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Son cinco. En el negro hay una bebé que juega con una bolsa de patatas y en el verde una nena con pirri y un ... chupete más grande que ella. los dos rojos están vacíos: el dueño de uno de ellos juega con una bici y la otra, en brazos de su madre. También lleva chupete pero lo que es más grande que ella es el lazo que lleva en el pelo. En el rosa hay un bebé de apenas unas semanas que duerme pese al sonido de los tambores. en la esquina de Arzobispo Company con Pintor Ferrandis, los cinco carritos de bebé representan el futuro de la Semana Santa Marinera. Sus familias les han traído a ver a padres, madres, tíos, primas, hermanos, hermanas. Bajo un cielo nublado las cornetas tiemblan. La calle es verde, morada, blanca, y contra las casas de una planta se recortan las palmas de un dorado desvaído mientras en una lavandería una mujer hace la colada. Es Domingo de Ramos en el Marítimo. Valencia, como siempre, sorprende en sus costuras.
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Quizá, dentro de unos años los bebés saldrán en la procesión. Como el que duerme en brazos de su hermano, la que, cansada, le pide a su hermana que la coja a brazos o el que va cogido de las manos de sus hermanas, con los ojos tan abiertos como los de quienes vieron entrar a Jesús a lomos de un burro a Jerusalén. El paso de las procesiones es lento, rítmico. Están todos acostumbrados. También al silencio: el público apenas habla. Esto no es Domingo de Resurrección. Son las 11.30 horas y cuando el barrio debería estar echado a las terrazas y al vermú y a la playa y al sol, está acompañando a los legionarios o vestales, capas con cruces de Santiago, coronas doradas, cruces al cuello. La de Domingo de Ramos es una de las procesiones más del Marítimo. Todas las parroquias organizan una y durante una mañana entera el barrio disfruta de la percusión y el viento de las bandas de cornetas de tambores.
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La de la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles es una de las más numerosas. Son cientos las personas que desfilan, y que cuando terminen de hacerlo a buen seguro continuarán disfrutando de un domingo junto al mar. Por la noche será el traslado de las imágenes a las casas de los cofrades donde se guardarán hasta el lunes de Pascua. Habrá días para el recogimiento, sobre todo el Viernes Santo. Pero hoy no es ese día. Hoy, el barrio está de fiesta.
«S'ha fet un pet que m'ha retumbat el braç», dice una mujer que lleva en brazos al nene del carro negro. Si lo dejan en el suelo, se pone a desfilar, sobre todo cuando ve a un familiar percursionista. Su hermana juega con él unos minutos y el silencio solemne se rompe por las carcajadas del bebé. Es una Semana Santa especial, es un barrio especial. Pese a todo, el Marítimo es el Marítimo. La fiesta, y el barrio, tienen el futuro asegurado.
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