprobación provisional con varias discrepancias, como la última conocida en el apartado de Telecomunicaciones. Las inversiones públicas en dotaciones y obras de reurbanización quedan empañadas por esta demora.

El gran proyecto para completar el viejo cauce con el Parque de Desembocadura está en la fase de concurso, aunque más atrasado incluso está el encargo para ejecutar numerosas mejoras en el resto de tramos. Urge un repaso a todas las zonas por sus carencias.

El retraso del llamado 'contrato del siglo' hace que se note mucho más las quejas vecinales por las deficiencias en limpieza en Valencia, que cada mes están en la parte alta del listado de reclamaciones. Más deberes para el siguiente mandato.