La policía blinda la plaza de Honduras y el botellón se desplaza a Blasco Ibáñez

Buena parte de los asistentes empezaron ya la fiesta a mitad tarde, quedando en locales de moda de la zona donde se vende alcohol a precios low cost. «A mediodía ya comienzan a tomarse los tanques esos de cerveza que comparten y claro, como no comen casi, empiezan ya a ponerse finos y a mitad tarde vuelven a beber y ya no paran hasta la noche. Así cómo quieren que durmamos», explica Ricardo Crespo, vecino de la plaza de Honduras.

El ruido y la proliferación de mesas en las terrazas convirtieron en la noche del jueves un barrio tranquilo durante el día en un verdadero infierno por la noche. «La mayoría de las noches no puedo pegar ojo. Como mucho consigo descansar dos horas y luego tengo que coger el coche para ir a trabajar. No nos dejan dormir», indica Jorge, un joven vecino de la plaza de Honduras.

A las 23 horas el barrio estaba en pleno punto de ebullición, muchos locales kebabs y de alcohol low cost hacían su negocio en las terrazas, con mesas repletas de jóvenes que casi no consumen comida, pero que tienen las mesas repletas de tubos gigantes de cervezas y sangría y «claro con eso en el cuerpo, sube el tono y sólo hacen que gritar», indica Chelo, vecina de Blasco Ibáñez.

En esta noche del jueves sí hubo una presencia significativas de patrullas de la Policía Local y con refuerzo de la Policía Nacional, que se quedaban con las luces encendidas en varios tramos de Blasco Ibáñez y de la plaza de Honduras para tratar de disuadir a las pandillas. «No me creo lo que estoy viendo. Hoy sí que han hecho despliegue de policía. Veremos hasta qué hora se quedan», dijo un vecino desde el balcón de su casa.

Poco después de las 23 horas los operarios municipales, acompañados por la Policía Local comenzaron a vallar los parques de la zona para evitar que las terrazas se expandieran por todo el barrio y que los jóvenes bebieran en los parques. Y pasadas las 00.30 horas los agentes desplegados de la Policía Local, al menos trece sólo en la plaza de Honduras, comenzaron a pedir a los jóvenes que se dispersaran, una tarea que costó más de una hora, porque había jóvenes que incluso rebatían a la agente y pedían explicaciones.

«Nos han tirado de aquí, ¿ahora dónde vamos?», decía un joven que no podía mantener el equilibrio. «Señor agente ahora me marcho, espere que coja el vaso que me he dejado en el techo de ese coche», decía otro compañero.

Cientos de jóvenes no vieron con buenos ojos que los desalojaran y se quedaron apurando los vasos en la calle Serpis, para luego desplazarse a la zona ajardinada de Blasco Ibáñez, donde los grupos se adueñaron de los bancos, se apoyaban en los coches o si era necesario se quedaban de pie y seguían rellenando sus vasos con alcohol, a pesar de tener a unos metros a la policía.

Horas antes, a las 20 horas, cerca de 200 vecinos de Ciudad Jardín decidieron reunirse para empezar a tomar acciones conjuntas para protestar por el ruido y vandalismo derivado del consumo de alcohol en la calle. «Las administraciones y en concreto el Ayuntamiento no puede guardar silencio. Les hemos transmitido nuestro problema. Cada vez dan más licencias de locales, se llena todo el barrio de terrazas y a todo ello se suma el botellón. Los vecinos del barrio decimos 'basta ya'. Nos vamos a movilizar y si hace falta nos iremos con pijama y con la maleta a la plaza del Ayuntamiento para que nos escuchen«, argumentaron ayer los vecinos de la zona del Cedro.