El Parque Central de Valencia se inauguró casi 40 años después de su anuncio, lo que ha permitido que Valencia tenga un gran parque en la zona por donde antes pasaban las vías del tren. El 17 de diciembre de 2018 Antonio Fernández, vecino de la calle Oltá (Malilla), fue el primer ciudadano que pisó el Parque Central. Acompañado por su nieta Laia, cómodamente sentada en un carrito de bebé, entraron por el acceso de la calle Filipinas para seguir por la pérgola y el jardín de la Infancia.
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«Llevo 40 años esperando este parque. Me vine en 1972 a este barrio y entonces ya se hablaba de que se iba a hacer. Al final ha llegado», señaló a LAS PROVINCIAS unos minutos antes de las nueve de la mañana, hora oficial de la apertura. Pero había ganar de conocer y pisar los 110.000 metros cuadrados de la primera fase del parque (el 40% del total), cuya ejecución comenzó en febrero de 2015.«He ido a recoger a mi nieta y he querido aprovechar para entrar y hacer alguna foto. El ambiente está muy bien, con el estanque y los edificios restaurados; es un pulmón para la zona de Malilla que todos estábamos esperando. Ahora lo importante es que sigan con el resto de obras. Creo que será antes y apretarán un poco porque han estado muchos años que no hacían nada», dijo.
Igual que Antonio, numerosas personas se acercaron a la inauguración no oficial de la primera fase del jardín, algo más de 110.000 metros cuadrados de zonas verdes y naves ferroviarias rehabilitadas para servicios públicos. Había expectación en conocer los detalles de unas obras que han durado tres años y medio, acordadas en el convenio de 2003 para el soterramiento completo de las vías y la construcción de una estación subterránea.
El mismo espíritu entre lo festivo y lo crítico tenía un vecino de la calle Rubén Vela, Dionisio Cuesta, también veterano y que había escuchado hablar de este proyecto prácticamente desde hacía 40 años. «Yo ya no lo veré, pero espero que no haya esperar tanto para la siguiente fase», comentaba apoyado en uno de los muros que da a la Huerta Jardín.
En la entrada de la calle Filipinas estaba el director gerente de la sociedad Parque Central, Salvador Martínez Císcar, con un grupo de técnicos a los que se sumó poco después el concejal de Desarrollo Urbano, Vicent Sarrià, y el delegado de Movilidad, Giuseppe Grezzi. El primero destacó la «expectación para ver este jardín. Aunque sea el 40% del futuro Parque Central, es una realización de mucha calidad». En su opinión, se convertirá en «uno de los puntos de referencia de la ciudad».Del jardín, señaló que «cuando crezca más la vegetación será más bonito todavía». En los dos muelles de carga hay servicios para los usuarios y el resto del espacio está por equipar, aunque Sarrià avanzó que serán dotaciones para el parque como cafeterías. «Debemos cuidar todo esto entre todos», decía Cuesta señalando los bancos de mármol, las fuentes y las plantas. En la primera hora de apertura destacó la entrada de numerosos vecinos con sus perros. Igual que en el resto de jardines, deben ir atados con la correa y bozal si es necesario.
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En la primera hora de apertura destacó la entrada de numerosos vecinos con sus perros. Igual que en el resto de jardines, deben ir atados con la correa y bozal si es necesario. Debajo del paso elevado de Giorgeta, hay una zona provisional para poder soltarlos, con juegos como rampas.
Tres años y medio de obras han servido para transformar un antiguo suelo industrial repleto de vertidos tóxicos, sobre todo hidrocarburos, en un flamante jardín donde algunas zonas todavía andan algo escasas de verde y necesitarán unos años para que ganen en frondosidad.
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El estanque de la Garrat marca el primer itinerario, que pasa junto a las naves rehabilitadas para usos públicos, que aún tardarán meses en ser una realidad. Las gemelas dedicadas a usos culturales y la sede de una Universidad Popular, mientras que la cortada junto a la calle Filipinas servirá para oficinas de servicios sociales. La más grande, imponente, un polideportivo y todas con el apellido del arquitecto autor de la estación del Norte, Demetrio Ribes.
La plantación se eleva a un millar de árboles y 85.000 arbustos. Sumados a las 13.000 plantas colocadas en las mil jardineras del muro que delimita el Jardín de la Infancia, da una idea de la enormidad de la primera fase del proyecto. La zona para niños tiene diferentes juegos como carruseles, columpios o balancines. También otros como una plataforma deslizante, un rocódromo, un árbol de la ciencia y mesas de ping pong.
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El vallado perimetral que separa esta fase del parque de las vías tiene algo más de 490 metros lineales y mide tres metros de altura. Se ha construido con el mismo material que los muros de la Huerta Jardín para guardar armonía en el diseño, un tipo de paneles de hormigón prefabricados con relieve. Junto a este vallado, se han plantado árboles y plantas a modo de pantalla vegetal.
En cuanto al vallado exterior, tiene una altura en torno a 1,80 m y 590 metros lineales incluidas las puertas. Tienen una base de hormigón y pilares laminados de acero pintados de color negro. El parque tendrá ocho puertas de acceso, dos en Peris y Valero, una en calle Dr. Domagk y las cinco restantes desde Filipinas. En esta parte se cerrará con un horario diferente al de las naves.
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También como parte de las obras de reurbanización se han construido unos 1.300 metros del carril bici para llegar al parque desde Malilla, Peris y Valero o Ruzafa. En la primera fase habrá 26 aparcabicis. El parque tiene un espacio de socialización de perros junto al paso elevado de Giorgeta, en la zona más próxima a las vías.
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