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Catalá, con la vara de mando, este sábado.

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Catalá, con la vara de mando, este sábado. IRENE MARSILLA

Catalá: «Quiero recuperar la luz de Valencia»

Cambio ·

La nueva alcaldesa del cap i casal promete recuperar el nombre bilingüe de la ciudad, una bajada de impuestos generalizada y un plan de choque contra la suciedad

Sábado, 17 de junio 2023, 11:37

Si el discurso de investidura es una declaración de intenciones, la de María José Catalá, nueva alcaldesa de Valencia, no podía ser más elocuente: «Valencia, por encima de todo y de todos». La ya primera edil ha prometido trabajar por la ciudad, defenderla y cuidarla, en un discurso con un marcado tono maternal y de apoyo a la natalidad. «Quiero que este proyecto de ciudad sea compartido con todos los valencianos, sin generar enfrentamientos, con cercanía, sensibilidad, con diálogo, con fortaleza y ambición. Valencia va a tener una alcaldesa cercana. Me voy a dedicar en cuerpo y alma por esta ciudad», dijo.

Catalá, además, anunció algunas de sus primeras medidas: la semana que viene comenzará los trámites para devolver la denominación bilingüe a la ciudad, en octubre o noviembre se aprobarán las ordenanzas fiscales que permitirán una rebaja de impuestos de 67 millones y se pondrá en marcha, en breve, un plan de choque de limpieza y seguridad. Además, apuntó que luchará contra la «orfandad identitaria» de Valencia. En este sentido se enmarca la vuelta de la Mare de Déu al primer piso del Consistorio segundos después de que recibiera la vara de mando (de manos de Ribó por ser el miembro de mayor edad de la mesa de edad, no por ser el alcalde saliente), la visita a la Basílica posterior o el anuncio de que la semana que viene comenzarán los trámites para la vuelta del topónimo bilingüe de la ciudad. «Valencia es España y España es Valencia», dijo la alcaldesa, de nuevo, en lo que no se puede entender más que como una declaración de intenciones de quien pretende encabezar un gobierno que se aleje de las subvenciones a entidades catalanistas y del desprecio a determinadas instituciones valencianas que era santo y seña del gobierno de Ribó (luego, por cierto, volveremos al talante del alcalde saliente, digno de mención). De hecho, Catalá acudió nada más ser proclamada alcaldesa a la Basílica, donde visitó a la Mare de Déu. «Tenía que estar aquí un día como hoy», dijo.

Antes de eso, Catalá vivió una jornada intensa pero sin sobresaltos, lo que no se puede decir de otros ayuntamientos de la provincia. La vencedora de las elecciones del pasado 28 de mayo fue proclamada como primera edil al ser la lista más votada y con el apoyo de sus 13 concejales. Ahora tendrá que decidir si opta por gobernar en solitario o si decide pactar con Vox, que ha votado a su portavoz, Juanma Badenas. De hecho, prácticamente nadie confía ya en un pacto entre ambos partidos, por mucho que no se descartara ayer en los corrillos municipales, sobre todo después de la intervención de Badenas.

Y eso que Catalá (Valencia, 1981) tiene las espaldas anchas. Ha sido alcaldesa de Torrent («allí aprendí a ser alcaldesa y en Valencia, a ser madre», ha dicho) y consellera de Educación y portavoz del Consell. Desde 2019 es portavoz municipal del PP. Como primera edil de Valencia, tendrá que solucionar cuestiones pendientes como la Marina, el estadio del Valencia CF, el PAI del Grao o el soterramiento de las de vías del tren en Serrería.

Si hablamos de declaración de intenciones, el discurso de Catalá es para leerlo con atención. Trufado de citas y alusiones a ilustres valencianos, se ha centrado en tres: Joaquín Sorolla, Vicente Blasco Ibáñez y Teodoro Llorente. Del primero dijo que quería recuperar la luz que pintó en sus cuadros mientras que del segundo recordó la frase: «Valencia tiene la materia prima: los artistas». De Llorente, fundador de LAS PROVINCIAS y uno de los mayores defensores del valencianismo en el siglo XIX, se acordó cuando habló de recuperar el patrimonio cultural, la fachada marítima y concluir el cauce del río Turia: «Llorente describió la belleza de Valencia, el esplendor de su huerta y de sus pedanías, con «sus caminos hondos, encauzados entre ribazos siempre verdes o ceñidos por acequias de corriente continuo».

Además, Catalá plantea hacer de su reciente maternidad un acicate para las políticas públicas que pretende llevar a cabo como alcaldesa. Comentó que los nuevos retos son demográficos, lo que la llevará a «apostar por la natalidad y dar más calidad de vida a los mayores». «También la sostenibilidad y movilidad, pero siempre poniendo por delante de todo la seguridad; y la innovación, tecnología y emprendedurismo y las políticas verdes y sociales», dijo.

