La Albufera está en pausa, pero la vida sigue. Y las empresas de las localidades cercanas al lago tienen que o sobrellevar como puedan la cuarentena o empezar a hacer planes para lo que vendrá después de esta amenaza vírica. Barqueros, hosteleros, agricultores y pescadores aguardan que la gente pueda volver a salir a las calles cuanto antes para así recuperar parte de las pérdidas de Fallas y Semana Santa.
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En realidad no es dinero perdido sino «dejado de ganar». Así lo asegura Vicente Aleixandre, que posee tres restaurantes en El Palmar, donde, insiste, los vecinos han sacado a los balcones los tapices de la Mare de Déu y el Cristo de la Salud para hacer frente a la pandemia. Él ha tenido que aplicar expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) en sus tres restaurantes pero promete no despedir a nadie tras la crisis. «Esperamos poder recuperar parte del dinero que no hemos ganado en verano, pero dependerá de cuándo vuelva todo a la normalidad. Pero lo importante ahora es la salud», asegura Aleixandre, que explica en El Palmar, pedanía que dirigió como alcalde pedáneo en sus tiempos de concejal del PP en el Ayuntamiento de Valencia, «no se ve a nadie en la calle más allá d elas 13 horas».
Pep Caballer, presidente de la Cofradía de Pescadores de la localidad, reconoce que no demasiados pescadores están saliendo a faenar. «Aunque quien lo hace, lo hace de manera individual y con medidas de seguridad», indica. Así lo explica también Isidro Navarro, que tiene una empresa que presta servicios agrícolas. «No nos ha afectado demasiado porque cuando faenas en el campo estás en un espacio abierto y no te cruzas con nadie. Eso sí, los que salen llevan mascarillas»; comenta Navarro, que reconoce que el momento ha sido el adecuado, si es que hay un momento adecuado para una pandemia, debido a que los campos estaban en barbecho a la espera de comenzar la siembra del arroz.
Donde sí ha afectado la crisis es en las empresas de ocio que trabajan en el lago, como las de paseos en barca. Miguel Raga tiene dos embarcaciones y asegura que lo tenía todo reservado para Fallas y Semana Santa. «Hemos tenido que cancelarlo todo», indica. Como los hosteleros, esta actividad eminentemente turística espera que la prohibición se levante a tiempo para aprovechar la campaña primavera-verano, dado que con la llegada del otoño las reservas se reducen.
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