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La historia de Valencia siempre vuelve, pero ya no sólo los restos arqueológicos de la ciudad que fue, sino también los pequeños elementos que conglomeran en el último siglo una expansión de la capital hasta los niveles que hoy en día conocemos. No hay obra en puntos destacados de la ciudad que no tengan un punto de valor patrimonial a través del cual poder recuperar aquella Valencia pasada. Un siglo después de iniciarse el proyecto para «derribar y construir un nuevo chalé», según consta en el permiso municipal del 6 de junio de 1919, en la actual avenida del Puerto número 24, una obra privada trabaja para recuperar aquellos elementos que hicieron que el Palacete Burgos, también conocido como Casa del Médico, vuelva a brillar con sus elementos originales. Los trabajos recuperarán la fachada ideada por Goerlich, las ventanas de madera con los vidrios de colores originales, el mirador hexagonal, los suelos de Nolla y los techos decorados del interior, además de eliminar un entresuelo construido en la segunda mitad del siglo XX para que ahora la distribución de alturas sea la originalmente ideada por Javier Goerlich.
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Las obras empezaron hace dos semanas y su plazo inicial de ejecución es de 10 meses. Javier Hidalgo Mora, arquitecto encargado de la reforma actual, detalla a LAS PROVINCIAS cómo lucirá de nuevo el Palacete Burgos, aquel chalé que María Burgos Romero, la viuda de Olmos, encargó en primera instancia al maestro de obras Ricardo Cerdá en 1919: «Vamos a recuperar todo lo posible, sin olvidar que la construcción tendrá de nuevo su uso original, para el que fue ideada». Habitada hasta hace pocos años, la Casa del Médico resalta en pleno inicio de la avenida del Puerto por su estética externa, por ser un edificio de estilo historicista de corte romántico con su embellecedora torre mirador entre nuevas construcciones de más de ocho plantas, un remanso de arte entre la agitación que da vida a la ciudad.
Dos años después de iniciarse el expediente municipal para que se hiciera realidad el edificio clásico ideado por Cerdá, es Javier Goerlich quien en 1921 asume el proyecto dando un vuelco completo a la construcción con un cambio radical a la idea original. Las obras no se concluyeron hasta 1922 y en su interior lucían elementos originales como mosaicos de Nolla, carpinterías de gran calidad o techos ricamente decorados. Todos esos elementos son los que ahora, mediante una obra privada, el arquitecto Hidalgo Mora pretende recuperar y poner en valor: «Estructuralmente el edificio está en buen estado, es una pena ver que en reformas posteriores, por ejemplo, los suelos de Nolla o se eliminaron o se ocultaron con pavimentos de madera. Ahora volverán a lucir como lo hicieron en los años veinte del pasado siglo. En nuestro proyecto de rehabilitación se prevé la recuperación de la mayor cantidad posible de elementos originales del edificio, se eliminará por ejemplo un entresuelo impropio construido con estructura de hormigón, con el objetivo de recuperar la dimensiones originales de los espacios interiores proyectados por Goerlich».
La rehabilitación es integral. Todas las estancias de la casa recuperarán la vida que tuvieron antaño y, como apunta el arquitecto Hidalgo, «sin olvidar que la construcción va a tener de nuevo el uso original de vivienda unifamiliar para el que fue diseñado». Por ello, el trabajo lleva una doble vertiente: acomodo para las necesidades actuales y recuperación de los máximos elementos posibles de la obra original. «Vamos a hacer una serie de catas en las fachadas para conocer los colores propios del edificio y devolverle su cromatismo original», avanza el arquitecto encargado del proyecto actual.
Los viandantes verán como al inicio de 2021 este enclave de la ciudad de Valencia recupera parte de su vida, la vitalidad que tuvo hace cerca de un siglo y todo ello pese a las diferentes intervenciones que se han realizado en su interior durante todas estas décadas. El Palacete Burgos, en los años 90 ya se enfrentó a unas obras de rehabilitación, en las que se aprovechó para construir un ascensor en su interior, obra que en el proyecto actual no se eliminará. Pero sí desaparecerá un entresuelo que Hidalgo Mora establece que se debió construir a partir de los años 60 y 70 del siglo XX con un forjado de hormigón y que generaba «unos espacios de altura muy reducida». Esta construcción dentro de la obra de Goerlich dejará de existir para que el nuevo enclave respete las dimensiones internas con las que fue concebido.
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Enigmático desde fuera, por su aspecto, pero también desde dentro. Así se puede resumir el trabajo previo realizado por el arquitecto Hidalgo Mora ya que en una fase inicial del proyecto detectaron que debajo de un pavimento de parqué situado en la planta segunda se encontraba un suelo de Nolla original de gran valor patrimonial. «Es una pena ver que esos magníficos mosaicos cerámicos de Meliana se ocultaron en algún momento dañándolos en el proceso, o que incluso se eliminaron para sustituirlos por pavimentos sin ningún valor como el terrazo industrial», lamenta Hidalgo. No será el único elemento interno que se recupere para su nuevo uso, ya que los techos decorados, en algún punto con frisos angelicales y formas clásicas, también se restaurarán. Los vidrios de colores también se recuperarán al igual que las ventanas, excepto aquellas en peor estado que serán sustituidas por modelos idénticos con el mismo despiece. Hasta los radiadores originales de fundición se limpiarán para que puedan seguir funcionando dentro de la vivienda. El trabajo que sí se realizará de forma interna será el de acoplar las nuevas instalaciones de agua, luz o climatización según las necesidades actuales, respetando la trama constructiva existente.
Pero este trabajo, visible desde hace un par de semanas en el edificio, parte de la premisa por parte de los actuales propietarios y promotores de las obras de que se conserven y recuperen «todos los elementos patrimoniales posibles», según da a conocer el arquitecto Hidalgo. La búsqueda e investigación en archivos históricos llevada a cabo por el equipo redactor del proyecto ha permitido conocer al detalle desde el primer proyecto de Cerdá, fechado en 1919, hasta las últimas intervenciones llevadas a cabo en las últimas décadas del siglo XX. De esta forma se han podido concretar, más si cabe, las diversas actuaciones para preservar los puntos más emblemáticos del edificio.
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Valencia siempre vuelve, al igual que la vida a esta casa justo un siglo después de que Goerlich diseñara cada una de sus estancias. La Casa del Médico, de la plaza de Toros, o también conocida como Palacete Burgos, por su dueña María Burgos Romero, resucita para poner en valor la historia que un día se escribió en una avenida del Puerto que en su momento se conocía como avenida de los Aliados. Valencia recupera uno de los edificios más destacados de su arquitectura del siglo XX con un proyecto privado, vuelve la vida con luz y esplendor a una casa que siempre ha llamado la atención, que Cerdá inició, Goerlich diseñó y que ahora Hidalgo Mora renueva para el siglo XXI.
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