Catalá hizo un guiño a su instinto materno: «Las ciudades tienen que progresar con una mano y cuidarse con la otra». En este sentido, comentó que los jóvenes «tienen derecho a progresar y a una vivienda, pero eso hay que hacerlo, no sólo decirlo». Catalá fue aplaudida largamente por los concejales del hemiciclo al término de su parlamento. Hubo ayer tantos aplausos que no es de extrañar que en el primer pleno de cada mandato siempre haya que explicar a los nuevos concejales que en el pleno no se aplaude: si la única referencia que tienen es la del pleno de constitución, donde los aplausos son constantes...

No se lleven a engaño: hubo buen rollo en casi toda la jornada. Y ese «casi» no está dicho por decir. Tenían que ver las caras de los asistentes al pleno cuando tomaron la palabra dos portavoces municipales: Sandra Gómez y Juanma Badenas, PSPV y Vox, respectivamente, por motivos distintos. Tanto es así que si lo que se vio ayer es un adelanto del mandato que tenemos por delante, no parece que la crispación vaya a quedar lejos del debate municipal y tendremos plenos muy broncos y coperos, como el Valencia CF.

Catalá tuvo que enfrentarse a un discurso con cierto tono desabrido sobre todo por parte de Gómez, aunque el epíteto más duro se lo tuvo que escuchar de boca de Badenas, que llegó a decirle que su gobierno es «amoral» porque no ha pactado con Vox. Unos pactos, por cierto, que por el momento parecen lejos de darse, sobre todo tras la intervención de Badenas, que lleva una semana tendiendo puentes (y manos, lo que sea para conectar con la alcaldesa) sólo para demolerlo absolutamente todo en su primera intervención como portavoz municipal de Vox. «La lealtad no consiste en la lisonja sino en decir la verdad. Su decisión de gobernar en minoría no se encamina al bien común. No se puede decir que sea un gobierno moral, sino amoral», dijo Badenas: «Obtener un gobierno sin ajustarse a una mayoría no siempre se podría considerar lo más virtuoso». «Lo moral y conveniente sería actuar acorde con los deseos de los valencianos», apuntó el portavoz de Vox, que reclamaba así un pacto que nadie en el PP se ha planteado. O eso dicen.

Luego llegó el turno de Gómez, que usó un tono duro para cargar contra el futuro vicepresidente del Consell, Vicente Barrera, y lamentar la vuelta del PP: «Muchos valencianos que nos ven asisten con tristeza a la vuelta de una hipoteca reputacional que costó mucho levantar a los valencianos». Gómez también ha tenido palabras para la alcaldesa: «Señora Catalá, no sea tibia ni sumisa con la de Madrid aunque sea la verdadera jefa de su partido». El discurso de la ya vicealcaldesa ha sido muy comentado en los corrillos tras la sesión de constitución del Consistorio, porque ha llegado a recordar nombres como Barberá, Corbín o Grau: «Esta no es ya su ciudad». Así las cosas, sorprende, o no, que el más comedido fuera un Joan Ribó muy metido en su papel institucional y como queriendo marcar distancias con la que fue su predecesora en el cargo.

IRENE MARSILLA

Y es que fue un día complicado para muchos de los exconcejales de gobierno. A Giuseppe Grezzi, por ejemplo, se le vio apartado del resto de su grupo y no participó en la larga ovación a Catalá tras ser investida, al menos hasta el final. Hasta el final, eso sí, otros han sabido estar: el exalcalde, Joan Ribó, quiso hacer cola para acceder al Consistorio por la puerta principal, pese a que los periodistas le decíamos que no hacía falta, que los ordenanzas le conocían. Estuvo, además, muy sonriente: conviene recordar que él ya dijo que el mandato que ahora empieza iba a ser «un embolao guapo». Más problemas para acceder han tenido los nuevos concejales de Vox, incluso Badenas, que tuvieron que identificarse en la puerta, pese a que el exportavoz, Pepe Gosálbez, hacía de cicerone.

Y luego, además de los concejales del PP, se ha visto muy contentos a los nuevos ediles. Papi Robles, la número 2 de Ribó, era todo sonrisas, aunque siempre lo es, mientras Núria Llopis enseñaba orgullosa a quien quisiera preguntarle su chaquetilla hecha con tela de valenciana. Emocionada estaba también María Pérez. Catalá salió a la calle al término de la investidura, donde le esperaban dos centenares de simpatizantes. Hubo, como en cualquier celebración valenciana que se precie, un disparo de una traca. Los más fieles se hicieron decenas de fotos con la nueva alcaldesa y también con Carlos Mazón, que se crece en estas circunstancias: se le ve más cómodo en la calle que en los debates.

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