Orriols protesta: «Vamos a seguir hasta que se respeten nuestros derechos»

Un cántico empieza a hacerse común en las concentraciones y manifestaciones que se desarrollan por los barrios de la ciudad. Este jueves, Orriols. «Ribó, escucha, Orriols está en lucha», le han cantado hoy los vecinos al alcalde, lo mismo que los residentes de la Malvarrosa la semana pasada. En el norte de la ciudad han salido esta tarde a la calle en la confluencia de las calles San Juan De la Peña y Padre Viñas, el epicentro de la delincuencia del barrio, para protestar por la delincuencia.

Decenas de vecinos han protagonizado una sonada cacerolada, ante la mirada de la Policía Nacional y la Policía Local. Los residentes están tan acostumbrados que cuando en la calle Duque de Mandas una mujer le preguntaba a otra qué había pasado, por qué había tanta policía, su interlocutora se encogía de hombros: «Los de siempre». No era el caso. En esta ocasión, eran los vecinos agrupados en torno a Orriols en Lucha quienes habían convocado una cacerolada para, como hicieron en la Malvarrosa y hacen todos los jueves en Ciudad Jardín, protestar por la situación del barrio.

La cacerolada ha ido después hacia el Ciutat de València, donde el Levante UD jugaba contra el Atlético de Madrid, para dar más visibilidad a su protesta. Aunque se quedaron pancartas sin repartir, señal quizá de que la afluencia fue menos de la esperada, las que sí se enarbolaron llevaban mensajes como «Orgullo de orriolero» o «La infancia de Orriols quiere un barrio mejor«. El mensaje que traslucía era evidente. Estaba en otra pancarta: «Quiero que mi barrio cambie, no cambiar yo de barrio».

Los vecinos volverán a salir a la calle el próximo día 10. La intención es evidenciar la situación. «Ha mejorado, pero sigue habiendo problemas muy grandes», comentaba Carmen, vecina de la zona. Su marido asentía en silencio. A unos pocos metros, Carlota contaba que cuando llevaba a sus hijos al colegio por la mañana, solía ver grupos de jóvenes «que siguen a los niños que van solos». «Les roban y todo», lamentaba. Es algo que saben los colegios: algunos de ellos abren antes de hora para que los alumnos no tengan que esperar en la calle.

Ese es el día a día de Orriols, un barrio que ha saltado a la palestra y que ahora no está dispuesto a bajarse de ella hasta que no se consiga poner coto a la delincuencia que, dicen, les impide vivir dignamente.

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