Lo que ha pasado con las senyeras equivocadas en su confección al tener una franja amarilla el doble de anchura, y que han lucido en las torres de Quart, de Serranos y hasta en la Lonja tres semanas, pasará a la pequeña historia municipal ... de Valencia como una chapuza por parte de los responsables municipales. Una serpiente de verano pero también un gol en toda regla a la alcaldesa Catalá que se lo recordarán con seguridad en los próximos plenos.
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Hasta ahí la anécdota, aunque la categoría cambia a mayor cuando se recuerda lo ocurrido el 22 de julio en la plaza del Mercado, literalmente junto a la puerta principal de la Lonja. Una pequeña mascletà por la Gran Fira que supuso el primer aprieto del mandato para el nuevo gobierno del PP. Primer gol en la portería de Catalá.
Entonces los populares se defendieron de las críticas diciendo que el programa pirotécnico y la inadecuada ubicación del espectáculo fue cosa de Compromís y el PSPV, que lo aprobaron en su última junta de gobierno el 9 de junio. Correcto, al igual que los informes de los servicios municipales, excluido de manera asombrosa el de Patrimonio, llevan firma del 29 de junio, sólo doce días después de la investidura de Catalá. En el interín de un gobierno a otro se produjo la pifia, aunque el PP siempre señalaba a los responsables anteriores. Eso, para desgracia de ellos, es algo que la gente no entiende porque cuando se tiró la mascletà no hay duda de quién gobernaba en el Ayuntamiento.
Con la Senyera errónea ha pasado algo parecido. La ausencia de vientos en agosto ha hecho que no fuera visible el error, decían a LAS PROVINCIAS fuentes municipales, lo que combinado con el éxodo veraniego de funcionarios se ha convertido en la trampa perfecta para hacer el ridículo.
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Dos de dos es mucho y eso que está empezando. A Ribó se le conoce una metedura de pata en sus inicios que le persiguió toda su etapa, como fue subir al balcón municipal a las magas republicanas la primera vez que realizaron el muermo de cabalgata inventada como alternativa a la de los Reyes Magos, con un gestó que dejó ojipláticos incluso a miembros de Compromís.
¿Cómo es posible que nadie alzara la vista durante tres semanas para percatarse de que algo no funcionaba del todo bien en las senyeras? ¿Quiénes las pusieron tampoco? Dice con razón Pere Fuset que con ellos todos estaban pendientes para ver qué hacían con los símbolos. Es una lección que debían haber aprendido los concejales del Partido Popular, que han mostrado tanto con la mascletà como con lo ocurrido con los estandartes mucha bisoñez.
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Nada de esto tendría más importancia que un chascarrillo veraniego si no fuera porque apunta a lo que puede ocurrir este otoño y entonces el asunto se torna más serio. La pregunta obligada es si después de estos dos goles por toda la escuadra, la alcaldesa Catalá tiene equipo suficiente para gestionar un presupuesto de más de mil millones de euros, con el reto de aumentar las inversiones ejecutadas por el gobierno anterior y solucionar los numerosos problemas pendientes.
No dudo de la calidad de los 12 concejales que acompañan a la primera edil pero sí de su escaso número. Acostumbrado a que las delegaciones se repartan al menos entre 17 personas con asesores y altos cargos, la duda es qué pasará cuando ya no se trate de la confección de una bandera sino de arreglar el bloqueo de la Marina, el tráfico, los mercados, la EMT, la suciedad de la ciudad, el botellón, los PAI, el Cabanyal o las goteras en polideportivos. Los ediles, salvo que me equivoque, no tienen el don de la ubicuidad.
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