![La piscina de las mil historias de Valencia: «Pasé allí los mejores veranos de mi vida»](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/07/19/1483847552.jpg)
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Hubo un tiempo en Valencia, allá por la década de los 50, en el que las piscinas se contaban con los dedos de una mano. Los nadadores se tenían que conformar con la de Las Arenas, la del Patronato de la Juventud Obrera y la ... de la Finca Ferca. Ahí se paraba de contar hasta que a mediados de los 60 se levantó la primera piscina cubierta de la ciudad, en la Alameda. Así que los aficionados a la natación de la época tenían que limitar sus chapuzones a los meses de verano hasta que pudieron nadar a cubierto. Y una de las piscinas que dio cobijo a esos adeptos al agua fue, precisamente, la primera que se construyó en un complejo residencial en España, que acabó dando incluso su nombre a un club valenciano de nado: el Ferca.
La Finca Ferca, situada en la manzana completa en la que cruzan la Gran Vía Fernando el Católico y el Paseo de la Pechina, se inauguró en 1953. Y con la entrega de las 320 viviendas y el casi medio centenar de locales comerciales, llegó también la zona de baño y sus primeros bañistas. Los más de mil vecinos que aloja el edificio y sus bajos han sido testigos históricos de la evolución de la vida social en una piscina que, con sus idas y venidas, se ha convertido ya en la de las mil historias y parte del imaginario colectivo de una ciudad.
A ella llegó la familia de Manolo Gracia en 1955, apenas dos años después de su apertura. Su padre alquiló uno de los locales comerciales que hoy en día aún sigue abierto, para abrir un taller de motos. Por el bajo habían pasado antes, en sólo dos años, una fábrica de fideos y otra de cirios, con peor suerte. Motos Gracia lleva ya 69 años y ha conocido a tres generaciones. Y ese bajo le dio a Manolo acceso directo a la joya del edificio: la piscina y las pistas deportivas. Ahora tiene 82 años, pero una memoria intacta para poder nombrar a los 15 chavales que aparecen con él mismo, en el bordillo de la piscina Ferca, una mañana de verano de 1957. Los 16 eran miembros del club natación que tomó el nombre del edificio. «En esa piscina he pasado algunos de los mejores momentos de mi juventud», cuenta. Y aunque sigue regentando su taller en la finca, no ha vuelto a nadar en ella. «He pasado a verla, pero no me he bañado», explica con cierta nostalgia. Cuando lo hacía, en los años 50, nadaba a croll. Pero también formaba parte del equipo de balonmano Ferca, que también tenía las pistas en el mismo espacio, junto al agua. Nadaban sólo en los meses de verano, porque el agua estaba demasiado fría. Y en Valencia no había entonces piscina cubierta donde hacerlo. La disposición de la pileta, en una zona de mucha sombra del edificio, bajaba la temperatura, pero también que, como recuerda Manolo, se cambiaba el agua todas las semanas. «Se vaciaba los domingos, los lunes se limpiaba y el martes ya entrenábamos». Lo hacían dos veces al día, a primera hora de la mañana y por la tarde.
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Los vecinos eran espectadores de la vida social de la manzana interior, no siempre con agrado, porque se formaba ruido. Pero Manolo reconoce que todo cambió cuando las instalaciones pasaron a tener gestión privada. «Nos empezaron a cobrar por la pista y las instalaciones y nos fuimos a la piscina del Patronato, donde ahora está Nuevo Centro. De ahí, pasamos a la de Vedrí (la actual Piscina Valencia). Luego, la Ferca se cerró», cuenta. Pero los años que permaneció abierta fue la sensación de la ciudad. Así lo recuerda Manolo, pero también muchos de los vecinos que todavía viven en el edificio.
Y es que el verano era la estación por excelencia en la manzana interior de la finca, donde llegaba el cine de verano. Había sesión cuatro días a la semana y uno de ellos, se proyectaban dos películas. En el intermedio, los focos se volvían a girar a la piscina, donde se organizaba una exhibición de saltos de trampolín. «Desde allí saltó incluso Vicente González Lizondo», recuerda Manolo. Clara García Crespo, una de las vecinas veteranas, también tiene recuerdos nítidos de aquella época, junto a su amiga María José Beltrán. «La piscina era muchísimo más grande que ahora y teníamos el trampolín más alto de Valencia.Venían muchos nadadores a hacer saltos», dice. Incluso organizaban un 24 horas de natación, impulsado por el club Ferca. «Se formaron muchísimas pandillas en el edificio, por la gran cantidad de actividades que se podían hacer dentro». «Aquí no se gritaba eso de 'Joshuaaaaa' (el mítico grito que popularizaron Los Morancos). Aquí se sacaba una toalla al balcón, o se agitaba una campanita para que los niños supieran que había que subir a comer a casa», recuerda.
El resto de la historia ya es conocida. La piscina, el cine y demás instalaciones cerraron en los años 70. Y así permanecieron hasta que en 2019, un grupo de vecinos impulsó la reapertura, casi 40 años después. Ahora, el área de baño es la joya de la corona de la manzana. Amparo Soler, otra de las vecinas más veteranas ha vivido el proceso de cerca y ahora es la encargada de los problemas del área de baño, dentro del consejo. «Desde que se volvió a abrir no me han llamado para ningún problema», reconoce, y explica que los veranos en la Finca Ferca vuelven a ser «una maravilla». «Nos ha resuelto el calor que hace en Valencia estos años y no ha dado vidilla. Además, se están cumpliendo muchos las normas por el descanso de todos». Así que a la piscina le quedan muchos años de historias por contar.
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