mar guadalajara
Lunes, 7 de marzo 2022, 13:39
«Nadie quiere estar en la calle», es lo que repite la coordinadora de la ONG Bokatas, Pilar Descalzo. Ella representa a las 14 entidades sociales que han hecho posible el censo de personas sin hogar en Valencia, que este lunes se presentaba, y aunque este censo no permita contar las historias detrás de estas más de 750 personas que viven en la calle sí demuestra la facilidad con la que cualquier persona sin muchos recursos puede acabar durmiendo a la intemperie.
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Con sólo un dato: más de la mitad de los sin hogar en Valencia llevan en la calle menos de un año. Es un golpe de realidad que afecta a muchas familias y personas en situación límite, que viven a diario con recursos mínimos, en esa delgada línea que te deja entre un techo o en la calle. Quienes viven en riesgo de exclusión temen verse abocados a cruzarla y las entidades sociales así lo advierten.
A raíz de este censo, que las organizaciones insisten en llamarlo «foto fija», porque puede ser mayor dependiendo de la época y del momento en concreto, se advierte la incipiente situación de riesgo, de acabar en la calle, que existe en Valencia y que los agentes sociales achacan al efecto de la pandemia en su economía.
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Lo fácil es acabar en la calle, lo complicado es salir. Roberto es ese uno de cada diez que lleva más de diez años en la calle,, como arroja el censo. Después de diez años y a sus cincuenta, dice que realmente «cualquier mañana es buena porque sale el sol», pero reconoce que en cuanto se esconde el sol «estás perdido», advierte. Diez años y nunca ha podido acceder a los albergues habilitados por el Ayuntamiento ni por las entidades sociales porque va acompañado de dos perros, y no por capricho. «Ellos me protegen, con ellos nadie se acerca y yo también me siento algo más seguro», comenta.
Como Roberto, son 35 personas las personas sin techo que tienen mascotas. De ellas, el 11% pueden dormir en centros y 89% lo hacen a la intemperie, lo que para Pilar Descalzo se traduce en que la presencia de mascotas sigue siendo un obstáculo de cara al acceso a los dispositivos de alojamiento habituales.
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La mirada incómoda se ve en cada persona que pasa a su lado. Muchos piden dinero y se colocan en las zonas más transitadas de la ciudad de Valencia, pero después cambian su ubicación para refugiarse durante la noche.
Se concentran en el cauce del río y el Botánico, también en Campanar y Arrancapins. Una cuarta parte duerme a la intemperie en las calles de la ciudad, mientras que un 21% lo hace en parques, un 9,6% en puentes y un 7,6% en cajeros, una opción cada vez más complicada por el cierre de estos establecimeintos o las medidas que emplean para que no pernocten allí.
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A menudo están expuestos a situaciones peligrosas y se enfrentan a diario a insultos, agresiones y palizas. Este censo arroja que el 21,5% de las personas han sido víctimas de agresiones físicas, un 41,3% de robos y un 33,3% de insultos. Más grave aún es a lo que se enfrentan ellas, porque el 20% ha sido víctima de agresiones sexuales. A ello se suma que, probablemente, según las organziaciones, el 59% de las mujeres con pareja sufra violencia de género.
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