Esta es la historia de una resurrección: cómo revive ante nuestros ojos un rincón de la Valencia más castiza, la que recordarán tal vez los ... lectores más veteranos, porque s una imagen muy enraizada en su corazón. La historia del edificio que hace esquina entre la calle Universidad y la dedicada al Pintor Sorolla. Un coqueto espacio, guarecido ahora por la enorme sombra de un monumental ficus, donde antaño se ubicaba nada menos que la emblemática fuente que hoy saluda al paseante desde la plaza Rodrigo Botet, como recuerda el historiador y erudito Arturo Cervellera. Un triángulo irregular que adoptaba también la forma de plaza, un minúsculo espacio que a falta de mejor nombre el ingenio popular bautizó como plaza de Las Barcas, en alusión a la nomenclatura de la calle aledaña.
En un principio, el edificio con orientación a ambas calles que preside ese rincón valenciano nació como banco: hoy es la sede, la reluciente sede, del primer hotel que entre nosotros levanta una empresa familiar, los Oltra, que desde Calpe desembarcan en la capital a la vez que levantan otro hotel en la provincia. Ambos se llaman igual, Estimar. El ubicado en La Pobla de Farnals, con espíritu playero, se llama Marina Farnals; el recién inaugurado en Valencia se llama así, Estimar Valencia: un hotel boutique que aprovecha la señorial estampa de su anterior encarnación como banco e incluso hace suya la enorme caja fuerte que todavía se conserva y hoy añade un toque divertido a la decoración del lobby.
Sus nuevos propietarios han dotado a su criatura de otros atractivos. Por ejemplo, la espectacular azotea, dotada de bar, tumbonas y una refrescante pileta desde donde se ve Valencia entera y que por la noche, mientras atardece, depara vistas de postal. ¿Y quiénes son los flamantes dueños de este establecimento que acaba de añadir sus xxx plazas a la oferta hotelera de la capital? Es un grupo empresarial llamado The Master Blend Hotel Group, una cadena hotelera de raíz familiar con origen en Calpe en 2007, «que busca crear experiencias basadas en la hospitalidad mediterránea, la excelencia, y el respeto por el cliente y el ámbito local», según explican.
Allí, en la localidad alicantina, ya cuenta con dos hoteles: el Solymar Gran Hotel y el Estimar Calpe Suitopia, así como un bloque de apartamentos bautizado con el mismo nombre, Estimar. «El grupo se encuentra en plena expansión», señalan sus gestores, porque no sólo acaban de inaugurar los dos establecimientos en Valencia y La Pobla, sobre los cimientos de un fallido proyecto que llevaba décadas sin uso, sino que también tiene previsto desembarcar en el año 2026 en Castellón, para completar su red por las tres provincias: para esa fecha está programada la apertura de su proyecto Estimar Benicasim, «que aspira a convertirse en el primer hotel de España con el sello Well Building Standard».
Mientras llega ese día, por su hotel del centro de Valencia menudea ya la clientela, que se reparte tanto por el hall y el bar allí alojado como por la espectacular azotea que aspira a erigirse como un 'must' del verano valenciano. Culmina así el proceso de resurrección de una finca que nació como sede de Banesto, según un proyecto del arquitecto Enrique Viedma, autor entre otros del edificio del Instituto Nacional de Previsión de la calle Marqués de Sotelo, el de la Unión y el Fénix frente a la estación del Norte o de la Finca Roja, nada menos. Es una información que aporta también Cervellera, junto al material fotográfico recopilado junto con Ángel Martínez y Andrés Giménez, otros dos eruditos de la historia local con quienes ha publicado unas cuantas obras de esa naturaleza. Recuerda Cervellera que el edificio nació como «un encargo del Banco Comercial Español en 1927». «El caso es que este banco», prosigue, «es absorbido por el Banco Español de Crédito en 1928, por lo que cuando se inaugura en 1929 lo hace a nombre de éste último». Una reforma acometida por la entidad bancaria en 1962 culmina la transformación de su fisonomía, la propia de una institución de ese signo. Poco sospecharían sus promotores que donde ellos veían la clase de arquitectura asociada en nuestro imaginario otros intrépidos promotores intuirían tiempo después, luego de unos cuantos años con el edificio vacío y sin uso, un hotel.
Un edificio de Enrique Viedma, autor de la Finca Roja, erigido en estilo neorrenacentista «y con seriedad americana»
El titular con que estas páginas saludaron en su día la inauguración del edificio para Banesto avala la teoría de resurrección que ahora protagoniza la finca: 'Un palacio para un banco' informó LAS PROVINCIAS en 1929 con motivo de su inauguración; dos años antes ya había advertido de que se procedía a la apertura del concurso para su construcción, acontecimiento que mereció de nuestro diario un detallado seguimiento: valga como muestra que el día en que entró en funcionamiento se prodigó la información con detalles que mencionaban la aportación del ebanista Francisco Bondía, autor de la «artística escalera», mientras repartía los méritos de su edificación entre el arquitecto Viedma y el promotor, José Ventura. Su estructura, advertía nuestro diario, «es de hormigón armado, revestido de piedra de sillería y otros materiales». La noticia añade otras consideraciones: por ejemplo, que contaba con un ascensor con piel de mármol, que contaba con una aparatosa cámara acorazada «con aceros inatacables» y que la decoración no había reparado en lujos. «Maderas, metales, mosaicos, vidrieras» componían esa exhibición de poder que entre la clientela valencia se asociaba a la propia dimensión del banco, al que atribuía riquezas sin fin: acciones de las minas del Riff, acciones de gas y electricidad de Melilla y acciones en las grandes industrias del momento «y en la mayoría de los negocios sanos» (sic). Una descripción que justifica la envergadura de este palacio que fue banco y ahora es hotel, fiel a su estilo neorrenacentista, levantado «con seriedad americana» (sic) y nacido «para honrar a Valencia». Y más sic.