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Ni la ironía ni la imaginación les ha servido para que les tomen en serio, los vendedores del Mercado Central lo han probado todo, ... hasta inventar una campaña ficticia para promover la instalación de un helipuerto. Pero lo cierto es que la realidad supera muchas veces a la ficción y las peripecias que tienen que hacer los vendedores del Mercado Central para descargar la mercancía supera a las de cualquier guionista. La suya es una serie tragicómica que lleva ya muchas temporadas por culpa de las obras de reforma del entorno del Mercado pero el humor está dando paso ya al cabreo y el hartazgo. Cada día se enfrentan al laberinto del centro de la ciudad.
Juan es el encargado de ir a Mercavalencia de madrugada a por la fruta y la verdura que después venderán en la parada de Encarna en el Mercado Central. Confiesa estar cansado del tráfico y de las obras, pero sobre todo de los palos que les ponen sobre las ruedas. «No hay derecho, en lugar de poner facilidades aún complican todo, y mira, aquí lo podéis ver, la calle Calabazas ya es impracticable ahora como salgo», dice pitando al compañero también transportista, que está a su lado y que impide su salida
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Su trabajo se ha complicado esta misma semana. El cambio de dirección de la calle Calabazas ha terminado creando una ratonera para los trasportistas. Y pese a que la mayoría de los vendedores se autoabastecen y pueden coordinarse para hacer turnos o una descarga escalonada, hay otros tantos de repartidores de preveedores externos que no puede controlar la gestión del Mercado, con lo que el tapón y los atascos están asegurados.
En el caso de Juan reconoce que desde entonces es «un infierno» diario. «O llegas tarde o llegas mal, porque te tienes que estar peleando con compañeros que tampoco tienen la culpa o te cabreas por el tráfico, lo último es que ya no podemos ni acceder ni dar la vuelta, para llegar a donde tenemos que aparcar, es un desastre», comenta Juan. Y no hay más que subirse a su camión para comprobarlo.
Después de dejar la mercancía en la puerta de la calle Calabazas donde se agolpan los camiones, debe dar la vuelta por Guillem de Castro y entrar por las Torres de Quart cruzando un tramo en contra dirección, comentiendo infracción aunque le pese, y otro trozo por zona peatonal hasta llegar al solar habilitado para el parking de los vendedores, en la calle de la Carda.
Todo ello, se debe al cambio de sentido del tráfico de la calle Calabazas, ahora en dirección desde la avenida del Oeste hasta la calle San Vicente Mártir, que ha sido el remate final para incomunicar a los vendedores del Mercado Central. Ahí están las dos únicas puertas aptas para la descarga en la calle de las camionetas que no entran en el aparcamiento subterráneo por problemas en el gálibo. Los 300 puestos de venta se abastecen de medio millar de proveedores, con lo que la vía se convierte en una ratonera antes de las nueve de la mañana.
Pero el Ayuntamiento, en concreto la concejalía de Movilidad de la que es reponsable el concejal Giuseppe Grezzi, lejos de sentarse con ellos a buscar una solución cambió esta misma semana las señales de la vía, lo que obligó a modificar los itinerarios de la carga y descarga, tanto para los proveedores externos como para los propios vendedores.
Los vendedores y la gerente del Mercado Central reclaman como solución anticipar la apertura de parte de la plaza de Ciudad de Brujas, prácticamente terminada de pavimentar, para facilitar el acceso a otras puertas, a uno de los sótanos y también para disponer de otra zona de carga y descarga que permita aliviar el tapón que a diario se forma en la calle Calabazas.
Sin embargo, los socios de gobierno parecen pasarse este balón de una concejalía a otra, de Urbanismo a Movilidad, de PSPV a Compromís y no hay nadie que se responsabilice de esta situación que está llegando a retrasar y entorpecer las jornadas de trabajo en el Mercado e inlcuso ocasionando que faltas en ciertos productos con lo que podría traer desabastecimiento.
Siguen haciendo oídos sordos. De hecho, este viernes a las siete de la mañana el propio concejal de Protección Ciudadana, Aarón Cano, estaba convocado por los vendedores para mostrarle el problema insitu pero el responsable no se ha presentado a la cita alegando motivos personales. Mientras por su parte, el concejal Giuseppe Grezzi no se ha pronunciado sobre el cambio de dirección de Calabazas.
Los vendedores creen que en un mes podrían estar terminadas las obras de la plaza de Ciudad de Brujas y por eso, lo que solicitan para evitar los tapones y las peripecias de los conductores es anticipar la apertura.
«Toman las decisiones libremente sin contar con las necesidades de los trabajadores y sin empatizar con las necesidades logísticas de clientes y vendedores del Mercado Central». Así denuncian desde la oposición, el partido Ciudadanos, los problemas de acceso al edificio del Mercado. «El alcalde, Joan Ribó, no comprende, o no conoce, lo que es un negocio, lo que es un comercio, así como el entorno logístico conlleva y, por lo tanto, no puede empatizar y va tomando decisiones de espaldas a este sistema económico», ha criticado el portavoz, Fernando Giner después de comprobar la situación. Pide al Ayuntamiento que «prorrogue la aplicación de la APR hasta que terminen las obras de la Plaza de Brujas y su entorno».
Por su parte el Partido Popular exige a Ribó y al PSPV que atienda las reivindicaciones de los vendedores del Mercado Central, «asfixiados por la mala planificación», denuncian. También los concejales de la formación Santiago Ballester y Carlos Mundina acudieron a la llamada de apoyo del Mercado Central en sus peticiones y vieron en primera persona las graves dificultades que viven. Ballester lamentó que «el concejal de Mercados, Carlos Galiana esté más preocupado de hacerse fotos que de dar solución a las necesidades de los vendedores», y recordó cámaras del centro histórico comenzarán a multar en un mes.
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