
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Pocas facetas de la gestión municipal son tan visibles como los parques y los jardines, donde miles de valencianos pasan cientos de horas cada día disfrutando de las temperaturas cálidas y de la sombra de los árboles de las zonas verdes. Pero más allá de la cara amable de Viveros, el antiguo cauce del Turia o el novísimo Parque Central, el grueso de los jardines de la ciudad presentan un rostro surcado de cicatrices en formas de estanques resecos, malas hierbas y firmes en muy mal estado.
No es de extrañar si se pregunta a los trabajadores de las contratas de parques de la ciudad. Hay dos: FCC se encarga de la zona norte y Sociedad de Agricultores de la Vega (SAV) de la sur, estableciendo el río como división entre ambas zonas. Se trata de uno de los contratos más importantes de la ciudad: 54 millones en cuatro años.
Ahora mismo se está elaborando el nuevo pliego de condiciones antes de que la concesión termine en septiembre de este año, pero los sindicatos alertan de que las condiciones de trabajo son «mucho peores que con Rita», según Salvador Yago, secretario del comité de empresa de SAV. Y aportan cifras. En 1992 había en ambas contratas un total de 283 trabajadores. En 2017 eran 280. Hace 26 años tenían que cubrir un millón de metros cuadrados, mientras que en 2017 eran 2,8 millones de metros cuadrados. «Y desde entonces han abierto más parques», apunta Jesús Montesinos, presidente del comité. Además, en 1992 tenían que podar 58.000 árboles, mientras que en 2017 tenían que trabajar en 120.000 ejemplares.
Esta situación ha provocado, tal como explica Montesinos, que las brigadas que antes eran de cuatro o cinco personas, «ahora estén compuestas por dos o tres», tal como indicó el comité en una reunión con este diario. En ese encuentro había también trabajadores, que señalaron que antes visitaban todos los parques, «pero ahora sólo vamos donde se queja la gente». Montesinos explica que las contratas «ahora tienen que atender a más jardines que hace años y somos menos personas». Además, tienen que mantener las fuentes ornamentales: «En un momento, llegó a haber 32 personas dedicadas sólo a ello».
La situación también afecta al Organismo Autónomo Municipal de Parques y Jardines, que gestiona las zonas verdes más emblemáticas. La falta de personal llega a tal extremo que tanto FCC como SAV y el organismo se plantean huelgas el mes que viene si el Consistorio no se compromete a mejorar las condiciones laborales de los trabajadores. «Nosotros limpiamos con una escoba, pero el servicio de limpieza, por ejemplo, tiene máquinas que pueden hacer lo que nosotros hacemos en dos días en apenas unas horas», explica Yago.
Con este paisanaje, el paisaje que aparece en decenas de parques de la ciudad es esperable. LAS PROVINCIAS ha recorrido algunos de ellos. En el Jardín de Polifilo, un coqueto parque situado al norte del Hospital Arnau de Vilanova en el barrio de Sant Pau, la hierba está crecida y la zona de juegos infantiles podría estar más cuidada. Pero sin embargo la parte más deteriorada se encuentra en el extremo del parque más próximo a la calle Camp de Túria: se trata de unos estanques artificiales donde el otoño ha dejado caer cientos de hojas al agua que ahora se pudren contra sus esquinas sin que sean retiradas.
Es esta, la gestión de esas masas de agua, uno de los principales problemas a los que se enfrentan los operarios municipales. Tanto es así que en algunos parques (no en Viveros, ni en el Jardín del Turia ni en el Parque Central) se ha optado directamente por retirar el agua de los estanques. Es el caso del parque Manuel Granero, en Ruzafa, cuya importancia radica en que hasta la apertura del Central era la única zona verde del barrio. No es sólo que las fuentes estén resecas, es que el firme está en mal estado y falta vegetación, como denuncian los vecinos. De hecho, el PP dejó la reforma del parque preparada antes de las elecciones de 2015, pero la llegada del tripartito paralizó los trámites. Tras un proceso participativo, el proyecto queda ahora en el limbo por la falta de presupuesto para acometer unas obras por valor de unos 600.000 euros.
Otros jardines afectados por el abandono son el central de Blasco Ibáñez, el Enrique Granados de Patraix o La Rambleta, que está concebido como una ribera pero que en la práctica se encuentra en muy mal estado, con malas hierbas y aguas estancadas en el lago que hace las veces de río y cruza el parque situado en San Marcelino.
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