Mar guadalajara
Sábado, 4 de diciembre 2021, 07:20
«¿El qué? ¿El pasaporte Covid? ¿Eso de dónde lo saco?», preguntaba una chica justo antes de colocarse en la cola de entrada a la discoteca Havana en la misma plaza de Cánovas. La cola avanzaba y ella, junto a su grupo de amigas trataba de buscar solución. «Maca, no te preocupes, tienes que entrar en la web y poner tu SIP, si estás vacunada no hay problema, tia, hazlo, es un minuto», le aconsejaba su amiga María.
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Ya pasaba la medianoche y en cuestión de un minuto, en los locales empezó el baile, y nunca mejor dicho. «Chicos, necesito DNI y pasaporte Covid», recordaba el seguridad alzando la voz. Cuando el ocio y la hostelería creían recuperar un pedazo de normalidad , todo vuelve a cambiar y el certificado de vacunación irrumpe en la noche valenciana.
Noche de viernes en la ciudad, varios días de fiesta a la vista y un nuevo requisito: el pasaporte Covid. «Esto parece el aeropuerto macho, si todos estamos vacunados ¿Qué más quieren?», protestaba otro chico también en la cola de entrada a la discoteca. Y es, justo eso, una medida contra los que no lo están, o no tienen la pauta completa.
«Se actualiza al minuto, yo he estado viajando hace poco y te lo piden en todas partes, también para las terrazas, sinceramente aquí hay poca gente que no está vacunada pero alguno queda, y si esto ayuda, pues mejor, yo no tengo problemas», decía Marta antes de entrar al pub Vaya Vaya, en Conde Altea con Jacinto Benavente.
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Ignacio, el dueño del pub, reconocía el trabajo y el esfuerzo de los últimos días. «Hemos puesto carteles informativos, lo recordamos a todos, se trata de que esto funcione». Reconoce que «hay movimiento, la gente tiene ganas de salir, y nosotros trabajamos para que puedan hacerlo de manera responsable. En este sentido somos muy estrictos para que se cumplan las normas, nuestros balances no pueden asumir sanciones de esta índole, y eso nos lleva de vez en cuando a alguna discusión con algún cliente».
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Justo un par de chicos franceses que habían salido a fumar, al tratar de entrar de nuevo a su mesa en el interior del pub, les reclamaron el pasaporte. «Pero si tenemos mesa dentro, hemos salido a fumar», protestaba uno de ellos en inglés. Esos cinco minutos de diferencia entre la entrada libre y la de certificado obligatorio. Y como ellos, muchos otros grupos que habían entrado antes de las doce, se encontraron con el requisito minutos más tarde.
«Esto no deja de ser algo más que ponen para la seguridad de todos, pero yo creo que esto es una sensación de falsa seguridad, yo al menos no me siento más segura, es lo mismo, porque luego vas a otros sitios, al metro, al bus, a clase, y es igual», comenta Ana, a las puertas del local.
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En Jacinto Benavente, en Cánovas, justo en la esquina de enfrente, también se ha notado el cambio. La cola de entrada a Disco Rubik también empezaba a ser larga. Unas chicas, las primeras, sacaron el QR del pasaporte Covid y tras validarlo por el seguridad, las sacaron de inmediato de la cola. «Al enseñarlo sale la edad y somos menores», reconocía una de ellas avergonzada.
Aún así, estaba todo preparado. El pasaporte Covid no ha pillado a nadie desprevenido. Después de meses con cambios de normativas, aforos y horarios que han estado variado de una semana a otra, incluso de un día a otro, para la hostelería y el ocio durante la pandemia, esto no ha sido para menos. Por eso Víctor y su socia en el Delorean Lounge en el barrio de Ruzafa se han adaptado «sin problemas».
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El propio Víctor reconoce que ellos están por cumplir la norma y hacer todo lo posible para que sea «lo más seguro posible». Pero aún así, la parte que sólo ellos, los hosteleros, conocen, es la que tiene que ver con dar la cara al público y evitar la confrontación. «Todo esto al final es para el bien de todos, a nosotros no nos ha costado nada, nos informamos a través de las redes sociales de la Conselleria de Sanidad, y queremos hacerlo bien, cumplimos con todo lo que haga falta pero al final somos nosotros los que nos tragamos los problemas, cabreos, malas caras y que te insulten o se enfaden», comentó Víctor anoche cuando en la puerta la gente pasó de entrar de forma fluida y sólo llevando la mascarilla a tener que formar una cola a las puertas para mostrar el famoso documento
«Todo lo que sirva para que la gente segura es útil, ya se habían quitado el miedo y no creo que ahora lo recupere pero claro, esto siempre trae otras consecuencias como las colas o el cabreo de quien se quede sin pasar», añadió Víctor. Esther, una joven que había citado a sus amigos para celebrar su cumpleaños entró con la convicción de que así «mañana no hay lamentos».
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