J. S.
VALENCIA.
Lunes, 14 de diciembre 2020, 00:12
Vicente Arribas es operador comercial especializado de Renfe, como ahora se denomina a los interventores en ruta. Va a cumplir 39 años en la empresa de ferrocarriles y espera poder retirarse en noviembre del próximo año.
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Arribas lleva una década trabajando en la línea de alta velocidad Valencia-Madrid. Su primer viaje en este trazado fue el 19 de diciembre de 2010, cuando empezó la ruta comercial. «Tuvimos que hacer varios viajes de prueba en las semanas anteriores. Nos jugábamos mucho. Nada podía salir mal», resalta.
De esos primeros días recuerda que «los pasajeros estaban pendientes del indicador de velocidad con el móvil para sacar una fotografía cuando se alcanzaran los 300 kilómetros por hora era todo un espectáculo». Ahora ya no hay tanta expectación.
Otro de los cambios introducidos por la alta velocidad entre Madrid y Valencia es que el interventor ya no tiene que estar pendientes de las películas. No da tiempo y el largometraje se ha sustituido por documentales.
Arribas ha viajado con todo tipo de personajes de la vida pública: políticos, deportivas, actores, presentadores de televisión. «He ido en el tren con Rajoy y con Sánchez. Con Zapatero, no. Dejó el cargo no mucho después de ponerse en marcha la linea», apunta.
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231 kilómetros por hora es la velocidad comercial del AVE a Madrid.
Tarifas El precio de los billetes oscila entre los 144,80 euros del pasaje en clase preferente (comprado en taquilla) a los 80,40 euros para la clase turista.
Casa Real Los entonces Príncipes de Asturias, Felipe y Letizia, presidieron el 15 de diciembre de 2010 la inauguración de la conexión AVE Madrid-Cuenca- Albacete.
Pasajeros El AVE Madrid-Valencia transportó 510.000 viajeros en los cien primeros días de funcionamiento, de los cuales 62.000 fueron en la semana de Fallas.
Recuerda, mientras enseña unas fotografías con ellas, que en una ocasión llevaron a las falleras y a la corte de honor a Fitur, la feria de turismo de Madrid. «Iban vestidas y no se pudieron sentar. Tuvimos que abrirles la sala VIP. Pero las pobres fueron en todo momento de pie», explica Arribas.
«Los viajeros son distintos en verano y los fines de semanas. Hay mucho turista o gente que se desplaza por ocio y quieren saberlo todo. El resto de días, los pasajeros suelen ser profesionales que van a lo suyo. Se ponen a trabajar y se olvidan de todo», apunta Arribas, que añade que a veces ni toman la consumición. «Los otros suelen dar más trabajo, llevan más maletas. Es más complicado atenderlos», recalca.
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A lo largo de estos años en algunas ocasiones se ha tenido que ponerse firmes. «Hace unos meses tuve que hacer bajar a un viajero porque no se quería poner la mascarilla. Pero no podemos más que cumplir las normas», sentencia.
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