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El viejo cauce del río Turia se ha convertido en el cobijo de muchas personas sin hogar. Pero los peligros que entraña vivir en la ... calle son palpables. Sin ir más lejos, en la madrugada de este miércoles un joven africano de 29 años mató a un indigente al aplastarle la cabeza con una piedra, cuando la víctima dormía bajo el puente del Real. El asesino también agredió a otra víctima empleando el mismo modus operandi.
Debajo de los puentes del río Turia, muchas personas sin hogar han logrado construirse un refugio. Los indigentes tienen montadas varias tiendas de campaña. Los zapatos a plena vista. Evitan dormir solos. Se juntan en grupos. Saben que nunca pueden bajar la guardia. Están en una tensión constante. Un joven de unos 20 años enseña su perfil izquierdo. Una profunda cicatriz recorre su rostro desde el mentón hasta la boca. «Aquí enseguida te sacan una navaja para conseguir robarte», cuenta el chico. Es de Turquía. Todavía no habla español. Se defiende en inglés. Se cobija junto a otros cinco hombres de origen africano. Tienen las tiendas de campaña una al lado de la otra. Formando un fuerte en caso de que alguien pretenda hacerles daño.
«Tenemos miedo. En el viejo cauce hay gente muy agresiva», relata el joven. Otra vez, vuelve a señalarse la herida que enturbia su rostro. El chico sin hogar señala unos carbones que hay en una de las esquinas de 'su casa'. Hacen fuego para conseguir llevarse comida caliente a la boca. Pero eso también les pone en peligro. «Muchas veces intentan robar las patatas o la comida que hemos hecho al fuego y comienzan las peleas», desvela.
Era bailarín profesional en su país según dice. Pero su carrera se truncó y vino a España en busca de un futuro mejor. En lugar de encontrar oportunidades laborales se vio en la calle. Abocado a una constante lucha por sobrevivir. «Todo irá mejor, yo confío en ello», dice sonriendo. Manteniendo el optimismo a pesar de verse en la desgracia.Al otro lado del puente hay otro asentamiento de personas sin hogar. Un hombre senegalés calienta agua en un cazo. Ha creado una hoguera con unas maderas. «Así me puedo duchar bien», dice sonriendo. El hombre no reside en Valencia. «Vengo cuando hay trabajo en el campo y me dedico a recoger naranjas para poder ganar algo de dinero y luego vuelvo a mi país», revela.
Está constantemente pendiente de la gente que se acerca. No conocía el asesinato que se produjo en la madrugada de este miércoles. «Prefiero no mezclarme con la gente. Muchos se pelean. Yo sólo quiero estar tranquilo», comenta. No quiere salir en la fotografía ni dar sus datos porque al parecer tiene un gran número de seguidores en la red social de Tiktok. Y aun así, hace fuego con maderas para poder darse una ducha caliente mientras vigila que otros indigentes no le roben las pocas pertenencias que tienen
.En Valencia hay 837 personas que viven en la calle. Son 82 más que en 2021, cuando se hizo el último censo. De ellos dijo la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, este miércoles que presentan «porcentajes muy elevados de problemas que van más allá de las carencias materiales».
Según un estudio de la Universitat de València (UV) realizado en 2020 por Javier Calvo y Mercedes Botija a través del Departamento de Trabajo Social y Servicios Sociales, un 23,6% de las personas que vivían en la calle entonces tenían algún tipo de enfermedad crónica relacionada con la salud mental, seguido de un 20,9% relacionada con aspectos físicos. Además, el 19,1% de las personas tienen problemas cardiovasculares, mientras que un 14% es portadoras de VIH. Otra de las enfermedades crónicas con un 9,9% es aquella relacionada con patologías pulmonares, seguida de un 3,4% de enfermedades oncológicas.De acuerdo a un artículo aparecido en la revista Drets. Revista Valenciana de Reformes Democràtiques en 2022, cada vez hay más jóvenes en la calle, así como mujeres, que representan entre un 12 y un 15% del total, según indica el artículo. Para ayudarlos, el Ayuntamiento de Valencia cuenta, desde siempre, con una amplia gama de recursos gracias a un entramado de organizaciones y asociaciones como Accem, Bokatas, Cáritas, Casa Caridad, Cepaim, Comité Antisida Valencia, Cruz Roja, Fundació Salut i Comunitat, Médicos del Mundo, Natania, Mensajeros de la Paz y Misión Evangélica Urbana de Valencia, Rais Hogar Sí, Sant Joan de Déu, Casal de la Pau y Alanna. Sin embargo, lo cierto es que muchas de las personas que viven en la calle no quieren acudir a los albergues porque salvo en los que se conocen como baja exigencia, suelen tener horarios o requerir a las personas que dejen sus cosas fuera. Esas cosas, carritos de la compra desvencijados y llenos de ropa y distintos utensilios, son para ellos su vida. Y luego está el tema de las mascotas, dado que muchos de ellos tienen perros o gatos. Muchas de estas personas, además, trabajan, aunque sea como aparcacoches o recogiendo chatarra. Otros son temporeros en el campo. Es el caso de muchos de los cientos que pernoctan bajo los puentes del Jardín del Turia. Se trata de personas procedentes de países africanos con quienes trabajan entidades como Valencia és Refugi o Amigos de la Calle. Sin embargo, de un tiempo a esta tarde las autoridades han llevado a cabo actuaciones en la zona para echarlos de los puentes. Es el caso de la macrorredada realizada el pasado diciembre, en el que agentes de la Policía Nacional y la Policía Local desokuparon la Casa del Agua y vaciaron asentamientos bajo puentes como el de Glorias Valencianas, donde pernoctaban decenas de personas pese a que ese puente cuenta con un estanque. La macrorredada terminó con 42 identificados y seis detenidos, cinco de ellos por incumplir la Ley de Extranjería.
Cabe recordar los asentamientos chabolistas, donde cientos de personas viven en infraviviendas situadas en los márgenes de los barrios, en las costuras de la ciudad: junto a alquerías abandonadas, en solares al lado de las vías del tren o en pleno campo. Según el Ayuntamiento, en ellos viven entre 300 y 400 menores.
Son unas 1.200 personas las que viven en estas agrupaciones de infraviviendas, situadas sobre todo en barrios como San Marcelino o distritos como Quatre Carreres. Es en este último donde más preocupa el problema, tanto que el Ayuntamiento llevará a cabo un plan especial consistente en visitas de los asistentes de los centros sociales para evitar que las personas tengan que trasladarse a dependencias municipales, como ya hacen los técnicos en ese distrito. Además, desde el Consistorio insisten en la necesidad de buscar una alternativa habitacional a las personas en situación de sinhogarismo. Es por eso que la administración hablará con los propietarios de los pisos en alquiler en los barrios donde están los asentamientos con la intención de que las familias se quedan en la zona y así no haya que sacar a los alumnos de los colegios donde están inscritos.
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